Capítulo 39.

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«Haz planes, puede que no tenga tiempo para felicitarte está navidad. Pero te prometo que la siguiente la pasaremos juntos»

Perdió la cuenta de cuentas veces leyó aquel mensaje, como también la perdió de todas las veces que pensaba le había mandado el mismo texto. Su última navidad junto a su padre fue a los 13 años, sin tener algún indicio de que sería la última, de posiblemente, el resto de su vida. No era una niña, hacía años había dejado de serlo, y aunque estaba acostumbrada a los desplantes de su padre no pudo evitar el mal sentir de su alma.

Se tentó a responderlo, pero finalmente no lo hizo, solo dejo el celular reposar en la cama antes de caminar hacía la ventana de su habitación.

La cena de acción de gracias fue amena, y muy cómoda. ¿Podría ser lo opuesto? Le parecía complicado de creer si la mano del chico de ojos verdes encajaba sobre la suya bajo la mesa.

Alex se había ido hace horas, argumentando que debía ayudar a Richard con las compras para solventar los días que se quedarían ahí, que sería todo diciembre.

Llevo sus manos a sus labios cuándo sintió los dedos helados, sopló sobre ellos, tratando de calentarlos con su respirar. Percatándose sobre cómo se estacionaba el auto de Richard, dejando a la vista aquel hombre de cabello café junto al chico de ojos verdes.

Si no tuviera idea de qué Richard verdaderamente no era el padre de Alex, lo asumiría al instante, eran tan parecidos tanto en acciones como a la hora de expresarse, sin mencionar que se trataban como padre e hijo auténticamente.

No conocía al padre de Alex, tampoco lo había visto en fotos, pero sentía curiosidad por saber cómo era, y también se preguntó si después de tantos años finalmente estaría dispuesto a arreglar su relación con el chico de ojos verdes.

Giró sobre sus talones cuándo oyó un leve desliz bajo la puerta, caminando hacia ella cuando observó un pequeño papel en el suelo.

"Ve al patio en 20 minutos, abrígate." Él amargado.

Sintió como la curiosidad se instalaba en sus huesos, y sus labios se curvaban en una amplia sonrisa, carcajeó con fuerza cuándo leyó el apodo qué se había auto impuesto.

Corrió al armario que había llenado de ropa apenas llegó a su habitación, tomando las prendas íntimas que sabía eran las preferidas de Alex.

...

Noviembre era frío, y diciembre helado.

Pese a tener las manos entre los bolsillos de su gruesa chaqueta sentía como las puntas de sus yemas permanecían frías, se tentó a llevarla a sus labios, pero notó la proximidad de Lucia hacía él.

-¿El amargado?- Cuestionó de manera juguetona, a pocos pasos de distancia.

-Pensé que sería divertido- Mencionó con los labios curvados -¿Cenaste?- Pregunto.

Carcajeó antes de besar sus labios, inclinándose sobre la de los dedos de sus pies, sintiendo como Alex se aferraba a sus caderas.

-Remedios preparó una delicioso comida- Contestó con una sonrisa -Pero ahora me interesa saber que tienes planeado- Admitió antes de separarse.

-Primero te vendare los ojos- Contestó.

Sacó una corbata de color negro dentro de los bolsillos de su chaqueta -Y después iremos a un lugar especial.

Lo miró con duda, pero la emoción desbordó de sus ojos. No dijo palabras después de cerrar sus ojos, sintiendo de inmediato como una textura sedosa acariciaba su piel.

-¿Puedo preguntar a qué se debe la sorpresa?

-No- Beso sus labios de forma rápida -Pero solo esperó que te guste.

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