Capítulo 32 - Intranquilidad

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Se acerca el cumpleaños de Lucas y estoy decidida a sorprender a Mister Sorpresa, él siempre me llena de mimos y momentos mágicos. Este última temporada lo he notado muy cansado,  no sé si es que está frío y hay poco sol o que está lleno de trabajo hasta más no poder, pero a pesar de su mucha energía en casa está muy pensativo con una expresión preocupada que no tenía. Todavía no sé que voy a hacer exactamente, pero tiene que ser algo que no se espere ni en un millón de años.

En el trabajo decidí traspasarle a Nina muchas más de mis responsabilidades y volver a trabajar al café en contacto con los clientes, abrimos uno cerca de casa y decorarlo e inaugurarlo, me hizo recordar lo mucho que me gustaba estar allí en contacto con la gente en comparación con estar en la oficina, el equipo es cada vez más grande y Tom con la ayuda de Nina tienen todo bajo control.
Mis abuelos están viniendo cada vez más seguido porque Milou está tan grande que  tenemos que asistir a sus presentaciones cada vez más seguido.

Siento que llamen a la puerta y salgo corriendo, para recibir a mi hermano que decidió hacer un alto y dignarse a visitar a su hermana favorita.

Lucas tenía una reunión de trabajo que iba a terminar tardísimo nuevamente y yo no quería volver a comer sola. Todo mi entusiasmo se me esfumó de la cara cuando vi que era el joven de las entregas, le firmé y abrí el sobre, pensando porque no lo enviarían por el correo regular.

Era una hoja blanca excepto por una letra C mayúscula escrita a máquina, sin remitente, excepto por mi nombre, vacía sin nada más que la letra C. Me sentí muy incómoda, no lograba entender que suponía que significaba eso, pero me daba una mala sensación, la puerta volvió a sonar y esta vez si era Christian.

Abrí tratando de disimular lo incómoda que me sentía. Chris me examinó y frunció la mirada.

—¿Qué significa esa cara Aurora Balic?—

Yo todavía tenía el sobre en mis manos, no sabía que decir exactamente, pero inventé la excusa perfecta:

—Tengo tanta hambre que solo voy a volver a sonreír cuando tenga comida en la panza—

La risa de mi hermano me relajó y aproveché que Chris y Evans llegaron como locos a saludarlo para esconder el sobre.

Nos reímos tanto que me dolía la cara, encontramos un influencer que le hablaba a las vacas y los caballos en la pampa argentina. El tonto de mi hermano se terminó los gnocchis y lamió el plato como  si tuviera 5 años, yo le quité el plato y le dije que se había quedado sin postre.
Cinco minutos después se había mandado toda la fuente del Brownie y con la boca llena de comida gritaba:

—¡Berta, qué haces comiendo fuera de horario!—

En eso estábamos cuando llegó Lucas como desaforado a la cocina, cuando nos vió la expresión se relajó, pero yo no entendía porque había entrado así en primer lugar.

—¡Hola Amor, que alegría verte antes de dormir!— le dije realmente feliz de verlo antes de lo esperado.

El tonto de mi hermano interrumpió antes de que Lucas pudiera decir algo.

—Si Amor, que lindo que es ver tu cara de muñeco antes de dormir—

Lucas se le abalanzó y empezaron a forcejear como lo hacían todos los días en la época de la universidad, después de unos minutos se mataban de la risa.

Lucas se me acercó con una sonrisa de niño y me dio un beso enorme tanto que Chris gritaba:

—¡Basta! Si no se sueltan me voy. ¡Loco! ¡Basta!—

Lucas se empezó a reír antes de soltar el beso y le respondió.

—¿Qué quieres que haga si vuelvo a casa y me encuentro una princesa?—

Yo me sonrojé, le tapé la boca a mi hermano que iba a responder alguna tontería. Se sentaron a mirar el resumen de los deportes mientras yo limpié y recordé la desagradable carta, la saqué del escondite provisional y la llevé a mi oficina.
Tomé mi IPad y me senté entre Lucas y Chris que conversaban del deporte como que el mundo se iba a acabar,  yo aproveché de avanzar en responder emails y mirar ideas para el cumpleaños de Lucas, mientras estaba en medio de mis dos personas favoritas.

Ojalá me pudiera quedar así por siempre, casi nunca me dedicaba a las cosas del trabajo cuando estaba en casa, pero me sentía insegura y quería pensar en otra cosa, entre mi hermano y mi marido me sentía protegida y aunque no entendía completamente mis emociones, estar con ellos era lo que más necesitaba, por alguna razón me sentía más emocional que de costumbre y no sabía que hacer con el asunto.
Las cosas del trabajo cumplieron su propósito y logré desconectarme de mis preocupaciones.

Me quedé dormida entre mis dos baluartes y solo la mañana siguiente me di cuenta de que había caído tan profundo. Lucas se había encargado de todo y el desayuno olía de maravilla. Yo me terminé de maquillar y fui a mi oficina por mis cosas para el día y mi expresión feliz cambio cuando vi el lugar donde había puesto el sobre.
En la cocina me esperaba Lucas vestido impecable y yo con ganas de que se quedara conmigo. Ya no quería ir a trabajar y me sentía mareada. Sabía que tenía que contarle a Lucas, pero tenía un contrato tan importante por concretar durante la semana que prefería esperar a que estuviera más relajado, ya había sido el marido más maravilloso y me había hecho mi desayuno favorito y no quería abusar de su tiempo.
Disfrute cada minuto de su compañía y me despedí de él con ganas de pedirle que se quedara conmigo, pero no lo hice.
Él me sonrió, me dió un beso y uno más en el pelo y se fue diciéndome lo mucho que me amaba.

Yo le mande un email, para agradecerle lo feliz que era con él para que en el trabajo se acordara de mí, tomé mi bolso y caminé al auto y a salir vi un sobre en la puerta, idéntico al anterior. Lo abrí con rapidez y solo había una letra O.

Me sentía tan mal que me devolví cerré la puerta y me senté. Pedí un Uber porque no quería manejar y llegué al trabajo, las ocupaciones me distrajeron, pero no lo suficiente para que se me olvidara por completo. Me preguntaba que significaban esas cartas y de quien podrían ser. No parecían algo bueno y mi sensación de intranquilidad solo aumentaba, después de almorzar con Anna, me concentré en el catering que teníamos que planear y la tarde se me hizo más llevadera.

Esa noche Lucas llegó temprano, pero porque tenía que viajar para reunirse con los clientes potenciales, no estaba planeado, pero era importantísimo que lo hiciera. Justo esa tarde Amelie tenía una presentación de gimnasia y mis abuelos se iban a quedar en casa así que traté de esconder mis emociones y lo ayudé con su maleta. Sé que se sentía culpable y yo realmente no quería que se fuera, pero sabía que ese contrato era muy importante para él, así que lo animé y le aseguré que todo iba a salir bien. Le di un beso, se subió al taxi y mi corazón se quedó congelado.

The Last ChanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora