Canarias

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MIMI

Llevaba ya 2 días en Madrid, y me estaba congelando.

Hacía un frío de mierda y se me habían quedado los guantes en la casa de Tenerife.

Así que bajé a por unos al chino, no me apetecía ir hasta el Primark.

Me abroche hasta el cuello y me puse mi bufanda kilométrica, cogí las llaves y el móvil y bajé.

El chino que más cerca tenía estaba a 10 minutos andando y me quería morir.

Al llegar di gracias que tuviesen una pequeña estufa en la entrada.

-Buenas- me dijo la chica que estaba detrás del demostrador.

-Hola- la dije de vuelta, sonriendola sin ensañarse los dientes.

Busqué los guantes, entre en cada pasillo, dios por que era un laberinto.

Los encontré y cogí dos, por si las moscas.

Fui a pagarlos y salí de allí.

Volví a casa, helada, y abrí el portal, subí las escaleras hasta el 3° piso y abrí la puerta.

Me quité el abrigo y la bufanda, dejándolos en la percha que tenía en la entrada.

Fui al salón y me senté en el sofá, encendiendo la tele y arropando me con la manta.

Acabé dormida.

Los ruidos de las obras me despertaron, y miré el reloj que tenía en la pared.

-¡Mierda!- salte del sofá quedando de pie en el suelo y salir corriendo a cambiarme.

Si, llegaba tarde al trabajo.

Me puse el uniforme, cogí el maletín y salí cagando hostias.

Tenia que coger el transporte público si no corriendo y con el frío, no llegaba.

Cogi el metro, y no tardo mucho en llegar.

Tenia 10 minutos.

Paró en la primera parada y bajé para subir corriendo por las escaleras mecánicas.

Llegué al Corte Inglés, que era donde trabajaba.

Agencias de viajes, nada interesante.

Al llegar mi jefe me echó la bronca por llegar casi 1 hora tarde.

Cosa que hice caso omiso.

Me senté en mi respectivo sitio al lado de mi compañero, Ricky.

-Que ha pasado rubia, llevas una racha que no te lo crees ni tú- dijo girándose hacia mi.

-Gracias Ricky estoy bien- dije poniendo cara de asco y siguiendo con mi trabajo.

-Venga rubia no te enfades que eres la única que me soporta- dijo acercándose a mi.

Me giré y le sonreí de lado, para seguir con mis papeles.

Ya llevaba unas horas sentada.

Me sentía ¿vacía?, me faltaba algo pero no sabía el que.

Entonces mi mente puso la imagen de Ana con sus ojos fijos en los míos y su mano posada en su barbilla para sostenerla.

Mierda, su mirada me traía loca.

-Eh, Mimi, ¿estás bien?- me pregunto Ricky mirandome con cara de preocupado.

-Eh, si, si, ¿por?-dije mirandole.

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora