Capítulo 11

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Para mi sorpresa sólo hay un paquete de regalo, le cuelga una tarjeta que contiene mi nombre. Sin remitente alguno. Levanto la vista examinando con detención hacia todos lados, pero no hay rastro de nadie.

Luego del asunto del paquete misterioso nos fuimos a dormir. La mañana de navidad consistió en un espectáculo resplandeciente, el paisaje era tan hermoso que parecía magia real. Todos estábamos disfrutando de un tazón del chocolate caliente especial de Allie que tenía a Jayden teniendo un mini ataque de emoción. Tom estaba a mi lado acariciando mi cabello, yo sólo rogaba internamente que nadie lo notara. Encontré los penetrantes ojos de mi mejor amiga mirándonos fíjamente. Yo me paré de un salto y casi hago que Tom se bañe en chocolate. Yo trataba de disculparme mientras el negaba con la cabeza intentando que dejara de hacerlo con esa sonrisa capaz de derretir el hielo. En serio Elsa, el invierno está en riesgo con Tom suelto.

Decidí que era hora de entregarle mi regalo o más bien una parte de él, si saben a lo que me refiero. Así que di saltitos de emoción y se lo alcancé, sus ojos grises me miraban intrigados mientras lentamente desarmaba el lazo. Estaba desesperada por su lentitud, mi estilo es destrozar el envoltorio, pero Tom fiel a la paciencia que lo caracteriza lo abrió con sumo cuidado.
Fue toda una hazaña meter el "resto" del regalo en la cochera sin que él lo notara. Tom levantó la llave del pequeño envoltorio y me miró con tal asombro, que sólo con eso estaba satisfecha. Lo tomé de una mano y lo arrastré, porque las piernas no le respondían. Su cara al ver al General Lee con todos los accesorios originales era algo fuera de serie.
¡Aurora, dime que no estoy soñando!
Solté una risotada y le animé a tocarlo. Nunca pensé que esto sería tan divertido, Tom acariciaba su nuevo auto con tanta suavidad como si fuera de arena a punto de desmoronarse. En cuando logró salir de su estado catatónico corrió hasta mí y me levantó en el aire. Casi estuvo a punto de besarme, pero el carraspeó de mi hermano nos devolvió a ambos a la realidad, una dónde todos incluyendo a Chris y Evans nos estaban viendo. Mi cara tomó su usual tono radioactivo, realmente lo detesto, porque hace todavía más evidente mi vergüenza. Robbie decidió salir en mi rescate y comenzó a hablar de la pintura del auto.

Con las cosas más calmadas me dediqué a repartir regalos. Ana saltaba sin parar sobre el sillón agitando frenéticamente los boletos VIP para el concierto de Maroon 5 que le obsequié, Allie y Jayden se abrazaban con emoción por su gift card en equipamiento de cocina de Amazon. Sofi me miraba avergonzada, mientras mi hermano me rompía el cuello con los ojos como si dos románticas semanas en Hawaii no fueran un regalo maravilloso. Todos parecían felices con sus obsequios pequeños y grandes y yo tenía ganas de congelar el momento en mi memoria.

Tom tocó suavemente mi hombro y me entregó un sobre, su cara de emoción se multiplicaba a cada segundo. Lo abrí y desdoblé el papel, pero a simple vista no lograba entender que significaba, mis ojos se agrandaron como sandías cuando me dí cuenta que se trataba de las escrituras de una casa en la playa.

Unas horas hacia el sur siempre es verano, primero pensé en regalarte un viaje a las Bahamas, pero llevas dos años necesitando vacaciones y un par de días serían insuficientes. Ahora cada vez que tu mente grite vacaciones, tus palmeras, tu playa y tu arena van a estar esperándote—.

Acercó su Ipad para mostrarme el lugar, por un instante tuve miedo que se hubiera gastado todo su dinero en una mansión a la orillas de la playa, con intenciones de hacerme vecina de algún famoso, pero si se trata de Tom no hay nada que temer. En las fotos se apreciaba un cottage adorable decorado en tonos azules y blancos, con inspiración surf shack tan pequeño y acogedor que quería tomar mis maletas y salir volando a la felicidad. Lo abracé por varios segundos, pensando en lo afortunada que soy, sólo lo solté para que me asegurara que iríamos juntos a conocerlo. Con esa sonrisa encantadora me lo prometió por la garrita, igual que cuando éramos niños.
Las actividades del resto del día se concentraron en los exteriores, Jayden me obligó a estrenar su presente, una chaqueta de nieve que juró que había escogido sin ayuda de Ana. Ella se reía a carcajadas y él la miraba con rayos láser. Ese par de locos.

Los guantes y el gorro de lana que Sofi tejió y eran el complemento perfecto para salir a la batalla campal de bolas de nieve, Chris aprovechó para lanzar fuera sus frustraciones con tan mala suerte que dejó a su pobre futura suegra knock out. Afortunadamente no fue nada serio y despertó librándolo de una vida tras las rejas. Pasamos el resto de la tarde haciendo ángeles de nieve y fabricando Olafs a pedido de una bebé muy exigente que hoy estaba vestida de árbol de navidad.

Ana aprovechó un momento de descuido y me lanzó hacia mi habitación mirándome con cara de esta de esta vez no vas a escaparte.

Antes de que comiences a interrogarme, quiero decir en mi defen...
¡En tu defensa nada!

Me interrumpió saltando sobre mi y atacándome con cosquillas. —¿Qué clase de mejor amiga eres, si me tengo que enterar que tienes novio por accidente?me gritó mientras yo me reía como una hiena.

–¡No tengo novio!

—¡Si tienes!

—¡No mientas! ...conozco era cara de perrito con pulgas que andas trayendo... ¡y no te atrevas a seguir mintiéndole a tu mejor amiga!soltó abalanzándose una vez más sobre mí.

Terminamos las dos en el piso, con aspecto de Alex de Madagascar en su modo salvaje y un tremendo dolor de panza de esos que vienen por la risa. Ana me miró con esos ojos azules que me eran tan familiares, como tratando de leer mi mente. —¿Estás enamorada?preguntó con algo de preocupación y ternura.

No lo sédije haciendo una larga pausa.

He avanzado en muchas cosas, pero si te soy totalmente honesta, no recuerdo como se sentía estar así o si estoy lista para dejar el pasado atrás—.

The Last ChanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora