Salimos del hotel y puedo contemplar perfectamente el Big Ben. El alojamiento que ha escogido Mia ha sido muy acertado; es céntrico, bonito y acogedor para dos personas como Alan y yo.
Nos dirigimos a la parada de bus, caminamos a un ritmo tranquilo. Pero cuando vemos que el que tenemos que coger está a punto de salir comenzamos a correr. Alan hace aspavientos con los brazos y yo grito desesperada. El conductor parece darse cuenta porque abre las puertas justo antes de pisar el acelerador. Subimos rápidamente y mientras Alan pica los billetes, yo me disculpo por retrasar su ruta. El hombre, con un perfecto inglés, asegura que no pasa nada, no es la primera vez que la gente corre detrás del vehículo y tiene que parar a mitad de camino.
Busco dos asientos libres con la mirada, pero está bastante lleno. El autobús arranca y casi me caigo de bruces al suelo, menos mal que Alan está detrás mio y ha podido sujetarme. Se coloca en frente de mí y me coge de la mano para conducirme a unos asientos que hay sin ocupar al final del vehículo.
Me siento recostada contra la ventana para seguir disfrutando de las maravillosas vistas, Alan se coloca a mi lado y me aprieta el muslo. Me giro para mirarle y su sonrisa me deslumbra, hoy está muy guapo, lleva puesta la misma camiseta que el día que me regaló aquel ramo de flores, me encanta, creo que es una de mis favoritas y unos tejanos con pequeños cortes en la zona de la rodilla.
Saco el móvil para poner un poco de música y después le paso un auricular a Alan. Al principio se niega a escuchar durante todo el trayecto el tipo de música que me gusta, pero se queda embobado unos segundos y cambia radicalmente de idea. Agarra el auricular con fuerza y se lo coloca en la oreja a su manera. En realidad, me sabe mal que escuche todo el rato canciones que no le gustan mucho, pero necesito hacerle entender que esa música que él oye, no es más que ruido y hombres que no saben vocalizar. De verdad, no entiendo que le ve a ese estilo, siempre dicen tonterías machistas y ponen a la mujer como objeto con el que se puede jugar como si nada.
Empieza a sonar Dear Future Husbandy no me lo puedo creer, maldito modo aleatorio. Alan hace una cara de espanto cuando suena la primera estrofa.
- ¿En serio Julie? Vaya indirecta, más directa...- dice con media sonrisa. Sé que quiere reírse hasta más no poder, pero quiere hacerse el duro.
- Lo he puesto en modo aleatorio, no te emociones- le espeto.
- Bah, en realidad sabes que quieres casarte conmigo. Dear future wife- dice Alan imitando el ritmo de la música y no aguanta más, se parte de la risa.
No puedo evitar reírme yo también, la situación es muy rara. Justo tenía que salir esta canción...
- Anda ya, somos muy jóvenes- digo entre carcajadas.
- Tal vez más adelante...- me contesta él y me quedo de piedra.
- ¿En serio te gustaría casarte conmigo?- pregunto tímidamente.
Alan clava sus ojos sobre los míos y siento como me ruborizo, mis mejillas se tornan de un color rosado y me arden, el pulso se me dispara. Me coge la cara entre sus manos y dice:
- Si algo nos separará, mejor que nada nos una ¿no?
- Nada nos va a separar- le aseguro.
No puedo sostenerle la mirada ni un minuto más. Le beso como nunca antes lo había hecho y la gente que ocupa los demás asientos nos mirá extrañados, pero qué más da; con el tiempo he aprendido a no preocuparme de lo que la gente pueda pensar.
La canción se acaba y Alan se remueve en el asiento, está inquieto. No estoy segura del tiempo que tardará en explotar, pero aproximadamente en 3, 2, 1...
ESTÁS LEYENDO
Buscando a Mia
Gizem / Gerilim''Abro los ojos cuando un extraño sollozo me hace desaparecer del sueño 145 en el que ellos volvían a ser los protagonistas. Es mi madre, con la cara llena de lágrimas y el teléfono en mano. [...] En ese momento descubrí que mi misión ya no era volv...