Capítulo 11

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Tuvimos reunión desde temprano con la banda, viendo los detalles para la próxima presentación que sería en un festival importante. Iba a haber ensayo también, pero con Gino dando vueltas con el celular (tratando de calmar a Gabriela) y tantos pendientes, pasamos el ensayo para la tarde.

Daniel y yo salimos para ver lo del merchandising y algunos flyers para repartir en el festival. Estábamos por Miraflores, después de haber almorzado estábamos decidiendo si íbamos a adelantar trabajo en el estudio, o a ver detalles del disco con el productor.

De pronto teníamos a María en frente de nosotros, nos quedamos callados mirándonos, me di cuenta que estábamos frente a la puerta de un restaurante y María había salido de ahí, al menos estaba sola.

—Hola María ¿Qué tal? ¿Vas a almorzar? —dijo Daniel con su mejor sonrisa.

¿Por qué le pregunta eso? Acaba de salir de un restaurante, no entró a resolver sudokus.

—No, acabo de almorzar con una amiga ¿y ustedes?

Mi celular comenzó a sonar y tuve que alejarme para contestar, era Lucía.

—¿Qué pasa? —Le pregunté fríamente.

¿Qué haces? ¿Podemos vernos?

—No, estoy ocupado… y de todos modos, no creo que sea buena idea. Además, no tienes que llamarme cada 5 minutos tampoco.

Sabes… no tengo que soportar tu rechazo, tengo muchos chicos que darían lo que fuera porque les hiciera caso.

—No lo dudo, eres una chica muy linda, inteligente, yo mismo conozco a algunos que están muy interesados en ti, si lo sabes ¿por qué te empeñas en jugar este juego?

¡No es un juego para mí!

Dios, esta chica me estresa. Vi a Daniel que me hacía unas señas, señalando en dirección a donde había dejado el carro. Se van, rayos, no.

—No es un buen momento ahora Lucía, tengo que colgar.

No, no me cuelgues por favor, no me siento bien.

—¿Qué tienes?

No dijo nada y escuché sollozos.

—¿Qué te pasa? —Insistí.

No es nada, soy una estúpida… hay días en los que no puedo conmigo misma.

—No tienes por qué sentirte así, todos pasamos por momentos malos pero…

Solo quiero verte, solo eso… por favor.

Sus palabras me pusieron en tensión, no tenía salida.

—Esta bien, ire a verte ¿Dónde estas?

¿Puedes venir a mi casa? Te paso la dirección por SMS.

A su casa, esto no puede ser bueno.

—Está bien, ya nos vemos.

Corté la llamada y caminé por la avenida hasta donde Daniel había estacionado su carro, María seguía con Daniel, seguramente vendría con nosotros. Cuando llegué junto a ellos y antes de entrar al carro, Daniel me dijo «Ah, antes dejaremos a María en su casa». Por mi estaba bien, lo que sea que me retrasé de ver a Lucía ¿Cómo había terminado en medio de esto? Vi a María por el espejo, su mirada se perdía por la ventana, parecía distraída, algo triste… creo que muchos no estamos teniendo un buen día.

El otro lado de las ilusiones #ilu1.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora