Capítulo 21

145 14 1
                                    

Veo al agua rosada, es la sangre que sale de mis piernas gracias a las almejas. Me arden los musculos de las extremidades por tanto nadar. Las almejas se alejan lentamente y pocas a pocas.

 — La mera verdad..., me duelen las piernas. Siento que ya no puedo  — Dice Zac

 — Yo igual  — Digo con una mueca de dolor

 — A mi solo me mordieron unas cuantas, creo que fui a la que menos daño le hicieron  — Exclama Camila, entre risitas.

Continuamos nadando por un rato en busca de la puerta que nos lleva de nuevo al miserable laberinto. A lo lejos se ven burbujas, muchas burbujas, demaciadas burbujas, no tengo idea de que sean pero vienen hacia donde estámos nosotros, eso me provoca naúceas.

 — ¿Que es eso?  — Pregunta Camila frustada, señalando con el índice las burbujas y con los labios fruncidos

 — ¡No..., no..., tengo, idea  — Dice Zac con tono quebrado y alarmado

Veo que unas diminutas figuras de mueven alocadamente de un lado a otro provocando las burbujas, son peces, millones de ellos.

 — ¡Son peces!  — Grito  — ¡Y vienen hacia nosotros!

Zac aprieta los labios. Camila hace una mueca entrecerrando los ojos. No hacen nada para esquivar, solo se quedan quietos.

 — ¿Que hacen?  — Pregunto  — Hagan algo

Los peces se aproximan hasta el punto donde nadan rápidamente por nosotros. Docenas de pequeños mordiscos me causan un atroz dolor, cuando los peces rozan mi piel siento que me queman y no se por que pero noto piquetes, como si fuesen de agujas que penetran mi piel. Los acuáticos me revuelcan en el agua, hacen que me sienta magullado, no veo a mis amigos por ninguna parte, los peces me tapan la vista. Comienzo a patalear para que las alimañas se quiten de mi. De pronto ya no siento a los peces entre mi, se han marchado, me siento aliviado aunque contuso.

Veo un bulto flotando, observo alrededor de este el agua rosa por la sangre que se emerge, trato de pasar saliva pero es imposible, siento como si una fresa se hubiera quedado atorada dentro de mi cuello, se me ponen los ojos rojos, suelto un sollozo y siento que me aguado, siento que pierdo fuerzas. Nado muy rápido, lo más que puedo hacia el bulto. Es Zac. Probablemente sin vida. A lo lejos veo una silueta, sospecho que es Camila, ignoro y sigo braceando en el agua hasta llegar con mi amigo, es muy difícil saber si respira ya que tenemos unos tubos pegados a la naríz. ¡Eso es! si el mio sigue emitiendo oxígeno el de él también, es menos probable que esté muerto. Camila llega hasta donde estámos nosotros.

 — ¿Qué tiene?  — Pregunta asustada

 — Eso me pregunto  — respondo  — ¿No te haz preguntado como podemos escuchar lo que decimos? fuera de aqui, en algún otro mar o río no podemos comunicarnos debajo del agua, no nos entendemos.

 Camila me ve con el ceño fruncido.

 — Nuestro amigo está en problemas, y tu piensas en esto. Es muy interesante, lo admito, pero tenemos que ver como está Zac, y luego hablamos sobre esto.

 —  Sí, sí  — Digo con la boca torcida

No había visto pero Camila en el agua se ve más hermosa, su pelo flota por todas partes, siento hormigas en el estómago. Zac inesperadamente y por suerte reacciona.

 — ¿De que me he perdido?  — Cuestiona Zac con una ceja levantada  — Veo que te le quedas mirando muy raro a Camila

 — Es que..., pues..., ti. Ti..., tiene algo en el cabello, y quería ver que era  — Digo con las mejillas rojas y un hueco en el estómago

 — ¿Que tenía?  — Dice Zac con una sonrisa malvada

 — Pues no sé, porque me distaje cuando reaccionaste y en eso desapareció la cosa que traía  — Respondo quebradamente y nervioso. Gruño

Camila no aguanta la risa, lo noto, pero logra sostenerla.

 — Sigamos nadando para encontrar la puerta, se me están haciendo los dedos como los de mi abuela  — Suelta Camila, entre ricitas

 — Está bien, sigamos derecho  — digo

Los tres vamos derecho, hay un tipo de piedras un poco más adelante, las rocas son de colores, hay plantas muy bonitas, se ve que es un lugar tranquilo. Pareciera que nos leemos las mentes, ya que sin decir alguna palabra los tres nos dirigimos hacia el mismo lugar, las rocas.

Al llegar a donde están las grandes piedras hay una caja dorada, no sé para cual de los tres sea en realidad, pero Zac y yo hacemos un movimiento con la cabeza indicandole a Camila que ella sea la que la rompa. Ella asiente.  Nada con calma hacia el cubo dorado y al llegar lo rompe con facilidad, de este saca dos platanos, dos naranjas y dos manzanas. Viene hacia nosotros, coloca la fruta en una roca y nos la reparte, un aperitivo de cada uno de los que hay a cada uno de nosotros. Comemos mientras charlamos sobre distintas cosas, en especial de como será nuestra vida si ganamos en el laberinto.

 — Imagino nuestra casa en Dubland, los tres viviendo muy cerca y siendo amigos para siempre  — Dice Camila sonriendo y mordiendose el labio superior al mismo tiempo

 — Pero. Si. Ya saben, no ganamos  — Dice Zac en tono pausado

 — Ponte a pensar solo lo bueno. ¿Y sí si?  — respondo, dandole una palmadita en el hombro

De tanto que he estado en el agua ya se me hizo costumbre, a pesar de que es algo dificíl mover las extremidades. 

Un grito me aturde hasta dejar un sonido de un pitido que no desaparece. Después escucho cantos como de coros de la iglesia. Una bestia se aparece frente a mi, tiene cola de pez color gris, arriba de la cintura parece piel de humano solo que está verde y escamosa, tiene ombligo y senos de mujer, su cara es horrible, solo tiene pupilas negras, su ojo es completamente de este color, no tiene naríz, su boca es muy larga y lleva demasiados dientes picudos, a los lados de la boca le sale un tipo de cuero, y a los lados tiene una especie de cortadas, creo que es para que respire debajo del agua, su cabello se ve sucio, escamoso y grasoso. No deja de hacer sonidos extraños.

 — ¡Una sirena!  — Grita Camila asustada y señalando a la bestia

 — ¿Una que?  — Pregunta Zac

 — Si-re-na  — Deletrea Camila con el ceño fruncido

 — Pero en películas son bonitas  — exclama Zac con una breve risita

 — Ja-ja que gracioso  — Responde Camila arrugando la frente

La sirena pega otro grito, esta vez es rasposo y aturde más, tengo un nudo en el estómago que me impide seguir nadando. La sirena se lanza hacia Camila, mi amiga grita ahogadamente, los nervios me ganan y me comen, Camila trata de defenderse golpeando a la bestia y tirando de su pelo, la sirena la muerde, y se aleja un poco, chorros de sangre le salen a Camila de la herida, me acerco a ella haciendome mil y un preguntas de por qué rayos no la salvé, toco su cuello, alrededor de nosotros comienzan a salir docenas de sirenas y nos miran con odio, Zac está muy asustado, lo noto en su mirada, El cuello de Camila está quieto, probablemente está muerta. Quiero morir.

Audaz©.  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora