Capítulo 22

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Otra mañana en casa de Lucía, prácticamente me había acostumbrado. Siempre lo mismo, ella se dormía, yo me iba al sofá y amanecía con dolor de espalda.

—¿Por qué Lucía nunca ve a sus padres? —Le pregunté a Carla mientras me traía el café habitual.

—No sé, ellos se distanciaron bastante cuando Lucía decidió estudiar comunicaciones.

—¿Y eso por qué?

—Bah, tonterías… toda su familia está en la rama de la medicina. Querían que ella estudiara cualquier cosa que tenga que ver con medicina, hasta de enfermera la hubieran aceptado. Pero ella salió diferente, es como la oveja negra de la familia.

—Pero… tal vez esa distancia es una de las cosas que la tiene mal. Quizás si ellos se acercaran la podrían ayudar.

—Tú no conoces a sus padres… ellos no la pueden ayudar en nada.

Tomé el resto de mi café en silencio. Tenía que haber algo que yo pudiera hacer para ayudarla.

—Solo estas buscando deshacerte de ella ¿verdad? —dijo Carla de repente.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? Quiero lo mejor para ella, la aprecio y la conozco desde hace mucho. Yo no la estoy ayudando en lo absoluto.

—Mira…ella no esta haciendo bien las cosas pero te quiere… y te necesita para estar bien.

—Yo no creo eso.

Sentí a alguien arrastrando los pies detrás de mí, me giré y vi a Lucía yendo a la cocina. Era extraño, ella siempre se levantaba de buen humor y se unía a nosotros en la sala. Cuando fuí a verla ella estaba en la isla de la cocina con una taza de café al lado.

—¿Te pasa algo? —Pregunté.

—Estoy bien —Contestó.

Por supuesto que no estaba bien. Me quedé pensando un instante, iba a hablar, pero ella lo hizo antes.

—Quiero hablar contigo, pero no aquí… salgamos ¿tienes tiempo?

—Sí, claro…

—Voy a ducharme —Dijo y salió de la cocina.

La esperé unos minutos, me lavé como pude, yo también necesitaba una ducha, pero en mi casa. Regresó a la sala, ya lista para salir y con el mismo semblante triste, se despidió de Carla apenas agitando la mano. Caminó y yo solo la seguí, no fuimos nada lejos, llegamos al mismo parque donde habíamos estado hace algún tiempo y nos sentamos en la misma banca.

—Este lugar me trae bonitos recuerdos —dijo.

—A mí no.

—A mí sí, aquí pude sentir que realmente te importaba, pero ahora…

—¿Ahora qué?

—Ya te estoy hartando ¿cierto?

—¿Qué? ¿Por qué dices eso?

La segunda vez en el día que me acusaban de algo cruel.

—Te escuché hablando con Carla.

—No malinterpretes nada, yo solo quiero que estés bien.

—José, tú me haces bien… no importa lo que pienses, solo contigo estoy bien.

—Pero Lucía…

—Solo dame una oportunidad, te voy a demostrar que puedo estar bien, que podemos ser felices.

—Para que seas feliz primero tienes que estar bien sola…

—¡No! ¡No! ¡No salgas con esas cosas! —dijo alterada — ¡Yo te quiero! ¿Por qué no lo ves?

Ella me abrazó con fuerza y se puso a sollozar.

—Lucía… Lucía…

No sabía que decir.

—Yo… lo puedo pensar.

Ella se apartó de mí y una sonrisa se asomó a su rostro.

—No te vas a arrepentir —dijo y me dio un beso.

El humor le cambio por completo ¿era bipolar? Nos quedamos un rato más hablando, luego la acompañé hasta su casa, se despidió con otro beso. Entendí que, en su cabeza, nosotros ya éramos enamorados, las cosas se me complicaban cada vez más.

Llegué a mi casa y fui de frente a la ducha. Luego llamé a Daniel para confirmar el ensayo de más tarde y la reunión con Lucía (esta vez para ver solo cosas de trabajo). Me dijo que estaba yendo a la casa de María (otra vez) y que nos veríamos en el estudio, ellos pasaban demasiado tiempo juntos y eso me estaba desesperando. Me conecté al MSN y ahí estaba María, me habló y estaba muy contenta, le habían dado la portada de su libro, sí… todo gracias a Daniel. Hice algo estúpido, le dije que vería a Lucía, quise darle celos pero me arrepentí en el mismo segundo, me despedí antes de saber su reacción, tal vez ni le importó, ella estaba tan bien con Daniel.

La reunión con Lucia fue en la casa de Ricardo, ella nos estaba apoyando bastante con la publicidad del nuevo disco, no solo con el espacio en su revista, también con varias ideas. Finalmente terminamos con los últimos detalles de la nota que saldría la próxima semana.

Salimos y Lucía me ofreció ir a su casa, sabía que a esa hora no estaba Carla. Ella sabía que tenía tiempo antes de ir al estudio, así que dije que tenía otras cosas que hacer.

—¿Y si hacemos algo en la noche? —Preguntó haciendo un puchero.

—Lo hablamos luego… —Le dije fríamente.

Me despedí y pude evadir sus labios insistentes. Mi cabeza estaba en un solo lugar, saber que pasaba entre María y Daniel.

El otro lado de las ilusiones #ilu1.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora