Estrellas doradas

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El tejado...cuando un día agobiante terminaba me recostaba en el para ver el cielo, las estrellas me acompañan mientras la música de mi celular suena, era mi momento favorito del día, me que ahí un buen rato hasta que el sueño me ganó.

《El inicio de todo》


Me desanima volver a tener que hacer lo mismo de siempre, en mi casa todo está en orden pero al salir, es como si una bomba de estrés cayera sobre mi, me sentía vacío y sin ganas de continuar, mi cuerpo pesado y mi mente llena de pensamientos deprimentes, como si una lluvia constante me atormentará.

Siento mi mente enferma de tantas cosas que no quiero hacer y debo hacer, tan triste y agobiado que no quiero saber nada más.

Las estrellas tan brillantes encima mío, las veo pero son tan lejanas de mi y aunque sepan mis penas, siempre brillan.
Me siento tranquilo al saber que estoy debajo de ellas y no me ocurrirá nada, porque de alguna manera siento que su brillo me protege.

Me desperté por una voz, todo estaba silencioso a si que me sorprendió, fue la primera vez que me quedé dormido encima de mi casa, las nubes estaban más densas que antes y el frio calaba, ví de dónde provenía el sonido y me asome a la casa de al lado.

En el balcón se encontraba un chico sentado en una silla de herrería, su pelo negro algo largo con un mechón sobresaliente, sonreía mientras tarareaba la canción que se reproducía en mi teléfono, hasta ahora es la primera vez que veo a uno de mis vecinos, no tengo tanto tiempo para conocer a todos los que están a mi alrededor, y aún así se ve tan interesante que me da curiosidad, no pude contenerme para llamarle.

-¡oye!- le grite y se espanto, seguramente no sabía que le escuchaba y eso me hizo gracia, me reí y después le pregunté.
-¿Cómo te llamas? - me acomode para verle mejor.

-Soy Shuichi- que divertido se escucha.

-¿Siempre has vivido a mi lado, Shuichi?

Se rió un poco -Supongo que sí- es extraño, su cara no volteó hacia mi y se veía algo perdido -¿Cuál es tu nombre?- dijo sereno con un tono propio pero dulce.

-Kokichi- sonreí tanto pero no me vio, era interesante está sensación, hasta ahora todas las personas gritan y son molestas, estoy cansado de escuchar las quejas de los demás y lo peor es que no me las dicen a mi pero estoy obligado a escucharlas, y esta persona se veía tan fresca que la envidiaba.

-Kokichi, que lindo suena- he de decir que su voz es bastante linda, muy aguda para un hombre pero tranquila.
-La música que escuchas me gusta pero me es difícil encontrarla - rió con pena.

-¿Por qué no puedes buscarla?.

-No puedo ver, y...es algo dificil- me lo esperaba por su actitud pero no quería preguntarle, no me sentí incómodo pero si algo triste.

-Yo salgo todos los días así que... no sé si quieras escuchar la música que pongo o....- por primera vez volteó su cara a dónde escuchaba mi voz, emocionado, sus ojos son lindos y de un color extraño, dorados, igual que las estrellas que me escuchan cada noche.

-¿Crees que puedas poner más música para mi? ¿Diario? -me alegre al verlo así.

-¡Claro que sí! -el tono de mi voz no podía ser más feliz, quizás elevo un poco mi ego.
-Asegúrate de salir siempre, aquí estaré - se rió ante el tono de mi voz.

-Espero que sea verdad- mostro una sonrisa que me enterneció,  fue tan dulce que me hizo saber que fue la mejor decisión que tome.

-Espero que sea verdad- mostro una sonrisa que me enterneció,  fue tan dulce que me hizo saber que fue la mejor decisión que tome

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