CAPÍTULO 26

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«Sé el amor que nunca recibiste, porque entiende que no vales menos solo porque una persona no te valora

----->"ESTAREMOS EL UNO PARA EL OTRO"<-----

     Los días comenzaban a transcurrir con normalidad, y los adolescentes comenzaron a preguntarse por la vida de Dacarys, era injusto que le hayan brindado apoyo, le mostraron que podían ser ellos contra el mundo, y ella al final los haya traicionado. Carlos se sentía con ira y odio crecer en su interior por la acción de su pareja, mejor dicho: su ex pareja.

   Había una pregunta que los consumía a todos como un fregó abrazador, aquella pregunta era;

«¿toda su confianza, afecto y apoyo fue de rato o fue simplemente su rol

   Dayan estaba en el parque hundido en un pensamiento, quería salir corriendo, quería perder los estribos e irse de aquel mundo. Pensaba como su vida había cambiado radicalmente, y ahora sus conversaciones de normalidad se habían esfumado, actualmente sus conversaciones provenían de la existencia de los vampiros y los licántropos, no se sentía raro, simplemente tenía miedo, nervios que descubrieran el paradero del nuevo vampiro celestial.

   Que vinieran a su vida a causar más tragedia, más desesperación, dolor, angustia y decepción, tenia miedo que viniesen por su vida, que le arrancaran el alma —si es que tiene—.

   El joven rubio estaba sentado oyendo cualquier pensamiento humano que rondara cerca de él, era inevitable escucharlos. Por una parte se arrepentía de haber adquirido aquella habilidad, pero por otra le favorecería. No quería ir por la calle oyendo los pensamientos suicidas, homicidas, dolor y arrepentimiento. Le favorecería porque una vez que su vida sea acostumbrada a ésta nueva rutina podría oír los pensamientos que tengan en contra de él, o cosas parecidas.

   El parque estaba lleno de niños jugando con la nieve y obviamente que tenían a su respectivo representante cerca de la zona.

—Dayan —de pronto oyó una voz reconocible a sus espaldas — te estaba buscando.

   Dayan quería un poco de espacio para pensar, pero aquella decisión le preocupó a Félix.

—Fe, ¿te estás tomando las medicinas? —preguntó Dayan al oír las palabras de la subconsciencia del menor.

   Aquella era unas de las razones por la cuál el rubio se arrepentía de su nueva habilidad, porque podía oír el pensamiento del menor, y aunque él mostrase una sonrisa, confianza, tranquilidad, amor y una supuesta felicidad, en su interior lo consumía el dolor, y eso es como si una flecha llena de una combinación entre fuego y veneno estuviese impactando contra su corazón, porque lo quemaba, lo iba matando poco a poco.

No podía engañar al rubio.

—Estoy bien, Dayan, me preocupas tú. ¿Estás bien? —dijo mientras se sentaba a su lado, en aquel banco frío.

El Vampiro Celestial © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora