IV

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-Isabella ¿qué has hecho?- preguntó Hannibal.
Ella se encontraba sentada con una mano ensangrentada y la otra en el puente de la nariz.
-Sobrevivir, es obvio, era él o yo- respondió.

Hannibal sonrió condescendiente,  llevó a Isabella a la sala y él volvió a la cocina tenía que buscar con que limpiar el desastre. Ya en la cocina preparó un té donde coloco un sedante, también preparó varios paños húmedos para limpiar y regresó.

-Te preparé un té- Isabella levantó su mano para recibirlo, a lo que Hannibal agregó -antes de tomarlo dame esa mano, debes de limpiarla así evitarás manchar otros muebles.
Isabella extendió la mano derecha y Hannibal pasó el paño húmedo por la mano limpiando todo rastro de sangre.

Luego preguntó -el arma dónde está, esos cortes no se hicieron solos.
Isabella dejo su té sobre el sillón y con una sonrisa cansada fue a la cocina, se acercó al cuerpo del jovencito y extrajo un cuchillo pequeño que se usaba para filetear pescado. Al principio batalló un poco para extraerlo ya que estaba profundamente enterrado, cuando salió del cuerpo una explosión de sangre a borbotones empapo aún más el cádaver y el suelo de la cocina. Una vez que se lo entregó a Hannibal, el cuchillo fue limpiado y puesto en su lugar.

Ya de regreso en la sala, lejos del cadáver, Hannibal habló.
-Ahora explícame qué paso, porque a este chico sé que lo conozco.
Isabella respondió -sí, lo conocemos, fue hermano de la última víctima de Jobs, se llamaba Bernad, quería matarme.
Hannibal elevó una ceja a modo de interrogación.
-Sí, quería matarme- continuó Isabella, -vino a buscarme pidiendo ayuda y luego afirmaba que yo tenía una conexión con Jobs entonces quería acabar "con la perra maldita que indirectamente mató a su hermana."

Hannibal al terminar de escuchar eso, se quedó confundido, había algo que Isabella no le estaba diciendo, pero decidió que tal vez con un poco de confianza, ella más adelante se lo contaría todo y él esperaría.

Isabella terminó de beber el té, exclamó -oye a propósito, no te noto escandalizado y tampoco has llamado a Crawford.
Hannibal le respondió -no hay por qué hacerlo, ya me has enseñado que sabes sobrevivir, tú misma lo dijiste hace dos días, además es un cadáver de alguien maleducado que difama a las personas.

Isabella sonrió -vaya hasta que alguien entiende el concepto de supervivencia.
-Entiendo este concepto y mucho más de lo que te imaginas- replicó Hannibal.
-Ah...si y de qué más entiendes- preguntó ella.
-Confía y espera, Isabella- dijo él.
Hannibal veía como Isabella caía en un adormecimiento suave, el sueño la iba consumiendo y él solo sonreía, definitivamente no se equivocó, esa niña valía la pena.
-Voy a ayudarte Isabella, confiaré en ti- exclamó Hannibal.
Isabella iba relajando sus facciones y solo atino a cerrar los ojos en forma de asentimiento, pronto se quedó dormida.
-Pero aún no es momento de que sepas mi verdad, por lo mientras debes descansar no hace mucho saliste del hospital- Hannibal cargó a la chica y la llevó a su habitación, la acosto y arropó con una manta, bajo las escaleras, fue directo a la cocina, sin prestar atención al cadáver, vio el juego de cuchillos que aunque rudimentarios, le servirían.

Días antes
Hannibal despertó del sueño y se encontró con un Will observando atentamente a través de la ventana de ese cuarto de hospital, con cuidado se levanto de su asiento y se acercó a él
-No pensé que vendrías- dijo Hannibal que se acercó demasiado, invadiendo su espacio personal.
Está acción sorprendió al agente, pero se sintió muy cómodo con ello. -Tenía que venir, después de todo es mi compañera de trabajo- respondió él.
-Tienes razón, tenías que venir a ver como se encuentra- exclamó Hannibal.
-En efecto y cómo está- Will intentó seguir la conversación.
-Bien, se recuperá muy pronto, quizás solo pase dos noches en este hospital; la herida no fue profunda y la atención fue inmediata, pero yo necesito saber si estás bien- explicó el psiquiatra mientras colocaba una mano en el hombro de Will.
-Te parece que eso lo platiquemos en la consulta, no es cómodo hablar de cómo mate a un criminal en un hospital- pidió Will que se sentía nervioso por el repentino contacto.
-Cierto, se hará lo que tú quieras- dijo Hannibal que le sonreía de manera tranquila pero seductora.

Dinastía LecterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora