Capítulo 10: Las sombras de la humanidad

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Celina se sentía inquieta, no había logrado volver a ver al elfo, dos días enteros habían pasado desde su encuentro. Se había metido en los matorrales de la selva con esperanza y sigilo, obteniendo silencio como respuesta. Sabía que se encontraría en alguna parte, algo fallaba en su mapa y en los caminos trazados, la tierra habitada de los elfos debía estar cerca y escondida. Calina guardaría su secreto. 

DEsde que vio la solicitud de exploradores en la Universidad de Salema, había decidido y empeñado su corazón en un propósito poco claro, sin embargo Celina mantenía la ilusión del descubrimiento. Ella era estudiante de tercer año de la carrera de Arqueología, una chica normal. Nada destacable de su trayectoria, curiosa y algo despistada se movía entre los pasillos de la institución hasta que vio el aviso de reclutamiento a Søden. Celina jamás había escuchado nombrar una ciudad así, decidió telefonear al encargado de la investigación el profesor Viggo Ackerman, quien jubiloso la recibió en su despacho luego de pautar la entrevista. El profesor parecía incansable y determinado, tenía una luz extraña en sus ojos debajo de sus cejas altamente pobladas, Celina la confundió con empeño.

Se había embarcado en una expedición sin fecha de retorno, había mentido a sus padres diciendo que regresaría para cursar el segundo semestre, pero la realidad era que desconocía si regresaría con vida. Viggo había resultado un jefe abusivo, desalmado con el único fin de encontrar algo, Celina no sabía qué precisamente, sólo que él estaba en búsqueda de un objeto o cosa que le otorgarían poder y Celina se negaba a colaborar con Viggo y por esto recibía duros golpes y castigos. No le sorprendió cuando le asestó una bofetada a inicio del viaje por el simple hecho de negarse a servir el desayuno luego de un día de caminata. 

El jefe le había solicitado que prendiera una fogata, y Celina cansada respondió que no le quedaban fuerzas para hacerlo, entonces el enorme hombre se abalanzó sobre ella y en un ataque de cólera la golpeó, ella no supo como reaccionar, Viggo le dijo que no aceptaría desobediencias y que abandonase las quejas. 

Celina lloró en silencio. 

En total eran 25 personas las reclutadas para la expedición, hombres grandes con aspectos amenazantes y feroces, para Celina no parecían estudiantes más bien mercenarios, sabía que ellos estarían bien provistos de armas de fuego, luego comprobó que la expedición era una fachada para que la Universidad financie el viaje de Viggo. Celina maldijo su ingenuidad, si tan solo hubiese prestado más atención quizás hubiese descubierto que el brillo de los ojos de Viggo se acercaban más a la locura que al entusiasmo.      

Ella había aceptado su suerte como quien acepta la inexorabilidad de los rayos del sol en un día de verano, sin embargo no haría más fácil el camino de su jefe, aunque eso implicase palizas y tundas, no colaboraría con su objetivo, lo descubriría y alertaría a los elfos.

  

Crónicas de SødenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora