Reencuentro

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ANA

Eran las 6 de la tarde, y estaba diluviando.

Por aquí no suele llover mucho, pero hoy decidió ser así.

Mi papá y Carmen estaban acurrucados en el sofá, con la chimenea encendida, la estúpida, estaba en el sofá individual con los cascos y el móvil.

Yo en cambio, decidí dar una pequeña vuelta por las calles, para no olvidarme de ellas nunca.

Avise a mi papá duciendoselo en el oído para no molestar, aunque me hubiera gustado.

Me puse mi chaqueta corta verde, y un paraguas lila que había en la entrada, cogí el móvil y las llaves y salí.

Queria llamar a Agoney para volver a vernos, pero se había ido de viaje con su nuevo novio.

María había ido a Gran Canaria y Álvaro, de seguro estaba con su hermana.

Así que hice mi paseo yo sola.

Cerré al salir y el cielo estaba repleto de nubes negras y grises.

Me abroche bien y empecé a caminar, de lejos divise a Martina, que era una mujer que venía por aquí en invierno muy a menudo, con sus dos hijos mellizos.

-Martina, hola- la saludé cuando pasó por mi lado.

-Anda Ana, hija, hola- dijo quitándose un casco-¿qué tal estáis?-

-Pues muy bien, hace unas semanas vino Carmen y su hija a vernos- dije con cara de asco, que ella no vió-¿y ustedes?-

-Pues la verdad que muy bien, nos gusta mucho volver a La Laguna, y a los peque también- dijo riendo.-Bienos querida, me alegro de haberte visto, da recuerdos a tus padres- me dijo antes de irse a tods prisa.

Segui haciendo mi ruta, hasta que mis piernas pararon en el portal de la chica rubia.

Solo miré el portal y di media vuelta.

Volvi a mi casa y de lejos vi a Rebe, ¿se llamaba así?, bueno, y a su hermana, la chica rubia.

Nunca las había visto caminar por aquí, así que las seguí.

Estábamos cerca de mi casa, y se pararon a mirar, hostia puta.

Estaban llamando al timbre de mi casa.

Estaba en ¿pánico?, no sabía que hacer, yo quería ir ya a mi casa, pero estaban ahí paradas.

Decidida, camine hacia allí con la cabeza baja.

Llegué al portal y rebusque las llaves en mi chaqueta.

Era tan, tan, tan torpe, que las llaves cayeron al suelo, haciendo que se dieran la vuelta.

VI una mano con una uñas kilométricas, me levanté del suelo a la vez que ella, y nuestros ojos chocaron por primera vez desde aquella fiesta.

Ella, se me quedó mirando, con una sonrisa que se la fue quitando al paso de los segundos, yo en cambio, la miré con de imbécil.

La chica que estaba observando todo la escena, incómoda, intervino.

-Eh, Mimi, dala las llaves para que pueda entra a su casa- la dijo muy tímida.

-Si, si, perdón- dijo sería y dándome las llaves.

Se llamaba Mimi, que nombre más original, ¿no? ¿O era un diminutivo?, no lo sé, ni me importaba ahora mismo.

Ya sabía su nombre y me fascinaba.

Al ver que yo me acerque a la puerta, Mimi, quedo con la boca abierta, se acordaba de mí.

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora