Prólogo

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Cada estrella se hacía ver en el hermoso caudal que reflejaban sus ojos, su calor incorporaba el suelo y daba energía a las plantas que a su alrededor renacían de la fría tierra. Sus hombros le daban forma a su figura derrotada, sus manos rozaban la tela de su pantalón, su mirada llena de miedo sucumbió en su cavidad torácica quedando clavada de una manera tan dolorosa y tan permanente, sabiendo que era como la tinta de un tatuaje, pero esta quemaba mucho más adentro de una simple piel capilar, mucho más que un simple sentimiento superficial.

Se sentía totalmente descubierto, como si le hubiera permitido observar dentro de su anatomía como cada arteria de su corazón bombeaba de esa sangre tan rojiza y pura. Por lo mismo opto por recurrir a su ámbito más propio, abrazándose a sí mismo, volviendo a poner los pies en la tierra, sosteniendo todo su peso y su dolor con solo estas dos extremidades.

Permíteme sostenerte, déjamelo a mí.

Su cerebro comandó una vez más los impulsos propios, sostuvo el rostro del contrario, levantando su mentón haciendo que sus ojos se clavaran en los del castaño. Los mencionados estaban desorbitantes llenos de aquel temor tan característico, el cual se fue disipando gota, tras gota.

— Quiero que seas tú quien calme a mi ser, deseo que seas tú, Joon.

𝐿𝒾𝑒𝓃𝓏𝑜 𝒱𝒶𝓃𝑜➷ Namjin OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora