Capitulo 10

140 16 4
                                    

Abro poco a poco los ojos, creí que estába muriendo, pero no era así, levanto la vista y estoy en algún lugar del laberinto, en realidad no se donde, pero estoy dentro de él, al lado de mi hay un canasto con comida, hay plátanos,manzanas, fresas, cerezas, carne seca, un sobre con rabioles, dos litros de agua potable, tres mentas y dos paletas. Como un trozo de carne seca con rabioles, una manzana y un poco de agua potable. Se me ocurrio una idea, agarro cuatro fresas, las machaco entre mis manos y el jugo que cae lo hecho a uno de los recipientes con agua, después meto la fresa machacada y bato bien, pruebo y es más refrescante, es mucho más refrescante el agua de fresa.

Continúo con mi recorrido, ya no estoy en el camino azul, puede haber Ostos en cualquier lugar, Oigo llorar a una persona, me punza el corazón, no se si ir a ayudar, tal vez sea alguno de mis amigos, o a lo mejor es una trampla, lo he decido, iré  a ver que es. Camino a donde de escucha que estan llorando, no es un llanto normal, se quejan muy fuerte,  tropiezo con un Osto y sale disparada una flecha, no se acerco ni tantito a mi, logro ver donde cai la flecha y voy por ella, tal vez me sirva para algo, es muy dificil caminar con la comida en la mano, ya que pesa mucho. Entro por un par de pasillos y logro ver una silueta en el suelo, ahí esta la persona que se esta quejando y llorando, me acerco lentamente.

— ¡Que quieres! — Me grita

— Ayudarte — Le respondo

— ¡Largate! — Dice — Ya se que me quieres asesinar

Era Koney, una chica que iba en mi secundaria, en realidad nunca le hablé, no la conocía, y no me importaba.

— ¡Te puedo alimentar! —

— ¿Harías eso por una desconocida?

— Eso y más

— Tienes un gran corazón

Siento las mejillas coloradas, espero que no se noten, saco un trozo de carne seca, una manzana, un poco de rabioles y agua potable, no quiero que se me termine la de fresa.

— Gracias

— De nada

Noto que come muy rápido, supongo que no ha comido nada los días que hemos estado aqui.

— ¿Cuantos días llevamos aqui dentro?, esque me he desmayado varias veces

— No lo sé — Dice — He estado calculando, y, llevamos aproximadamente cuatro días aqui

— Gracias, Oye ¿Camila y Zac están vivos?

— ¿Tu amigo y la chica rubia de ojos grandes? Creo que están aún con vida, yo vi a tu amigo cerca de aqui hace un buen rato, a la chica no la he visto.

—Gracias

No me había fijado, pero en su pierna derecha tiene una gran herida, puedo notar el hueso, hay mucha sangre a su alrededor.

— ¿Necesitas ayuda?

— No gracias, vete de aqui, anda, yo se que tienes cosas que hacer

— Está bien, muchas gracias, adios

— Gracias a ti, de verdad te lo agradezco

Camino hacia enfrente, escucho gritos, volteo hacia atrás y un hombre está agarrando a Koney a la fuerza, frunzo el ceño y corro hacia ella, traigo la flecha, será un placer matar al chico, pero no estoy seguro de poder atreverme. 

— ¡Dejala inútil! — Grito, con una voz enfurecida

El me voltea a ver con una sonrisa, estoy muy enojado, corro hacia el, este no hace nada para avanzar, está tomando a Koney por el cuello y la está asfixiando.

— ¡Elyar! ¿¡Donde estas!? — Escucho la voz de Zac a lo lejos

— ¡Amigo! ¡Lo siento! ¡Buscame!

No lo puedo creer, justo cuanto tengo la oportunidad de reencontrarme con mi amigo pasa esto, no puedo esperar más, la chica está muriendo gracias a este inútil, tomo la espada, apunto y corro hacia el, la espada se le encaja en las costillas, gruñe y pega un grito de dolor, veo que escupe sangre, estoy muy asustado, sin darme cuenta, recibo un puñetazo justo en el centro del estómago, me sacó el aire, tomo de nuevo la flecha, y el aún con Koney en sus brazos retrocede y tropieza con un Osto, del techo sale un felino muy raro y se lanza contra ellos dos, corro derecho y lo más rápido que puedo, ya no hay manera de salvar a la jovén, escucho gritos ahogados, gritos de dolor, siento una punzada en la panza, me hecho a llorar, ya no logro ver al felino, supongo que Koney ya no tiene vida, al igual que el torpe chico que intentó asesinarla, tal vez es el mismo que intento asesinarme a mi con la bala cuando entré al juego, pero ya murieron, no puedo hacer nada.

— ¡Zac! ¿Me escuchas? — Comienzo a gritar — ¡Zac!

No responde, debí de haberle dicho que se quedara donde esába hasta que me desocupara, no se porque pero las ideas se me vienen a la cabeza una vez que ya pasan las cosas.

Camino derecho hasta topar con la pared, en ella hoy un cuadro donde está pintado un ramo de rosas, no tengo idea de por qué pero las cuento, son trece rosas las que hay en esa pintura, tomo un poco de agua de fresa y me marcho a la derecha, hay un camino abierto por el pasillo donde voy, pero ignoro y continúo derecho, siento algo que me encandila los ojos, es un Osto laser, corro muy rápido, por el miedo no identifique que será, del techo sale una gigantesca serpiente, según mis pocos conocimientos sobre esta, es una anaconda, corro lo más rapido que puedo hasta llegar a un cuarto, es una habitacion grande donde no hay muros, esta el espacio libre para correr, y así lo hago, corro lo más rápido que puedo, procurando que el terrible animal no me atrape, sin saber como mi cara choca con un tipo de muro transparente, el cuarto, que yo pensaba que no tenia muros, si los tiene, solo que son invisibles, y tienen una textura suave, como la de un vidrio, la serpiente pe rodea el pie derecho y comienza a tirar mordidas, grito desesperadamente, se me hace un nuedo en el cuello, mi cara está caliente gracias a las lagrimas <<No te rindas>> dice una voz dentro de mi, no me rendiré, con el pie izquiero lanzo una patada hacia la cabeza, al parecer esta atontada, y aprovecho pára correr, toco los muros invisibles, y me encuentro con un pasillo nuevo, corro y cambio seguido de pasillos para que la anaconda no me atrape, de la nada sobre mi hay una caja dorada, la rompo y hay una espada, tengo miedo, pero aún así trato de ir hacia donde está la bestia, cuando llego donde está, comienza a tirar de mordidas, lanzo un tiro con la espada al azar, y comienzo a ver chorros de sangre, creo que le dí, el animal está tirado sin vida, esta muero, al rededor del cuarto, hay cuetro puertas en cada uno de los cuatro lados, tengo dieciséis opciones, de repenta se cierra una de cada lado. "Si no escoges a tiempo, todas se cerraran, y toneladas de tierras caeran sobre ti, enterrandote vivo con una dolorosa muerte", el laberinto invisible desaparece. Están locos. Corro hacia la primer puerta que se me ocurre, en cuanto estoy a punto de llegar se cierra, pasa lo mismo con la siguiente, y así susecivamente, hasta que quedan solo dos puertas abiertas, esas dos puertas están al otro lado de donde estoy. "Diez segundos", se escucha una voz. No lo lograré, pero lo intentaré. Corro lo más rápido que puedo.

—Diez— Aumento la velocidad

— Nueve. Ocho. Siete. Seis — Voy apenas a la mitad

— Cinco — Los ojos me lloran

— Cuatro — Comienzo a cansarme

— Tres — No me doy por vencido

— Dos — Ya casi llego

— Uno — solo dos metros

— Cero— Me tiro con impulo al suelo, las puertas ce cierran poco a poco hacia abajo, mi cuerpo entra por la pequeña parte que queda abierta, en cuanto entro completamente, se cierra por completo. Me salve, eso es genial. No recuerdo donde deje mi alimento, tal vez lo tiré en el desafío anterior, no tengo nada para alimentarme, excepto un platano que había guardado anteriormente en mi bolsello, lo saco, le quito la cascara y poco a poco lo como, tal vez sea mi última comida en toda mi vida.

Audaz©.  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora