12. Decepción

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«Siempre pensé que la esperanza era mala. ¿O las personas lo son? No lo creo. El problema lo soy yo. Idealizo demasiado rápido... y al final me termino decepcionando. ¿O será que todos me ven como alguien a quién poder pasar por encima fácilmente? ¿Será que el resto me ve tan débil que pensarán que cometiendo errores lo arreglarán con un simple "lo siento"?»

He tenido días buenos y días malos. Días perfectos y días horribles.

Pero, definitivamente, el de hoy se cataloga como el peor de todos.

Tengo que aclarar que empecé con el pie derecho desde que me levanté de la cama, porque la alarma simplemente no quiso sonar y tuve que prepararme demasiado rápido para no llegar tan atrasada al instituto. Obviamente el bus escolar ya había pasado, así que no tuve más opción que ir caminando, aunque más diría corriendo.

Al parecer la suerte la había dejado durmiendo en la cama, porque apenas hice una cuadra una lluvia interminable comenzó a caer de la nada, empapándome de pie a cabeza junto con todo, obviamente, lo que llevaba encima. Ya no tenía tiempo de volver a cambiarme a mi casa, así que no tuve más opción que llegar no sólo con un atraso de veinte minutos, si no también echa un charco de agua.

Para empeorar un poco más todo, no sólo mis compañeros se rieron de mí, ni bien apenas senté el trasero en la silla, un examen me fue dado en mesa. Ni siquiera llegué a pestañear o a colar mi cabello del agua.

Así que ahora, heme aquí en la cafetería, sola, mojada y enojada con el mundo.

—No te veo muy bien.

Mi corazón se paraliza, olvidando todos esos sentimientos de enojo atrás, para darle paso a la desesperación. Yo agradezco en este momento no maquillarme demasiado para salir de casa, porque de ser así, ahora parecería un panda y no quiero que Mark me vea así algún día.

—¿Te sientes bien? —habla de nuevo, pero esta vez posicionándose frente a mis ojos. Estoy nerviosa después de nuestra conversación de anoche, así que solo hago un asentimiento de cabeza en respuesta—. ¿Puedo sentarme aquí?

—Ajá.

El rubio se sienta frente a mí y noto que ya está un poco mejor de lo que lo vi estas últimas semanas. Ya no tiene ojeras, su pelo no parece opaco y no está tan pálido como la última vez que me fijé bien en él.

Me alegra que esté mejor.

—¿Cómo estás?

Me encojo de hombros, tomando un sorbo de mi sopa.

—Mojada.

—Eso es caliente. —asevera con tranquilidad, y me doy cuenta tarde de que lo que dije podía ser tomado con doble sentido.

—No... Yo...

—Sólo bromeaba.

Suelto un suspiro.

—Tuve un día realmente malo hoy —no sé por qué le cuento, pero siento demasiadas ganas de hablar con él como si nada hubiera sucedido entre nosotros—. Parece que todo va a salirme mal.

—No seas tan negativa —se queja, ruedo mis ojos—. El día puede mejorar todavía. Recién es la mañana.

—Estoy segura de que no puede.

—Falta poco para irnos, puedes llegar a tu casa y con este día lluvioso nada es mejor que acostarse a ver películas.

—Bueno, eso sí es lo único bueno y... —me pego con una mano en la frente—. ¡Mierda!

Mark mira hacia todos lados como buscando algo que me haya hecho reaccionar así.

—¿Qué te pasa?

El diario de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora