Capítulo 18

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Después de desayunar fui al cuarto de Lucía a buscar mi celular. Estaba en su mesita de noche, cuando lo tuve en mi mano ya estuve listo para regresar a mi casa. En ese momento entró Lucía a la habitación.

—No le digas a nadie, por favor.

Con sus palabras me quedé muy confundido. No entendía su petición y mi rostro debía reflejar eso, ya que ella se apresuró a explicarse.

—Nadie sabe… como soy —dijo casi susurrando —. Siempre fue solo Carla y ahora tú. No es fácil controlar mi temperamento, y si otras personas supieran de mis crisis, no lo entenderían, se burlarían. Además creerían que si lo estamos intentando es solo porque me tienes lástima.

¿Intentando?

—No pienso decir nada, no tendría por qué. Pero Lucía, Tú y yo no lo estamos… intentando. Cuentas conmigo, quiero apoyarte pero no puedo ofrecer más.

Me escuchó sin cambiar de expresión, un segundo después me dedicó una sonrisa triste pero volvió a hablar sin ninguna expresión.

—Tú lo vez así —dijo — pero me tienes fe y eso es mucho. Sé que en el fondo me estás dando una oportunidad.

Se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Salí del cuarto y me despedí de Carla. Lucía me acompañó hasta la puerta de su casa y, aunque estuvo más distante, sé que tiene ideas equivocadas sobre nosotros.

Cuando al fin estuve alejado de esa casa, de Lucía, las cosas me empezaron a caer de golpe.

¿Por qué besé a María? ¿Por qué no le dije a Daniel que estoy interesado en María? ¿Por qué no puedo dejar las cosas claras con Lucía?

Si quiero empezar a arreglar este enredo tengo que empezar por lo primero. No puedo intentar nada con María, eso ya lo había decidido. Quisiera… pero no puedo, no ahora. Y no tengo derecho a decir que me espere y mucho menos si no puedo darle una razón para eso. Lo único que me queda hacer es disculparme. Tomé el celular con el corazón acelerado y la llamé.

Un timbre, dos timbres, tres timbres…

Hola ¿Qué es lo que pasa? —Me dijo en un tono cortante.

—Es necesario que hable contigo y no puedo esperar hasta verte.

En realidad no quería verla, o no podía verla… al decirle lo que tenía que decirle a la cara, la determinación me fallaría.

¿Prefieres decírmelo por teléfono?

—Es algo muy simple... no te quitaré mucho tiempo.

Ok, te escucharé.

—Te pido disculpas por lo que pasó ayer, no sé qué sucedió... fue un impulso, no lo pensé... nada de lo que te dije ha cambiado, yo te quiero mucho... pero solo eres una gran amiga, solo eso.

Fue un segundo de silencio, tal vez algo más. Sabía que estaba siendo un idiota, pero no sabía que más hacer. Yo no debería de haberla besado.

—¿Solo para eso llamaste? —preguntó sin revelar ninguna emoción.

—No quisiera que volvamos a tocar este tema, de verdad no quiero lastimarte y es mejor no volver hablar de esto.

Por mí no hay ningún problema.

—Está bien, María. No te molesto más, cuídate mucho.

Está bien, adiós.

Antes de que pudiera decir otra cosa, ella cortó la llamada. No me permití pensar mucho en eso, tenía que hacerlo y punto.

En mi casa avancé con algo de trabajo, luego me reuní con Ricardo en el estudio, él iba a dejar su bajo grabado para ir armando algunas canciones, ya que él saldría de viaje por una semana.

En ese momento María me habló al MSN, ya no podía sentirme como antes, sentía que debía guardarme mis sentimientos. Me saludó y yo le contesté el saludo, después me distraje con unos cambios en la grabación. Cuando volví a estar frente a la Laptop tenia otro mensaje de María, parecía bastante angustiada.

José Dice:

Creo que ahora no puedo hablar, no sabes la cantidad de trabajo que tengo.

Pretty Mary Dice:

En serio no tienes ni un minuto?

José Dice:

Por qué?  Creí que habíamos quedado claro en la mañana... no me gusta verte mal, pero no puedo hacer mucho, no te hará bien hablar conmigo.

Pretty Mary Dice:

De qué hablas? Se supone que somos amigos, no? No estoy mal por ti, todo no gira alrededor tuyo... te quiero, confió en ti o es que eso tampoco te lo puedo decir? Definitivamente tú no te mereces nada de lo que siento por ti, mucho menos mi amistad.

Ella se desconectó y estoy seguro que se molestó bastante. No me gustaba ni un poco poner esa distancia entre los dos, pero no podía ser egoísta y dejarla en medio de... absolutamente nada. Porque eso es lo único que podía oftecerle, nada.

Estaba haciendo lo correcto.

El otro lado de las ilusiones #ilu1.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora