La chica rubia

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No podía creer lo que mis ojos veían, allí estaba el estúpido de mi ex.

Y yo que lo único que quería era pasarla bien y estar con mi gente.

Mi diviso entre la multitud y vino hacia mí con una gran sonrisa.

-Hola Ana- dijo, apestaba a alcohol y a tabaco.-Estas muy guapa- dijo pasando su mano por mi brazo derecho.

Con mi otra mano, se la aparte despacio y soltando la.

-Me voy con mis amigos, hasta más ver Jadel.- dije alejándome, noté cono me agarraba de la muñeca y me atraía hacia él.

-Tu no te vas de aquí muñeca- intento besarme, puso su mano por dentro de mis piernas, cerca de mi intimidad.

Por mi suerte, llego mi salvación.

-Cerdo, sueltala- se acercó corriendo para darle una bofetada, haciendo que este cayera al suelo.

-Gracias María-dije abrazandola y yendonos de allí.

Subimos a la parte superior, donde se encontraban Agoney y Álvaro, que ya se habían servido.

Agoney se estaba liando, en el largo sofá, con un chico, bastante atractivo y Álvaro, con una mujer, que la verdad es que se me caía la baba, también en el largo sofá.

María y yo fuimos a unas butacas más alejadas de ellos, para no contemplar semejante escena pornográfica.

Teníamos una mini barra, con una camarera tras ella de espaldas, estaba cogiendo unas botellas, pero no llegaba.

Se fue a coger una escalera pequeña, para subirse y cogerlas.

No pude evitar mirar hacia su trasero  se le marcaba el culo con esa falda apretada, llevaba también una camisa blanca con las mangas por encima de los codos.

Al girarse para dejar las botellas vi de quien se trataba.

Era ella.

La chica rubia que estaba en mi mente todo el día.

Me armé de valor y fui para "pedir" una copa.

-Hola, me pones una margarita porfavor- dije subiendo de tono, por la música, apoyé mis antebrazos en la barra, esperando a que se girase.

-Ahora mismo- dijo sin girarse.

Vi como iba a por una coctelera para mezclar los ingredientes, lo hacía con una magnífica agilidad.

Al terminar de mezclarlo, lo dejo a un lado y cogió una copa, puso varios hielos y colocó una sombrillita, para acto seguido, echar el líquido.

Lo cogió con su mano y me lo puso enfrente.

-Invita la casa-

Tras decir eso, por fin sus ojos verdes chocaron con los míos.

Su sonrisa se borró rápidamente.

Mierda, se acordaba de mí.

-Joder- dijo más para ella que para mí, cosa que oí.

-Oye, siento si el otro día interpretaste mal lo que ocurrio- la dije, cosa que me volvió a mirar, aún seria.

-Eh, no pasa nada, pero podrías dejarme, estoy trabajando- me dijo seca, cortante, atendiendo a otra chica que llevaba rato esperando.

Me levanté y volví a mi butaca, y María ya no estaba allí.

-¿María?- dije mirando a mi alrededor.

Las luces de colores no me dejaban ver bien, y la música estaba altísima, más que una discoteca de Madrid.

HermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora