Te lo prometo

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ANA

Dios mío de mi vida hermosa que he hecho yo en otra vida para merecer esto.

La diosa rubia que tanto estaba por mí mente por fin éramos novias.

Estabamos de camino a mi piso y teníamos que celebrarlo.

Cogi las llaves de mi bolso y abrí la puerta bajo la atenta mirada de Mimi.

La miré de reojo nada más abrir la puerta y en sus ojos pude descifrar, entre, deseo, amor y hambre.

Su verde esmeralda estaba oscuro y sus pupilas dilatadas, tenia una sonrisa, sin enseñar los dientes.

Entramos y subimos por las escaleras en completo silencio, Mimi iba detrás mía y podía notar sus ojos penetrantes en mi trasero.

Llegamos al piso y me acerqué hasta la puerta, introduje la llave y al abrir me empotró contra la pared de la derecha dejándome sin aire, 1 por el susto y 2 por que la necesitaba ya.

Cerró la puerta con el pie, que sonó bastante, y empezó a dejar caer chaqueta junto a su mochila, por el hombro, hasta que tocó el suelo de parqué.

Yo solté el bolso en la mesita que había enfrente, junto con las llaves.

Mientras me besaba el cuello, la fui llevando hasta mi cuarto, guiando la hasta la cama.

Ahora yo estaba encima suya, me separé de ella un poco para coger aire y hablarla.

-Mimi espera- dije levantandome y cerrando la puerta de la habitación, fui hacia las ventanas y eché las cortinas, ya que cualquiera nos podía ver- ya está- dije volviéndome a poner encima suya.

Empecé besando su boca y mi lengua abrió paso hacia su boca, cosa que ella aceptó. Empezamos una guerra interminable.

Mordí su labio inferior tirando de él un poco haciendo que sus jadeos se notasen más.

Baje a su cuello y por suerte estaba destapado, ya que llevaba ese top, que no la iba a durar mucho tiempo.

Con mis manos la acaricié sus costados descubiertos, haciendo que se estremeciera.

Baje mis besos húmedos hasta sus clavículas, que también mordí la piel que había allí.

Segui bajando.

-Sube los brazos- la pedi para arrastrar su top blanco hacia la cabeza

Al quitárselo me dejo ver sus preciosos pechos, redondos y erectos.

-mmmmm- dije pasando mi lengua por mis labios y volver a bajar para perderme entre ellos.

Estuve recreandome varios minutos mientras Mimi gruñía pidiendo que bajara ya, y no la hice esperar.

Baje por su abdomen dejando besos húmedos y mordidas mientras hacia mi camino hacia su entrepierna.

La desabroche el pantalón bajando la cremallera de este, dejándola solamente con un diminuto tanga de encaje blanco.

Cogi el borde del tanga, bajando despacio por sus piernas, llegando asus tobillos.

Besé y lamí sus tatuajes de las caderas.

Mimi las empezaba a mover buscando el contacto que necesitaba y yo bajé hasta su entrepierna, separando las piernas.

La miré y vi como su pecho bajaba y subía y como aferraba las manos a las sábanas, apretando las con los puños.

-Ana..... haz algo- dijo jadeando, que me pareció más un gemido.

No me lo pense dos veces.

Pase dos de mis dedos por todo su sexo, haciendo que se arqueara y gimiese.

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora