11. Un flotador

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«Un flotador. Cuando siento que me hundo tomo la primer mano que me estrechan. A veces trae consecuencias. La mayor parte del tiempo siento que soy... tóxica. Que daño a mi alrededor. Y aunque la mayoría del tiempo no quiero hacerlo, soy inútil luchando contra ello...»

Es extraño decirlo, pero creo que estoy saliendo de vuelta con Isaac.

O al menos, así fue la primera vez. Nos besamos y dimos por hecho que éramos novios. ¿Será ahora igual?

Estoy confundida de cualquier modo. Porque sigo sin quererlo de esa manera, pero a su vez, ese beso funcionó para que Mark dejara de mirarme todo el tiempo. Lo sé, lo estoy usando y está mal. No quiero hacerlo, pero ahora tampoco sé cómo decirle que lo sigo queriendo como mi mejor amigo.

—Tierra llamando a Panda.

Mi mejor amiga chasquea los dedos frente a mis ojos para llamar mi atención.

—Últimamente vives perdida.

—No me siento muy bien. —confieso, garabateando en mi cuaderno de inglés.

—¿Es por lo de Mark? ¿O por Isaac?

Suelto un suspiro.

—Los dos.

—Creo que estás cometiendo un error con Isaac... —dice de manera rápida, como si fuera a enojarme por eso.

—Lo sé —estresada, paso ambas manos por mi rostro—. Lo sé, pero no sé qué hacer ahora. ¡No quiero lastimarlo de vuelta!

—¿Es eso o es que quieres hacer sufrir un poco a Mark?

No respondo de inmediato. Porque sé la respuesta, y no me gusta.

—Lo imaginé —Rosalíe se encoje de hombros—. Pero esto va a terminar mal si sigue así.

—Prometo que voy a hablar con Isaac.

—¿Y qué harás con Mark?

Niego con mi cabeza.

—Nada. No quiero saber de él.

—A mí no me vas a mentir, Pandora.

Jadeo, enojada. Tiro el lápiz que tenía en la mano a la otra punta del aula. Por suerte está vacía a excepción de nosotras.

—Lo extraño —admito—. ¡Lo extraño demasiado! Pero rompió mi maldito corazón mintiéndome así. Pero a su vez, cada vez que lo veo quiero correr a sus brazos y no soltarlo más. Quiero que aparezca de sorpresa en mi ventana, que se cuele a mi habitación y que se duerma abrazado a mí. Quiero despertarme y que él sea lo primero que veo. Quiero ir a su casa, seguir conociendo a su familia, hacer noche de películas y comida chatarra. Quiero tener charlas largas y profundas sobre todo. Lo quiero a él a mi lado, ¿es mucho pedir?

—No —me da un apretón en la mano y quita una lágrima de la que ni siquiera me di cuenta—. Entiendo cuánto te lastimó, tu enojo es natural. Date tiempo. Dale tiempo a él. Ya verás cómo las cosas se irán poniendo en su lugar.

Con ojos llorosos levanto mi dedo meñique. Rosalíe ríe, pero aun así entrelaza su dedo con el mío.

AAABBBDDDCCC

Isaac me acompaña a casa luego del instituto. Me rogó mucho, así que no tuve otra opción que decirle que sí.

No fuimos de la mano ni nada por el estilo, por suerte. Sé que debo hablar con él. Y cuanto antes mejor, pero no creo que sea ahora el momento. Tengo miedo de su reacción.

No quiero perderlo.

A la llegada a la puerta de mi casa, por instinto y porque supongo que es lo correcto, cierro mis ojos esperando un beso de Isaac. Uno que nunca llega.

El diario de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora