Capítulo 19.

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-Tengo algo de apuro- Mintió.

-No me tomará más de cinco minutos- Aseguró Lucia, con el mismo tono.

Alex suspiró mientras apartaba la mirada, quedaban muy pocos autos en el estacionamiento, la jornada estudiantil había acabado hace bastante rato así que posiblemente eran los vehículos de los profesores.

La observó de reojo, se veía tan hermosa como siempre, con aquel maquillaje oscuro que resaltaba sus preciosos ojos verdes.

Aquellos que ahora se obligaba a no ver.

-Quiero hablar sobre ayer- Susurro -Y quiero-

-No sigas Lucia- La interrumpió -No lo hagas más difícil.

No quería oírla, ni verla. Quería huir de ella, era lo correcto, era lo mejor para ambos, en especial para ella.

-Quiero ayudar.

-¿Y yo he pedido tú ayuda?- Cuestionó, endureciendo su seño -Lucia- La llamó.

-De igual manera quiero hacerlo, Alex- Afirmo, tras un largo suspiro -No puedes pretender que te deje solo en-

-Siempre he estado solo, Lucia- La interrumpió - Y me había ido bien con eso hasta que apareciste y comenzaron los problemas. Y ahora...

Estaba cansado del asunto, de la discusión, incluso de la vida misma, pero no de ella. Las ideas de su mente estaban mezcladas, incluso sentía como le dolía la cabeza. Ahora las palabras quedaron en el aire, y en los ojos de Lucia pudo notar el pesar de sus palabras.

Una presión se instaló en el pecho de Lucia. Un sentimiento que caló sus huesos ante lo que acababa de escuchar. Entonces, sí era un problema a fin de cuentas; era justo como aquella noche en la cafetería.

-Vaya, lo siento por molestarte, en serio- Se disculpó con una sonrisa ironica en los labios, pasando sus manos por su rostro -Siempre he sido amante de los problemas, Alex, no puedes culparme por convertirme en uno- Señaló -Pero te juro que está vez quise intentarlo, quise hacer las cosas bien, quise ser todo menos un porblema- Explicó -Quise entenderte.

-Pero no puedes- Refutó -Ni mucho menos puedes imaginar cómo me siento. Ni siquiera entiendo porque te esfuerzas tanto, no somos nada, Lucia– Aclaró, ignorando el amargo sabor de esas palabras.

Fue un golpe bajo para ambos, tenían tantos sentimientos el uno por el otro pero nunca llegaron a nombrarlo, pese a sentir que lo tenían todo cuándo estaban juntos.

Pudo sentir como el enojo se hacía presente en ella, como sus palabras se adherían a cada poro de su ser y hacían eco en su cabeza.

¿Por qué tenían que tomar esa actitud? No lo comprendía, ¿Por qué no podía valorar un poco sus esfuerzos? ¿No hacía lo suficiente, acaso?

-¿Sabes Alex? Sí, nunca podré saber cómo te sientes, quizás tampoco pueda imaginarlo- Acepto -Pero tú tampoco tienes una mínima idea de mi sentir, tú no sabes que yo nunca me vi en la necesidad de buscar a nadie, ni me esforcé tanto por querer entender a otra persona como trate de entenderte a ti- Acuso con enojó -No me conoces, te lo dije desde el comienzo.

Él guardo silencio, y ella continuó.

-No sabes lo que es pensar que por primera vez pareces importarle a alguien, lo suficiente para dejarte convencer en hacer un vídeo que te seguirá el resto de tú vida- Escupió -Con el temor diario de que alguien lo descubra- Añadió -No sabes lo que es tener padres pero sentir que ni siquiera están ahí porque la verdad es que están tan decepcionados de ti que se han negado a verte por años- Hablo con dolor, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta -No tienes ni una maldita idea de lo que es pensar que por fin encontraste seguridad con alguien, y que al final esa persona también te aparte.

El idioma de tus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora