Xavier Bogard

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Príncipe idiota

La televisión de la habitación estaba prendida, en la pantalla se reproducía una de las muchas caricaturas que al chico menor de ambos le encantaba ver en sus tiempos de aburrimiento y bipolaridad en su 55%.

Las ventanas de la sala estaba cerradas, cubiertas por las cortinas de color celeste pálido que hacían juego con el color del empapelado de las paredes en un color rojo Bermellón que hacía lucir el lugar un poco elegante; dando así, paso a la tenuedad de luz en la habitación y en cada mueble dos velas aromáticas encendidas, un ramo de rosas en un florero de cristal ubicado en la mesa de la cocina y en la sala, acostados en el sillón de cinco plazas uno encima del otro jugaban con sus cuerpos desnudos dándose el cariño que desde hace unas semanas no se permitían darse por el trabajo de heredero que tenía el de cabellos grises.

Este mismo, jugaba con sus manos en cada parte de la tersa y morena piel de su querido cuncubina ,regalando besos a los ya hinchados labios que tenía el de brillantes ojos dorados. Estos mismos cristalinos por las lágrimas que cargaban su visión por el placer que sentía en el momento.

— J-jan... A-ahí no~ — suspiró el chico bajo el príncipe al sentir como las manos de su prometido acariciaban sus pezones que ,si era posible; se ponían cada vez más erectos. Tal reclamo fue ignorado por el mayor, quien con más fuerza penetraba el lubricado ser del chico de cabellos negros y puntas grises y claramente, apretando con las puntas de sus dedos los pezones del menor -cabe decir que es una de las partes con mayor sensibilidad del muchacho -.

Un gruñido por parte de ambos, una mordida de reclamo y jadeos que exitaban más al otro. Esos eran los pequeños juegos ,o almenos así los consideraba el heredero a la corona; que hacían ambos ,sabiendo que aunque su actitud Tsundere se elevara y negara cada caricia, su cuerpo afirmaba las miles de sensaciones que le gustaban pese a negarlas de todas las formas posibles.

Tres toques en la puerta alertaron al Bogard menor que como acto de reflejo se tapó la boca tratando de evitar los sonidos que involuntariamente salían de su garganta .Eso enojó un poco al de cabellos plateados que haciando un puchero infantil penetró con más fuerza el ano de su contrario haciéndolo gemir ruidosamente, así, sonriendo al ver como su objetivo se realizó con gran éxito, siendo ignorante a la persona que detrás de la puerta que tocaba cada cinco segundos tratando de llamar su atención.

— ¿Señor? — finalmente, después de dies minutos con trece segundos de tocar la puerta de manera insistente ,el mayordomo encargado de las actividades y horarios del príncipe habló. Xhan gruñendo ante la interrupción detuvo su acto mirando con lujuria y cariño la vista que el menor le proporcionaba ,con su carita morena sonrojada, su cuerpo cubierto en un fino y brillante sudor ,sus ojos relucientes ante la laguna de lujuria impregnados en ellos y sus labios, sus finos y deliciosos labios entreabiertos sacando suspiros y leves gruñidos ,una vista que se aseguraría imprimir en su mente durante toda su vida; escuchando atentamente las palabras que su molesto mayordomo le brindaría. — Hace unos momentos el tercer ministro se reunió con sus consejeros para hablar sobre las próximas construcciones que se llevarán a cabo en el sur del reino, los candidatos requieren su presencia en la reunión para aclarar unos asuntos que se han presentado en los proyectos. — suspiró — Majestad, se que hoy era su día libre y lamento la interrupción pero lamentablemente tendrá que esperar para seguir con su acto luego de la reunión.

El de ojos turquesas gruñó. Y con mala gana se vistió bajo la cansada y penetrante mirada miel de su novio. Su ropa no era la habitual, está vez, hiba a ir con la que utilizaba como pijama para demostrar lo enojado que estaba de ser interrumpido, mucho menos se arreglaría para una reunión que no estaba planificada en su día libre después de casi un mes de trabajo.

Abrió la puerta ,obviamente después de cubrir con una manta a su amado para que no mostrara su cuerpo a su molesto mayordomo, al cual no tenía la culpa. Pero aún así estaba realmente enojado y rostro lo dictaba .El viejito que era el encargado el principal sirviente del heredero se crispo ante la amable sonrisa que le dió su amo, asustandolo sabiendo que esa no era una verdadera sonrisa amable ,en sus ojos se notaba la furia. Gracias a eso no le reclamaría por no haberse arreglado correctamente para la ocacion que ocurrió sin previo aviso.

Hizo una reverencia hacia el chico que olímpicamente le ignoró y despacio se acercó hacia la puerta abierta de la habitación de su otro amo. Le sonrió amablemente

— En verdad, lamento su interrupción, princesa, le prometo que la reunión de su primo se terminará más pronto que otras veces y podrán seguir dandose cariño entre ambos. — dió una reverencia y cerró la puerta ,retirándose a paso apresurado detrás del príncipe mayor

Mientras, el Bogard menor tenía el rostro completamente rojo ante las palabras del mayordomo, avergonzado de que le escuchara haciendo varios ruidos indecentes y para peor, solo con una sábana blanca cubriendo su cuerpo sudoroso. Suspiró y trató de levantarse para ir por un poco de agua al fregadero de la cocina

¿Una cocina en una habitación de un gran castillo? Si, así era. Desde hacía varios meses atrás su medio primo había mandado a hacer un departamento dentro del ala sur del castillo, donde aclarando que a partir de la terminación de la obra hecha por mandato del heredero vivirían ellos dos juntos ahí.
Él se encargaría de hacer todos sus deberes sin rechistar si se le cumplía la petición y así lo hizo. Algo ridículo pues ese enorme castillo tenía miles de habitaciones y por el capricho de su amado príncipe por vivir como persona normal mando a hacer ese desastre, desde su punto de vista claro.

Es ahí cuando se arrepentía de haber aprendido las cosas que una muchacha hacia para imprecionarlo, pues esas razones fueron la llave para la ridícula idea de Jan y ahora era literalmente la casi esposa del chico. Suspiró otraves y al levantarse y como ya tenía previsto, cayó de rodillas al piso con su espalda golpeando el borde del sillón, la sábana que cubría anteriormente su cuerpo resbalaba el asiento.

Sus piernas temblaban y su espalda baja dolía peor que ser botado por un caballo asustado y si que dolían esas caídas. Sus ojos se cristalizaron por el dolor pero solo sentía furia que le opacaba

— ¡Príncipe idiota! — gritó, y a como pudo llegó hasta la cocina arrastrándose en cuatro gimiendo estaves por el ardor. Su rostro enrojeció al sentir sus piernas chorrear del líquido que había puesto el grisáceo para entrar más fácilmente en él. Se tapó el rostro apenado.

— Lo mataré —susurró abochornado sentándose en sus piernas y cubriendo su cara enrojecida con sus manos

Su bipolaridad volvió en sí nuevamente.

Definitivamente lo mataría.






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Pd: prometo subir cortos más seguido. Solo que últimamente... La pereza anda con más energía así que ,entiendan ah.

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