La llegada

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ANA

Estoy en Tenerife, hoy viene mi madrastra con la estúpida de su hija.

Mi madrastra se llama Carmen, y su hija Alba.

Mi papá me dijo que le acompañase, para no ser maleducada, me insistió repetidas veces, hasta que no pude más y rendi.

Yo tenía un hermano, mayor que yo, Quin, pero él se fue a Gran Canaria.

Salimos de la casa y cogimos el coche, era invierno así que me puse el abrigo y un gorro blanco.

Pusimos rumbo al aeropuerto, que no estaba especialmente lejos.

-Hija- dijo mi papá sin quitar la vista de la carretera- Comportate, que siempre consigues que pase un mal rato delante de Carmen- dijo mirándome rápido a los ojos.

-Papá que no tengo 8 años, soy mayorcita- dije cruzándose de brazos y mirando por la ventana.

Cierto era, no tenía 8 años, tenía 26, pero es que esa mujer me sacaba de quicio, y su hija más.

Estábamos llegando y mi papá la llamó para saber dónde estaba exactamente, pero no vio el teléfono.

Esa mujer hacía muy feliz a mi papá, y yo intentaba con toda mi alma que me cayera bien, pero era imposible.

Mi madre cuando falleció hace 6 años, mi papá quedó destrozado, no salía de casa, estaba todo el día en su habitación encerrado.

Una vez fuimos de vacaciones a Madrid, y entramos en una tienda de ropa, y Carmen, trabajaba allí, a mi padre le cambió la cara cuando la vio.

Quedaron varias veces desde las vacaciones.

Y así llevamos 3 años.

Y su espantosa hija, que tiene unos 16 años.

Estaba todo el rato hablando, no callaba.

Una vez cuando vinieron a Tenerife, ella durmió en la misma habitación que yo.

Cuando desperté y fui al baño a limpiarme la cara vi que me había pintado la cara con rotulador permanente negro.

Fui a decirse lo a papá, pero me dijo que no me podía enfadar con el "angelito" de Alba.

Mi papá me sacó de mis pensamientos al pasar la mano por delante de mi cara varias veces.

-Ana, vamos- dijo saliendo del vehículo.

Me desabroche el cinturón y salí, el aire frío pegó en mi cara.

Mi papá busco conla mirada a Carmen pero no hubo éxito así que entramos dentro del aeropuerto para esperar donde las salidas.

Estuvimos ahí como media hora esperando, yo me había sentado en las sillas con el móvil entre mis manos heladas, y mi papá esperando cerca por si salían.

Aleluya, al fin salieron.

Carmen corrió hacia mi padre como si la vida la fuese en ello.

Soltando la maleta y el bolso de mano.

Se fundieron en un abrazo muy cariñoso y después se besaron.

Cosa que me provoco una arcada y acto seguido una mueca de asco.

Y Carmen se acercó a mí, mierda.

-Hola querida, que mayor estás ya- vieja bruja nos vimos el verano pasado.

-Hola Carmen, eh, ¿gracias?- dije con un tono de pregunta en la última palabra.

Me abrazo y dio un beso en mi mejilla derecha, muy largo para mi gusto.

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora