Prólogo

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La miré y una vez más, de hecho la última en ese verano, con lágrimas rodando por mis mejillas como si la punta de mi barbilla fuera la meta, me despedí.

- Te echaré de menos Mia.- dije entre sollozos y ella me abrazó.

- ¿Nos vemos el año que viene?- me preguntó con los ojos enrojecidos, pero sin lágrimas. Mia es de las típicas personas que consiguen no llorar cuando la situación lo requiere. Eso me fascina ya que yo hacía rato que tenía la cara húmeda a causa de mi llanto.

- ¿A caso lo dudas?- le respondí con una amplia sonrisa y las dos reímos para suavizar el adiós que pronto a alguna se nos escaparía de la boca.''Al menos no me iré llorando'', pensé. Siempre he creído que las despedidas empiezan mojándote el rostro de pequeñas gotas sentimentales y terminan secándose a causa de las risas finales.

Mia miró al suelo y se quedó así durante unos segundos, había algo que le preocupaba. Le dejé espacio y empecé a despedirme de todos los que me habían acompañado al aeropuerto. Empecé con Elisabeth que estaba muy triste, luego me dirigí a Paula y cuando pensé que no quedaba nadie, allí estaba él con los brazos en cruz sobre el pecho y sus ojos clavados en mí. ''¿Qué hace ahí?, ¿no va a decirme nada?'', se preguntó mi subsconsciente. Cuando volví ha abrazar a Mia para embarcar Alan se plantó a mi lado y se apresuró a decir:

- Juliett odio decir adiós... ¿Podemos dejar esto en un ''hasta luego''?- sentenció con los pómulos y los ojos enrojecidos.

- Por supuesto, hasta el verano que viene más bien- dije con una risita tonta y él asintió- hasta el próximo verano- dijimos los dos al unísono.

Cuando el ''nos vemos pronto'' salió por última vez de mi boca me giré y sin mirar atrás subí al avión, con destino a Barcelona. Me senté en mi respectivo asiento e intenté cerrar los ojos, dormir durante el trayecto, pero sus caras relucían en la previa oscuridad al sueño. Demasiadas experiencias, nuevos amigos y muchos recuerdos se quedaban ahí, atrapados en el vacío que hay entre el tiempo y la distancia que nos separa a todos. Yo sabía que en cuanto desaparecí entre la multitud del aeropuerto todos entendimos que en ese instante, el conjunto de experiencias que habíamos vivido, se quedaría hibernando hasta el verano siguiente.

Finalmente decidí encender el ipod y poner un poco de música, el ruido de los motores se oía más de lo que pensé. Mientras sonaba Kiss Me llegué a una conclusión: la sensación de tener un espacio deshabitado dentro de mi corazón, con tantos kilómetros por medio, solo se iría llenando si soñaba con todo lo sucedido.

Durante mucho tiempo solo quise dormir hasta que entendí que así no se solucionan las cosas... Pero pronto empezaron las clases y el calendario parecía estar entrenando cada día para correr una maratón, los meses volaban y cada vez quedaba menos para Julio.

Buscando a MiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora