Capítulo 23

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Tengo frio y miedo, siento que estámos en una ciudad embrujada o algo así, sospecho que en cualquier momento saldrán un tipo de vampiros, lobos, etc.

— ¿Y ahora? — Pregunta Camila

— ¿Qué? — Respondo

— Busquémos la salida — Própone Zac

Se escucha un cañonazo pareciera que a menos de medio kilometro de distancia, ya que nos aturde.  Al escuchar gritos de personas nos damos quenta que nuestras suposiciones no erán verdad, sino que la ciudad si está habitáda, eso nos pondrá en peligro, más del que nos imaginámos.

Vemos una abalancha de personas corriendo hacia nosotros, unos se empujan mutuamente, gritan, se caen, otros se golpean, lloran, todo es un desastre. A lo lejos noto que en la ola de personas está la madre de Zac corriendo, al parecer el también la distingue ya que corre hacia ella, lo hace gritando y abriendo los brazos para darle un abrazo, pero ella no es su madre, es solo un clon, es tecnología, lo sé por mi madre, en la primer oliza que caí, estoy seguro de que son trampas para manipularnos pero sigo callado sin decirle nada a Zac, ya que puede que sea la última vez que vea a su madre. Camila está a mi lado, las personas nos alcanzan y corremos a su ritmo, estoy temblando y me siento nervioso, en realidad no tengo por qué. No veo a Zac, no me había dado cuenta pero Camila y yo estámos tomados de la mano, siento un cosquilleo en el estómago, no digo nada y seguimos unidos.

Escucho balazos, provienen de atrás de nosotros, decenas de personas caen ensangrentadas al suelo, hay un tipo de militares tras ellos con un arma de fuego que dispara las balas seguidamente sin parar, los agresores traen un traje verde camuflageante con gorro, una máscara blanca con orificios y guantes. Aún sigo sin ver donde se encuentra mi amigo, eso me preocupa, Después de curzar miradas Camila y yo corremos lo más rápido que podemos para así escondernos de los militares, no soporto escuchar los quejidos ahogádos de angustia que gritan los heridos o sus familiares, jamás pensé que esto pudiera haberme sucedido, jamás. A lo lejos se ve un edificio feo y abandonado, creo que si logramos entrar no nos encontrarián.

— ¡Camila, el edificio!

— Vamos — Dice, mordiendose el labio inferior

Los dos corremos velózmente hacia la estructura. Al llegar doy un puñetazo a la puerta de madera y fácilmente logro hacerle un agujero por donde podemos pasar. Dentro de la torre está oscuro, pero se alcanza a distingur un interruptor; enciendo la luz. La bombilla no alumbra mucho, pero si lo suficiente, agarro una pequeña mesita de sala, la acuesto y la pongo junto a la puerta para que cubra el hoyo y no levantar sospechas. Caminamos hacia adentro, hay unas escaleras y sin decir nada subimos. Escucho un sonido.

— ¿Oyes? — Pregunta Camila

— Si, son murmullos — Respondo

— No estámos solos

— Vamos a ver quienes son — Digo, mientras Camila asienta con la cabeza.

Unas treinta personas se encuentran en la planta de arriba, nos miran frunciendo el ceño.

— ¡Matenlos! — Grita un hombre a lo lejos

— Debemos interrogarlos antes — Exclama otro

Un par de fortachones nos presionan de los brazos a cada uno para interrogarnos, un anciano sale de una puerta, lleva gafas y barba mas o menos de cinco centímetros de larga, viste un traje color blanco. Nos observa de pies a cabeza apretando los labios y entrecerrando los ojos. Se eprieta las manos una con la otra y nos hace una seña insinuando que tomemos aciento.

— ¿Quienes son? — Pregunta el viejo

— Somos contrincantes en el laberinto, caímos accidentalmente por una Oliza y aterrizamos en esta ciudad

— ¿Laberinto? ¿No sé de que hablan?

 — Responde frunciendo el ceño

Tal vez están creados para no saber nada del laberinto y así poder confundirnos o algo parecido.

— Perdón, estába bromeando, somos habitantes de esta ciudad, venimos aqui a refugiarnos ya que están matando a cientos de personas allá afuera y como vimos este edificio viejo y solo, entramos.

— Bueno, los dejaremos entrar, confío en ustedes pero al primer deshorden que generen serán expulsados de este edificio. Nosotros somos llamados los Audaces, sabemos que hacer cuando se debe, somos ágiles y poderosos.— <<Audaces>> Yo les pertenesco yo doy Audaz, yo soy de aquí. 

—  Gracias — Dice Camila, pero creo que solo estáremos esta noche aquí, tenemos que encontrar a nuesto amigo Zac

Zac. Es verdad, Zac. Mañana saldremos temprano a buscar a Zac y a buscar una salida

Los audaces nos dan alimento y dos sabánas, una para tenderla en el suelo y otra para cubrirnos del frío. Camila y yo platicamos mientras cenamos zanahoria y calabaza cocida en vapor con leche de cabra.

Estoy despierto, quiero salir a buscar a Zac, no se por cual razón pero estoy con más energía hoy. Camila aún duerme, voy hacia la cocina y me ofrezco a ayudar, es lo menos que puedo hacer por darnos hospedaje. Sirvo el desayuno a los audaces que van despertando, el desayuno es huevo de ganso con jugo de naranja y toronja. Un audaz me toma de la mano 

— Yo no salí del laberinto, jamás encontré la salida — Dice en murmullos

— Gracias — Respondo con un tono de voz ahogado. El estuvo en el laberinto y jamás pudo salir, es probable que nos pase los mismo que a aquel audaz, es probable que nos quedemos en esta grotesca ciudad para siempre, es probable ver sangre todos los días, es probable tener que vivír escondidos, es probable morir aqui, es probable que jamás vuelva a ver a mi familia. Voy corriendo hacia Camila para contarle lo que me dijo el hombre, en realidad estoy tenso, asustado, quiero salir de aqui.

Al contarle a Camila lo que sucedió se puso a llorar, creo que se hacía las mismas dudas que me hice yo.  Camila se para y me da un fuerte abrazo presionandome contra la pared, masajea mi cuello, y despues frota mi espalda, mientras yo le hago caricias en la mejilla, los dos nos miramos a los ojos y poco a poco acercamos nuestros labios, hasta que nos dimos un gran beso. Tengo un nudo en el cuello, siento que todo me tiembla.

Audaz©.  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora