VI

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Isabella en la comodidad de la habitación se desvistió y se coloco su pijama, con calma camino a su tocador y con mucho cuidado se quito los pupilentes eso le dio un cambio en su mirada ya que sus ojos eran verdes claros y los pupilentes aparentaban tonalidades de azul. Luego acudió al cuarto más apartado de su departamento, era una especie de bodega en donde otro tocador la esperaba.
El tocador tenía un estilo antiguo, un exquisito trabajo hecho en madera labrada representando imágenes de los Campos Elíseos, donde había flores preciosas y los dioses vivían, perteneció a su madre.
Ahí retiro las protesis faciales y se desprendió de la peluca dejando caer su hermoso cabello rubio y mirándose al espejo, el rostro de Mischa Lecter se dejaba ver en plenitud.
Su rostro, era un poco alargado, su piel de tonalidad dorada, con una nariz grácil, pomulos firmes y ojos verdes, con unas pestañas tupidas, además de unos labios delgados, pero bien delineados, por fin libre de máscaras, tomo la fotografía que estaba en ese tocador, donde se veía plasmada el único tesoro que tuvo en su vida.

Aquella fotografía retrataba a su familia, sus padres jugando con ella y su hermano. Su padre el conde Saulé Lecter un hombre fuerte y protector, que era tan amoroso con su familia, pero frío y despiadado hasta la crueldad con los demás; su madre la condesa Audra Sterling Lecter, una mujer de cáracter, decidida e inteligente y de la cual ambos hijos heredaron sus ojos.
Mischa no pudo evitar llorar, ese estúpido conflicto se los había arrebatado y luego la tragedia había llegado a su vida quitándole a su hermano, cerró sus ojos y recordó esa noche.

"Era una noche fría de invierno tan característica de Lituania el llamado de la asistente de Lady Murasaki resonó en el jardín:
-Joven Lecter, su tío quiere verlo.
-Gracias Chiyoh, voy en un momento- respondió el pequeño Hannibal quien con 11 años ya llevaba sobre sus hombros la responsabilidad de su familia, ya que se hacía cargo de su hermana menor y en unos cuantos años llevaría el mando los negocios de su padre. Ya que luego de la muerte de ambos, alguien tenía que llevar las riendas de la dinastía Lecter.
Ambos niños jugaban en el jardín, así que Hannibal quisó llevar a su hermanita adentro, no debía dejarla sola, estaba ahí para protegerla.
-Mischa, vamos tío nos llama.
-Pero Hannibal,  yo quiero quedarme aquí, vamos, dame permiso.
Mischa la pequeña de 5 años, estaba feliz de corretear y jugar en los jardines de la mansión, le sonrió y ante esa brillante sonrisa el pequeño Lecter no podía negarse.
-Esta bien Mischa, pero te quedas aquí y no te muevas hasta que regrese.
Mischa asintió feliz y el niño se fue.
No habían pasado ni siquiera unos minutos cuando unos hombres salieron de los arbustos y la atacaron, la fuerza brutal era demasiado para un niña.
Aunque ella lograba dar batalla, en uno de esos momentos de lucha gritó:
-HANNIBAL!!!
Los hombres se alertaron ya que vieron tres figuras venir hacía el jardín y terminaron por amordazar a la pequeña.
Lo último que vio, la pequeña Mischa, antes de caer en la inconsicencia fue como el otro hombre levantaba una pinzas de jardinería y asestaba un golpe contra alguien, del cual solo se oía un chillido agónico igual al de un cordero."

Las lágrimas seguían bajando por sus mejillas mientras abrazaba la fotografía, cuando hubo recuperado la serenidad.

Se enfocó en la tarea que debía hacer tomó del cajón izquierdo las nuevas protesis faciales y con cuidado se las coloco; una vez fijadas y asegurándose que no había un cambio en su rostro, se dirigió al armario cerca del tocador, donde saco una peluca de cabello castaño completamente lacio, esa la usaría mañana que regresaba al trabajo, luego fue directo a su habitación, dispuesta a dormir.

Se había dado aviso de un cementerio órganico a las afueras de Baltimore, unos chicos lo habían encontrado y de inmediato acudieron unidades, pero al ver la gravedad del asunto llamaron a fuerzas especiales, es decir Will Graham e Isabella Langdon.

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