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Era un día como cualquier otro en la comisaría de Los Santos.
Entro tranquilamente al vestuario y me pongo mi respectivo uniforme para luego ir a recoger las armas reglamentarias, al estar lista salgo a atender las primeras denuncias del día.
—Hola buenos días, ¿que se le ofrece? -preguntó llegando hacia un chico de suéter naranja que no paraba de gritar que lo atendieran.
—Que me han robado el coche en mi puta cara señorita, yo no entiendo esta puta ciudad -habló enojado, tenía un acento gracioso a decir verdad.
—Bien señor, ¿cuál es su nombre? -pregunto sacando el blog de notas de uno de los bolsillos traseros de mi pantalón.
—Segismundo García señorita -suspiré.
—Bien Segismundo, ¿puedes darme los detalles de lo sucedido?
Veo a Greco entrar por la puerta principal de comisaría y siento como comienzo a ponerme nerviosa mientras más cerca de mi se encuentra por lo que me concentro en escribir lo que me dice el ciudadano frente a mi.
—Gemma, buenos días -saluda sonriendo.
—Buenas comisario Greco, ¿Qué tal va? -saludo mientras volteo un poco hacia arriba sonriendo ya que es demasiado alto a comparación de mi.
—Todo bien, a empezar a currar de nuevo, ¿te apetece que patrullemos juntos?
—Claro, solo termino de atender esta denuncia y voy -sonrío.
—Copy, la veo fuera.
Asiento con la cabeza un poco sonrojada y me concentro en terminar la denuncia.
—Perfecto Segismundo, ya está lista su denuncia -sonrío guardando la hoja de la denuncia en uno de los cajones del escritorio.
—Muchísimas gracias señorita.
—No es nada, vaya con cuidado y nosotros le mantendremos informado sobre cualquier cosa.
Cuando lo veo salir me dirijo al vestuario para ponerme un chaleco antibalas y ahí me encuentro a Gustabo y Horacio los cuales me saludan amistosamente.
—Hombreeee la señorita Rodríguez -dice gustabo guiñando un ojo.
Era cierto que casi todos en comisaría sabían sobre mi enamoramiento con el comisario Greco, claro, todos menos el.
—Joder, cállate -le doy un manotazo ligero.
—¿Patrullamos en trinomio o qué? -pregunta Horacio.
