Capítulo 6: Elfos del día

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Una de las particularidades de los elfos del día era el poder del crecimiento de la flora, al leve tacto de un elfo del día, brotaban pimpollos de las plantas y al siguiente instante las flores dominaban la vista. Por esto Abraxas no se sorprendió al encontrarse con alrededor de fragancias paradisíacas y colores maravillosos, simplemente se limitó a disfrutarlas. La magia de los elfos del día lo embelesaba gratamente.

Abraxas siguió al guardia hasta el nacimiento de un inmenso árbol, en un principio pensó que era un árbol normal, sin embargo prestando atención pudo divisar ventanas con pequeños candelabros en el tronco, inclusiva una terraza muy en lo alto, cerca de la copa. Al fin distinguió la enorme puerta de entrada, con diversas figuras ornamentales talladas en las esquinas. El guardia tocó la aldaba con forma de girasol de la puerta.

Un joven asomó su cabeza por la ventana más próxima:

-¡Perbus!- exclamó.

-Amo Vanir,- saludó el guardia. -Este elfo nocturno tiene asuntos con tu padre. Lo dejo a tu cargo. Debo volver a mi puesto. - Abraxas se quedó inmóvil al lado de la puerta mientras se escuchaba la aproximación de Vanir. Le sorprendió que Vanir no le dirigió la palabra, simplemente le indicó la entrada, mientras el se perdía en el interior de la casa, cuando regresó lo hizo acompañado de un hombre de igual estatura, ambos tenían el cabello peinado en una sola trenza clara y en sus ojos se revelaban intensas esmeraldas inquietas.

El elfo mayor llevaba una túnica que arrastraba al caminar, tenía detalles cuidadosamente bordados.

-Bienvenido a Augur, joven Abraxas. Te he estado esperando.- él abrió los ojos sorprendido.

-Gracias por recibirme, asumo que usted debe ser Garnik, he venido por la lanza de los magos, me ha enviado el capitán Perth.

-No puedes llevártela!- se apresuró el joven.

-Cálmate, Vanir.

-No lo haré, estos elfos inmundos son indignos de portar la lanza, ni siquiera saben usarla.- Vanir se acercó a Abraxas, tanto que podía sentir su aliento. El no se movió ni un milímetro, no dejaría que un elfo prepotente le dificulte el éxito de su misión. -¿Para qué la quieres? ¡Seguro no sabes lo que significa¡ ¡ni qué se acerca!

La situación lo exasperaba, Abraxas no respondió, por un lado porque Vanir estaba en lo cierto, él era un simple emisario y por otro porque cualquier acotación que él hiciese solo serviría para empeorar el enojo del elfo. Abraxas no pudo contenerse y rebuznó.

En ese instante, el elfo diurno se movió velozmente y agarró a Abraxas de la camisa,

-¿Te he causado gracia, elfo sucio? Abraxas lanzó una mirada fulminante y escupió al suelo.- Sólo sintió el golpe derribándolo contra la pared, pudo levantarse automáticamente para devolver el gesto, pero su oponente contuvo el golpe, Abraxas reaccionó rápido y le asestó una patada en el estómago que dejó a Vanir en el suelo. Sendos se prepararon para continuar, de repente escuchó un murmullo y sintió como unas finas cuerdas trepaban por su cuerpo, atándolo, asfixiándolo. Abraxas intentó liberarse pero los hilos eran incontables y veloces.

-¡Suficiente!- prostestó Garnik. Abraxas vio que no era el único inmovilizado por los extraños hilos. Volvió a mirar y vio que se trataban de lianas que fueron invocadas por el viejo elfo. -joven, te marchas ahora con la lanza, pero ten cuidado. Es más poderosa de lo que crees. No dejes que te engañe. - le entregó la lanza envuelta en una tela pesada. Luego se volvió a su hijo -Aprenderás a controlarte o...-las lianas se ajustaron alrededor del cuello de Vanir provocando que tosiese y susurre cansado:

-Lo haré, padre. 

Crónicas de SødenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora