El Vampiro Celestial © [EDITANDO]

CAPÍTULO 22

«Me gusta escribir analogías del universo con la humanidad, porque cada individuo posee pequeñas constelaciones en su interior, que al profundizarse con amor descubriremos lo mejor»
~♥~

------->"UN SACRIFICIO PLACENTERO"<-------

   La transformación de Isabella fue rápida y sorprendente, porque adquirió la parte vampírica con el odio de un licántropo.

—¿Ahora esto es lo que somos? —se pregunta Isabella mirándose en un espejo— Isaac, ¿estás ahí?

   «Claro, cariño. Y sí, ahora somos un monstruo» dice la voz interna de Isabella acompañado con una fuerte carcajada, Isabella pensó que si debía asustarse por eso, pero hizo todo lo contrario, acompañó a Isaac en una fuerte risa escalofriante.

   Ella comenzó a recordar como fue que Deiben la había transformado.
   Deiben  se hizo un ligero corte por encima de su muñeca con unas de sus filosas uñas, una vez que la uña estaba cubierta de sangre el joven se la incrustó a Isabella en el pecho, justamente en la parte derecha.

   Isabella en ese momento sentía algo que se comenzaba a regar por todo su cuerpo, sentía que la quemaba internamente, hasta que sus pulsaciones reduccieron y su respiración se cortaba con frecuencia, su visión se nubló y sus oídos dejaron de recibir el sonido, solamente podía oír un zumbido que iba de un lado a otro. Después murió.

  Ahora se encontraba enfrente de un espejo transformada en un monstruo de la oscuridad y de las tinieblas. Ahora era una vampiresa.

—Ahora tenéis que beber sangre humana para que tu transformación se complete. —dice Deiben detrás de Isabella.

—Entiendo, ¿y quién es el señor Víctor y Dayan? Sus nombres resuenan con mucho odio en mi cabeza, produciendo en mi interior ganas de matarlos a ambos.

—Son los malditos con lo que pelearemos. —dicen Deiben girando en su eje para retirarse.

  Una vez sola, Isabella comenzó a oler con más facilidad las cosas, oír de una forma impresionante y se sentía tan hábil, fuerte y rápida. Su tímpano podía recibir el sonido de los roedores a través de las paredes, sus latidos con velocidad y su respiración agitada, podía oír como se desplazaban de un lado a otro y a las cucarachas mordisqueando objetos oxidados diminutos.

—Ahora, vamos por sangre...

«Fascinante»

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      Dayan rebuscó en las pertenencias de Félix con la intensión de encontrar el papel dónde tenía plasmada las supuesta profecía, nunca la habían terminado de leer porque Dayan les indicaba que no estaba preparado para recibir tantas noticias que no podía asimilar tan rápido.