Capítulo 65.

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Escuchaba las ruedas de sus maletas rozar el suelo, distraído con su celular en manos, escribiendo un mensaje que lograba hacerlo sonreír.

-Tío Al- Lo llamo una aniñada voz.

Alzo la mirada, encontrando el pequeño cuerpo de su prima correr hacía él, abrazándose a sus piernas.

-¿Qué tal el vuelo?- Pregunto su tía.

-Cómodo- Sonrió, tomando a la pequeña en brazos -¿Feliz de pasar unos días con tu tío?

-Claro que sí, iremos a todos los parques- Asintió con vigor –Y me llevaras a la nueva heladería que abrieron cerca de la calle donde vivimos, también me acompañaras a las clases de danza-

-Lena, no satures a tu tío.

-Está bien- Negó en una carcajada –Cuándo termine los asuntos de la universidad iremos a donde quieras- Aseguro, detallando la felicidad que desbordaba de los azules ojos de Lena -¿Ya almorzaron?

-Te esperábamos- Contesto la mujer de cabello castaño –Lena insistió en comer con su tío.- Exagero con una sonrisa.

-Entonces vamos a comer- Hablo con una firme sonrisa en sus labios– Empezando a caminar con su prima en brazos.

...

Escucho como un firme toque era producido en la puerta, y aunque se extrañó porque sabía que su madre no solía tocar su puerta camino a ella de todos modos, tomando el frio pomo entre sus manos y girándolo con lentitud.

-¿Podemos hablar ahora?– Pregunto Daniella, en el marco de su habitación, sin inmutarse por la expresión de sorpresa en los ojos de David.

-¿Qué haces aquí?

–Tu mamá siempre quiso adoptarme, ¿Lo olvidas?– Cuestionó, posando una tímida sonrisa en sus labios –Quiero que al menos puedas escucharme.

–Sinceramente, no quiero hacerlo– Negó antes de volver a caminar hacía su cama, acomodándose en las sabanas.

–Deja de comportarte como un niño– Se quejó, entrando a la habitación, cerrando la puerta detrás de si –Nunca quise que esto sucediera, se escapó de mis manos.

-¿Y ya se lo contaste a él?– Cuestionó con enojó, incorporándose en la cama -¿Le contaste qué me besaste, que me juraste qué lo dejarías?

–No puedo hacerlo, David.

-¿Tanto temes quedarte sola qué no te importa mentirle en la cara?– Reprochó, poniéndose de pie -¿Cómo puedes besarlo, tomar sus manos?– Interrogó, alzando la voz -¿Cómo pudiste siquiera decirle qué sí mirándolo a los ojos?

-¿Crees qué lo hice? Mi mirada permaneció en el suelo cuándo le contesté, fue él quien me abrazó y después todos los chicos del equipo empezaron a correr como unos locos– Contó con enojó –Después te encontré con Alex, y vi aquel ramillete y... Joder.

–No te preocupes, me encargaré de que Matt te de uno idéntico– Comentó, detestando la amargura que inundó su boca.

–Necesito que me entiendas, que me perdones– Pidió, caminando hacia él –Que solo necesito que el baile termine para poder hablar con él, contarle la verdad–

-¿Y lo que yo necesitó?, ¿No cuenta lo qué quiero?

De repente cayeron sus palabras, mirando fijamente aquel color miel que se había oscurecido tanto.

-Nos queremos juntos...

–No– Negó con pesar, frunciendo sus cejas –Ya no quiero estar contigo, Mariana.

El idioma de tus ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora