Susurros en la Oscuridad

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     Podía sentirlo, retorcerse en algún lugar de mi interior, arañar furiosamente las paredes de mi mente, la materia negra de mi cerebro deseosa por salir, liberar sus horrores en el mundo, pero me abstuve de hacerlo, no niego la tentación que sentí en aquel momento.

Todos lo sentimos, como una ola, impactando contra nosotros, arrastrándonos a las más oscuras profundidades, retorciendo, sujetando, fondos abismales como mandíbulas que devoraban nuestra cordura, lenta e imperceptiblemente, pero yo los sentía... desde que la ola arremetió contra mí, lo percibí.

Y un instinto primordial se apoderó de nosotros, una sensación que creímos olvidada en los anales de la historia, había regresado... por primera vez en siglos, no éramos más que presas, del miedo, la desesperación...y Ellos.

Su respiración, su aliento, su olor, han sido plasmados en mi mente, su imagen es algo que sigue atormentándome en pesadillas, incluso despierta. A pesar de no haber nada allí, ante el menor ruido, una sensación indescriptible me sobrecoge, me paraliza... me abandona. Algunas veces no concilio el sueño, por el temor a no despertar, y de hacerlo, tener a alguno de Ellos frente a mí... otra vez.

Su perversa mirada, que atraviesa el alma, rompiéndola en pedazos, dejando poco más que un cascarón vacío tras de sí, una mirada hambrienta, deseosa. ¿De qué?, no me gustaría saberlo, pero este no es el caso...

Antes de darme cuenta, todos estaban paralizados por el horror ante ellos, sucumbiendo a sus instintos, mientras la materia negra en mi mente lo gozaba, intenté resistir su invitación al deleite, más fue en vano. ¿Dónde empezaba yo y terminaba ello? La línea era muy delgada, y algunas veces parecía no existir alguna.

Un fuerte olor a ceniza golpeó mi nariz, el cielo se tiño de un rojo sangre, mientras la oscuridad se cernía sobre nosotros... las alarmas sonaron estrepitosamente, en los locales, los autos, incluso los celulares, como advirtiendo de su llegada... la negra mano del destino.

Era uno de Ellos, y cuando me percaté de ello, ya era tarde, la materia negra que hurgaba incesantemente en mi cerebro, se detuvo, cuando Eso nos devolvió la mirada... esos ojos grisáceos, desprovistos de emociones, se clavaron en mí. Rompiendo, desgarrando, mutilando mí alma, o al menos así se sintió, por un instante en que me creí muerto, por ese sujeto que avanzaba, solemnemente, a través del fuego y la muerte...

Intentaba huir, más me era imposible... Y las voces estallaron, rompiendo los cristales, agrietando las paredes, quebrando el cielo. Un alarido profundo salió de los condenados, ya no eran humanos, eran...un simple cascarón. Ninguno sobrevivió ese día, cuando el cielo lloró sangre, y la tierra se cuarteó lo supe... era el final, y esos gritos se clavaron profundamente en mí, sus voces calladas súbitamente, extinguiéndose en las llamas, ahogándose en su miseria... intento resistir la tentación, pero esto cada vez es más difícil, algún día no sé quién seré... ¿Una humana, o alguno de Ellos? Prefiero no conocer la respuesta.

El Amanecer de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora