Capítulo 3

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  • Dedicado a FL
                                    

Sí, Ciana es mi difunta hermana melliza. Hoy, hace exactamente un año que encontraron su cuerpo junto al arroyo que hay en la riera que envuelve nuestro pequeño pueblo.

Esa noche salimos con nuestros amigos, a la disco móvil, que montaron para acompañar la hoguera que habían hecho por el inicio del año nuevo. A las tres de la mañana todos estábamos muy mal, habíamos bebido y alguna pastilla pasó por nuestro organismo antes de darnos cuenta. Mientras bailaba con Ben, una canción poco común para una verbena, Classic, perdí de vista a mi hermana, pero después de un rato, nuestros ojos se volvieron a encontrar, los suyos manchados de maquillaje y enrojecidos, los míos dilatados y vivos acausa de alguna cerveza que había bebido. Conseguí deshacerme de Ben por un momento y corrí hasta Ciana mientras ella intentaba mantenerse en pie y volver a casa, su mirada la delataba, parecía haber visto a un fantasma.

- ¿Qué ocurre?- Le pregunté preocupada y cogiéndole el brazo para que retrocediera hasta donde estaba yo.

- Es... Da... - Al decir la primera sílaba de ese nombre un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, una extraña corriente eléctrica me sacudió entera. Estaba segura de que no habían podido solucionar los problemas que estos dos se traían entre manos.

Ciana durante una fiesta en la fraternidad de Daniel se emborrachó, se drogó y acabo en la cama con el mejor amigo de su ex novio. Éste decidió acabar con todo, no podía soportar el dolor que mi hermana le causaba fin de semana sí y otro no, le dio tantas oportunidades que no conseguía sentir lástima por Ciana. Un chico como Daniel... Ni tan siquiera quería vivir en una fraternidad y accedió a ir a las fiestas por mi hermana, un joven inteligente y guapo, que quería a Ciana por encima de todo, pero ella solo se aprovechaba de él. Cuando me explicó que le hacía los deberes para que no lo dejaran me quedé de piedra, literalmente se me cayó el alma a los píes y sentí como me la pisoteaba Ciana, pensé que esas cosas solo se hacían en primaria; le dabas una bolsita con gominolas y un beso en la mejilla al más estudioso de la clase y tenías hechos los deberes durante una semana.

- ¿Daniel?- dije con tono de satisfacción. Sabía que lo habrían dejado, ya que mi hermana y yo, decidimos que durante la hoguera irían a un sitio apartado y hablarían sobre el tema. Pero estaba demasiado claro que Dani no es tan idiota como piensa ella. Yo sabía que no accedería a darle ni una última oportunidad. Mi hermana pierde el rumbo de su persona durante cualquier fiesta. Me extrañaba tanto que aún no se hubiera descontrolado- ¿lo habéis dejado?-me apresuré a preguntar muy convincente. Pero Ciana no podía parar de llorar...- Va Cia relájate, son cosas que pasan. Nada es para siempre, lo sabes perfectamente.

- Sí, es Daniel- consiguió articular después de recibir mi abrazo. ¡Lo sabía!

- Bueno... Pe... Pero, ¿se ha acabado?- me atreví a preguntárselo otra vez arriesgándome a un nuevo lloriqueo. Si pensáis que yo soy llorona, mi hermana lo era aún más...

- No... Bueno sí, no, no lo sé- Ladeaba la cabeza de un lado a otro, estaba asustada, nerviosa y atacada porque su corazón se convertiría en una enorme granada cargada con el peor explosivo. Cargada de depresión, de tristeza, de pánico... Finalmente se levantó y dijo- Esto es muy difícil, mejor miralo con tus propios ojos... Tengo que enseñarte algo.

- ¿Cómo?, pero... ¿el qué? - miles de preguntas salían disparadas de mi boca. Mi hermana me cogió de la mano y comenzó a correr, obviamente corrí detrás de ella, pero casi echo la pota, típico en mí cuando corro. La situación me estaba empezando a poner nerviosa y no soy muy deportista así que también comenzaba a cansarme. De repente Ciana paró en seco, estaba todo oscuro y apenas podía distinguir los hierbajos del suelo. ''Qué hacemos aquí'' me preguntaba en mis adentros.

- ¡Ya no está! ¡Estaba aquí!- gritaba mi hermana.

- ¿Quién estaba aquí? ¿¡Daniel!?- repetí las mismas preguntas unas tres veces muy alarmada. ''¿Por qué va a estar aquí él?, todo esto es un error. ¡Despierta Juliett!'' se repetía mi subconsciente intentando tranquilizarme.

- ¡Sí! ¿Dónde mierda está ahora?- en cuanto intenté acercarme a mi hermana vi como un arbusto se movía y valiente de mi aparté las hojas. Ahí estaba él, descansando para siempre. Acababa de decirle que nada era para siempre y ahora nos encontrábamos con la muerte, lo único que perdura invariablemente. Por un instante me convencí a mi misma de que estaría durmiendo, pero la piel blanca y las magulladuras de su cara le delataba. Daniel muerto...

Mi hermana ahogó un grito, pero yo no pude contenerme y después de chillar por el intenso pinchazo que sentí en el interior de mi corazón, me planté de rodillas, a su lado, contra la fresca hierba que brotaba del suelo. Mi hermana se puso en el otro extremo, apoyó la mano en mi hombro y a continuación empezó a hablar entre nuevos sollozos- Sé... Sé que... Le querías- en ese momento se me heló la sangre. Lo sabía y ni tan siquiera se había atrevido a hablar de ese tema conmigo. Sabía que tenía celos y que me retorcía por dentro cada vez que les veía discutir, que me moría cuando mi hermana le volvía a hacer daño- Pero Juliett entiéndeme, yo también- hice una mueca de dolor provocado por sus falsas afirmaciones y se debió dar cuenta porque añadió- Sí, de verdad, yo le quería, no, yo le quiero. Juliett, lo era todo para mi. Pero ya sabes como soy... Sabes como pienso, como mis formas de vivir la vida. Porque yo no vivo, yo ardo, no lloro, yo lluevo. Sabes que cuando me decido por escribir acabo destilando y así todo el tiempo. No tengo un punto intermedio dónde estabilizar mis emociones. Hasta ahora eras la única que comprendía mi filosofía, pero llegó él y me hizo cambiar. Le dio mil vueltas a mi cabeza y por fin consiguió cambiar mi manera de pensar...

-¿Cambiar?, ¿en qué se supone que ha cambiado tu manera de vivir Ciana?, ¿en tirarte a tres tíos durante un fin de semana y no a dos?- le espeté mientras se derramaba una lágrima por mi mejilla. Las palabras son hirientes incluso para mi- Y que te quede algo claro: nunca entendí tu modo de ver tu existencia, tu ''filosofía''- hice énfasis en la última palabra para que comprendiera que nada de filosofía, su problema era el egoísmo que la formaba, siempre había querido todo y a todos y eternamente sería así.

- Sé que soy idiota, pero es mi forma de ser. Cuando me dispongo a hacer algo bien mi sistema me pide lo contrario. No puedo controlar mi mano si yo no quiero pegar a alguien pero si ésta sí. No digo que la cambió de repente. Quiero decir que logró que quisiera cambiar, por él, por tenerle cerca de mi- Parece que no ha pillado mi indirecta. Hizo una pequeña pausa para enjugarse las gotas que tenía en la cara y siguió parloteando- Hoy mismo iba a dejar de beber, de meterme mierda en el cuerpo, básicamente esta noche no me he acercado al alcohol, ni a las drogas que pasaban sin control por la pista de baile. A partir de hoy cambiaba mi vida por completo para estar con él. Se acabaron las fiestas y todo lo que me hiciera tener una mala actividad- lo dice muy convencida.

- Y ahora que él ya no está, ¿vas a cambiar todo eso?- después de todo el discursito necesitaba un poco de su propia medicina. No me sorprendió que se quedara callada y intentara volver a caminar para ir a casa- ¡Ya, eso pensaba yo!, eres una cobarde Cia... Todo lo haces deshora; tarde te has dado cuenta de lo que has perdido- las últimas palabras se quedaron atrapadas en la distancia que ya había recorrido mi hermana, los pocos metros que nos separaban.

Esa fue la última vez que hablé con Ciana. A la mañana siguiente la encontraron junto al cuerpo de Daniel, para mi sorpresa les habían entrelazado las manos. Pero nunca se supo quién los asesinó a pesar de que quienquiera que lo hizo dejó una nota mecanografiada sobre los cuerpos. ''Estaba harto de que me llamaran asesino. Al final acabé matándolos'', ponía.

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