Capítulo 20

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Jadeo, estoy muy cansado y tengo que enfrentarme con la serpiente. Está alrededor de nosotros, se mueve en curvas y nos mira con ojos de odio. Zac trata de saltar sobre ella, pero esta le tira una mordida, afortunadamente no alcanzó a dársela. Veo el miedo en los ojos de mi amigo, se ven llenos de lágrimas y perturbados, suelta un quejido chillón. 

— No debiste de haberlo hecho — Dice Camila — Creo que hiciste que se enojara

Efectivamente estoy de acuerdo con Camila. Está enojada, Lo miro en sus ojos y en que su lengua sale a cada rato emitiendo un raro sonido. A lo lejos, en una mesita de estar hay una espada. Tengo que agarrarla. Sé que dije que lo que había hecho Zac de tratar de saltar sobre la anaconda está mal, pero debo hacerlo. Sin decir nada a mis amigos inhalo y exhalo profundo, cuento tres en mi mente e inesperadamente doy un salto rápido y logro pasar encima de la serpiente. Esta me ve con odio y luego se voltea hacia mis amigos y se enreda en sus cuerpos, noto una sensación de miedo y angustia. Corro hacia el arma filosa, la agarro con mi mano derecha y voy hacia la anaconda, supongo que no había visto mi plan en ponzoñoso animal, ya que al ver que agarro la espada se le ve terror en los ojos y da unos gritos con fuerza pero con sonido ronco que casi no se escucha. 

— ¡Elyar, date prisa! — Escucho que dice Camila

— Cada vez nos presiona más — Comenta Zac

Me pongo en posición para atacar, la serpiente lanza hacia mi su cabeza y parte del cuerpo, con la parte que sobra apachurra con fuerza a mis amigos, que los veo rojos y sudando. Siento presión en la garganta y no puedo pasar saliva por los nervios. Lanzo la espada y le corto la cabeza al animal. La cabeza está en el suelo, no entiendo como, pero aún mueve la lengua, después de unos segundos deja de moverse por completo. La parte de la anaconda, con la que están envueltos mis amigos se hace débil y pueden salir.  Me ven con cara de agradecidos, aunque exhaustos.

— ¡Gracias! — Dicen los dos entre jadeos

— ¡De nada! — Contesto arqueando las cejas

Vamos directamente a las escaleras que nos llevan a la planta que está debajo de nosotros. Bajamos cuidadosamente precaviendo algún problema. Cuando estamos a punto de pisar el suelo vemos que está lleno de escorpiones, roedores, tarántulas, sapos, ranas y de más animales asquerosos o asesinos. Saco el pie y rozo las alimañas, no he tocado el suelo y ya tengo algunas sobre mi zapato, lo sacudo muy rápido hasta que todos  se quitan de donde están

 — ¿Estas bien?  — Pregunta Camila con voz asustada

 — Si  — Digo  — Solo se me subieron bichos, nada más

 — Tenemos que cruzar queramos o no, o de no ser así ¿Como sobreviviríamos?  — Exclamo

 — Tienes razón. De no ser que cruzaramos los animales, no hay manera de poder seguir con vida, aqui no hay alimentos ni bebidas, y de alguna manera vendría una bestia a matarnos, o algo así.

Frunzo el ceño. siento un nudo en el estómago que me deja respirar con dificultad.  — Uno, dos y tres  — Corro hacia los animales, cruzo lo más rápido que puedo, siento piquetes que me arden y me queman la piel, tengo los ojos llenos de lagrimas, arrugo la naríz, casi tropiezo pero continúo sin rendirme, escucho que alguien viene tras de mi, tal vez sea Zac, Camila o un asesino, no sé, y trato de no voltear la vista. Termina el camino, y me siento magullado pero a salvo. Entonces giro la cabeza y veo que Camila está a menos de metro y medio de llegar a donde ya no hay insectos, estiro la mano y ayudo a que llegue mas deprisa. Zac está aún del otro lado, me voltea a ver y yo agacho la cabeza, aprieto los labios y muevo la cabeza de un lado a otro. El solo tuerce los ojos.

 — ¡Miedoso!  — Grito — ¡No seas niña!  — Camila me voltea a ver frunziendo el ceño  

Veo que Zac inhala y exhala ondo y se hecha a correr acelerando el paso cada vez más, veo dolor y miedo en sus ojos, se está mordiendo el labio inferior, pero, no deja de correr, se aproxina hasta que llega al lugar donde estámos nosotros, caminamos en donde están las escaleras y hay un pequeño lugarcito en el suelo donde hay agua. Me siento, me quito el calzado y meto los pies para refrescarme. Las heridas comienzan a desaparecer como por arte de magia, mis amigos hacen lo mismo que yo y se lavan los pies en el agua. Hacemos cada quién un toma agua con una mano, tomamos agua con esta y nos la frotamos  en las heridas de la cara, brazos, espalda, etc. Siento que la piel me quema, pero después me relaja y me quita el dolor.

Caminamos al piso que sigue abajo, no sabemos  que nos espera, me siento con adrenalina, siento que la sengre es fuego que recorre mi cuerpo. Parece una sala normal.

 — Creo que aqui no hay nada malo  — Digo

 — Tal vez es la salida  — Exclama Camila

 — Yo digo que no  — Dice Zac con una voz quebrada y apretando sus nudillos. Las paredes se empiezan a encoger de repente, cada vez más rápido, hasta que los tres quedamos apretados contra ellas. 

 — Creo que....  — Exclama Zac sin poder terminar la frase, ya que sus ojos se cierran, al igual que los de Camila y sin sarme cuenta yo también los cierro.

Despertamos los tres al mismo tiempo, estámos bajo el agua, tal vez en un la parte mas onda de un océano, tenemos unos ligeros tanques en la espalda que tienen un tubo de plástico transparente que se ensartan en nuestras narices, creo que nos permiten respirar. Aqui es muy raro, no se como saldremos, me punza el corazon. Trato de hablar pero el agua se mete por mi boca y no me deja hacerlo, por esta razón hago una seña, me cuesta levantar el brazo ya que el agua tiene su peso y evita que lo levante ligeramente. Hago de nuevo la seña que indica que caminemos. Siento una mordida en la pierna, son dos, y ahora tres, miro abajo y hay cientos de miles de almejas alborotadas, al ver mi expresion al ver abajo, mis amigos también voltean la vista hacia ese lugar y veo que rápidamente se mueven de un lugar a otro, nadamos lo más veloz que podemos pero aún así las almejas nos siguen atacando.

Audaz©.  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora