Las hojas crujían debajo de mis pesados pies, cada paso era más tortuoso que el anterior y el miedo que se producía en mis venas calaba hasta mi cabeza, que dolía de maneras inimaginables. Mi cabeza revoloteaba el lugar, mis ojos entrecerrados no deseaban ver más, la incertidumbre y la ansiedad carcomían mi sensible piel y sin saber que había detrás de cada hoja en el suelo, no me gustaba.
Un quejido salió de mi garganta, tan rasposa que dolía.
Al principio, el temor era inexistente, nada de lo que había en el lugar podía hacerme daño de hecho, los tonos naranjas del ambiente pretendían darme paz, pero nada fue así mientras mi caminata se hacía más larga y menos cuando la voz que creía muerta tocaba de nuevo mis tímpanos, aturdiendo todo a su paso. Como siempre, mi curiosidad era mayor y ninguna de las alertas de mi mente fueron escuchadas.
La voz estaba cerca, podía olfatearlo y aunque era desconocida, me gustaba su olor dulce.
— Señor Kim, ¿se encuentra bien?
Sentí mi corazón volver a latir, mi pulso estaba tan elevado que la respiración se entre cortaba, mis ojos aún no se acostumbraban a la luz que arremetió contra mis globos oculares. Me sentía fuera de mi mismo y todo por un extraño sueño.
La alarma suave del avión en el que abordaba me hizo caer en cuenta en donde me encontraba y posiblemente a donde me dirigía.
Voltee hacia la nueva voz que requería de mi atención inmediata, observando a la azafata con su cabeza ladeada levemente a la izquierda con sus cejas perfectamente maquilladas un tanto fruncidas, la pena en sus facciones era casi palpable, por lo que revoloteaba sus pestañas de arriba hacia abajo, sin embargo, las facciones de aquella beta fueron suavizadas cuando una sonrisa ladina apareció en ni rostro, en busca de calma hacia la joven.
— Lo estoy, señorita. - Mi sonrisa se ensanchó más, dejando rastros de un sonrojo de la contraria. - Gracias.
Aquella última palabra fue respondida, luego de unas preguntas y respuestas con respecto a mi preferencia para la cena, esta se retiró con cierto titubeo.
No me engañaba, adoraba ser totalmente coqueto, me hacía reafirmar que mi sex appeal podría ser tan fuerte tanto así lo deseará.
Mientras las horas dentro del avión transcurrían, solo pensaba en llegar a la capital, Seúl. Mis años fuera del lugar hacían olvidarme de pequeños detalles provenientes de mis recuerdos, cada olor, cada vista y edificación, su color, aquél espíritu tan característico alimentaba las ansias por pisar de nuevo del lugar que me dio vida.
La elección del nuevo director del Museo más importante del país, fue anunciado durante mi estadía en países que apenas comenzaba a conocer. Una llamada me dio a probar un poco la idea de quien sería el ideal, una reunión, solo anuncio que el nuevo jefe del lugar, era yo, Kim Namjoon.
Pei-Zhu Seúl, tenía un nuevo jefe.
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El silencio retumbaba en mis tímpanos siendo notable el simple rechinido de mis zapatos contra el suelo perfectamente aseado, el ambiente del lugar era apacible, mi aura sentía la tranquilidad en el silencio. Mi respiración parecía mezclarse con el ambiente, mi caminar se convirtió en un paso relajado, con mis manos dentro del bolsillo de mi pantalón.
Mis ojos jugueteaban con el poco color, los sub-tonos de aquel blanco abrazador que conserva tu curiosidad en concentración y aquello era producido por los marcos, obras y esculturas que rondaban vagamente en aquel largo pasillo.
Una sonrisa suave apareció en mi semblante al notar que, al final de aquel blanco pasillo, se encontraban los empleados en espera de una nueva modalidad de trabajo.
Los honoríficos se quedaron clavados en el subdirector, quien después de una reverencia junto a los demás presentes, una sonrisa relajada salió de su boca. - Como sabrá, soy el subdirector Choi KwanHoon y esta es su tripulación.
Sus brazos se abrieron en señal de una presentación rápida, la cual paso a la sala de juntas de aquel lugar, una mesa exactamente para doce personas como máximo, los colores de los muebles metálicos combinaban con el lugar, dejándome una buena impresión del diseño de interiores de la persona encargada, cuadros como diseño de un ambiente más juvenil, pero el olor de un dulce omega dejaba el lugar dejando mucho de que pensar.
- Me presento formalmente. - ordene cualquier arruga en aquel traje, levantándome del asiento que me habían asignado. - Mi nombre es Kim Namjoon, el nuevo director.
Mi mirada se fijó en cada persona, cabelleras naranjas, grisáceas y negras. Quizás, la manera de fijarme en un grupo de personas tan detalladamente y sentir tan profundamente ocultaba algo, buscaba algo más.
- Una manera efectiva de comenzar un ambiente mas apacible seria comentándoles un poco del yo desconocido. – Mis ojos seguían posándose en cada uno de los presentes, nariz, mirada, semblante y en algunos su aura incomoda. – Soy trilingüe, pintor retirado con aproximadamente seis años desde mi última pintura. – Una sonrisa traviesa apareció en mi rostro, dando un semblante tranquilo.
Cada persona hablaba, pero sus nombres después de que otro se presentaba, hacía que olvidara todos los anteriores, que malo era para esto y que agradecido estoy con los distintivos.
- Después de esta bienvenida, iré directamente al grano.
Las ideas comenzaban a venir a mi cabeza una vez abría la libreta en donde cada idea fue plasmada.
- La primera de ella acordaba nuevas alianzas, nuevos artistas, un evento que resaltara entre muchos de los que ya se habían hecho anteriormente en el museo, al menos seis nuevos artistas que podrán regresar al mundo de la pintura y escultura. Organización para nuevas excursiones privadas o no, compras en subastas que nos regalen nuevas obras de artes, completar colecciones, por lo tanto, estaré recibiendo cualquier tipo de sugerencia.
Anotaban cada palabra, escuchaban, asentían y seguían observando mi manera de expresar lo que tendríamos como nuevo trabajo en un futuro.
El sub-director Choi levanto la cabeza de su libreta para luego subir su mano, pidiendo oportunidad para hablar y así lo hizo.
- Director Kim, ¿Qué le parece hacer una exposición doble?
Mi ceño dejo muy en claro que quería una mejor explicación, el alfa aclaro su garganta y prosiguió con su idea.
- Hablo de una exposición en donde los buenos artistas tengan la oportunidad de presentarse en el museo, como una bienvenida a una nueva era para nuestro lugar. – Dio una mirada a todos los presentes y sus ojos volvieron a caer en mí. – Podríamos terminar escogiendo o votando por los dos mejores y darles la oportunidad a exposiciones propias.
La idea no sonaba del todo descabellada, pero votar para escoger a los artistas que se presentaran, podría ser de mal gusto para ellos y no deseo ni imaginarme el torbellino que pueda venir arraigado a una votación interna como esa.
- Estoy de acuerdo y espero todos lo estén. – El rostro del sub- director se ilumino, este hombre tendría unos 25 años, su rostro lleno de mucha juventud y aquellas facciones tan marcadas me hacían saber que quizás tendría a muchos detrás de este hombre. – Sin embargo, una votación por nuestra parte podría causar que muchos de los artistas se desliguen de cualquier exposición en un futuro, por lo tanto, estaré recibiendo demostraciones de buenos artistas en la capital.
El mundo preparaba ocasiones de las que jamás nos imaginamos, casualidades que creemos imposibles, pero impresionantes cuando estas golpean contra nuestra alma. Mi lobo lo sintió, un viejo lobo cascarrabias como el mío interno sabía que viajar a corea nuevamente cambiaría el rumbo de mi destino y mentiría si no mencionaría lo ansioso que me encontraba gracias a esto.
Ese nuevo camino, esas descargas eléctricas y aun no sabía de que se trataba, descargas eléctricas irreconocibles.
Y así cerro la primera asamblea de trabajo .
¿Qué podrá ser este extraño presentimiento?
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𝐿𝒾𝑒𝓃𝓏𝑜 𝒱𝒶𝓃𝑜➷ Namjin Omegaverse
Fiksi PenggemarEste es el mundo real, plano en donde Kim SeokJin desea ser dibujado, quiere ser arte, busca ser visto, un lugar en donde ser él mismo no conlleve una herida profunda y segura. En ese extraño lugar, existe Kim NamJoon, un artista sediento de creati...