Capítulo 9

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Llegué a la plaza unos minutos antes, por suerte no tuve que esperar mucho tiempo, ella llegó puntual, una razón más para que ella me guste. Nos saludamos y se sintió extraño al principio, nos quedamos viendo el suelo un segundo o dos. Propuse ir a caminar por Jirón de la Unión, llegamos frente al cine y le pregunté si quería ver una película, ni siquiera sé por qué lo hice, yo no quería ver una película, yo quería pasar tiempo con ella, conocerla un poco más y ver una película no me permitiría eso, serian 2 horas desperdiciadas. Felizmente dijo que no «No, tal vez en otra ocasión» fue exactamente lo que dijo, eso fue perfecto, por supuesto que tendríamos otra ocasión para ir al cine. Compré helados, los vasos de helado más grande que haya comprado en mi vida, y ella propuso volver a la plaza para tomarlos con tranquilidad. Corría un ligero viento, pero estaba muy frio, ella traía una blusa muy delgada, vi su piel erizada y hasta me pareció notar que temblaba. Pensé en ofrecerle mi casaca, pero me dijo que no tenía frío, no sé ni lo decía por orgullo o por… en realidad no tenía ni idea, así que no insistí.
En un momento de silencio recordé que la banda tenía una entrevista la otra semana en la televisión y se me ocurrió preguntarle «¿Tienes planes para el próximo viernes?», noté que se puso tensa al instante y hasta botó la cucharita con la que tomaba el helado, le ofrecí la mía, lo dudo un segundo, pero la aceptó, no me di cuenta lo raro que era ofrecérsela, pero al final no fue incómodo.

—Entonces… el viernes… —Insistí.

Parpadeó varias veces antes de darme una respuesta.

—No, no tengo planes ¿por qué?

—Bueno, como es viernes pensé que tendrías planes, en todo caso si estas en casa… el viernes a las 8:00 PM Tenemos una entrevista, salimos por canal 6 otra vez.

Me pareció notar que soltó un suspiro ¿alivio? Pero de lo que estoy seguro es que la tensión se le fue, no entendí nada de eso.

—Ohh… seguro estaré en casa —dijo —.Tal vez la vea con Gabriela… Aunque no sé si sea buena idea…

—¿Por qué lo dices?

—Lo digo por Gaby, ya sabes ella anda toda embobada con Gino, se comporta peor que una fan enamorada.

—Gino también debe de quererla, hace mucho que no está con nadie.

Se me escapa una sonrisa al pensar en mis palabras, en realidad Gino ha estado con muchas chicas, pero a ninguna ha tomado en serio y ellas tampoco a él, él dijo que no se comprometía, pero lo veo más que comprometido con Gabriela, eso me alegra.

Después de un rato me ofrecí para llevarla a su casa, ella se negó, pero en eso si insistí y cedió. Cuando ya nos íbamos se nos acercó un niño vendiendo chicles, en realidad no tenía ganas de comer chicles y cuando le compras a uno, luego aparecen uno tras otro… pero como ya nos íbamos, no había ese riesgo.

—¿De qué sabor? —preguntó el niño.

—De mora… ¿Tú quieres? —Le pregunté a María.

—Sí, Gracias… también de mora.

—Solo me queda uno de mora —dijo el niño.

Ambos nos miramos, ella hizo una mueca con los labios, parecía que consideraba que era un problema serio.

—¿Nos pelearemos por un chicle? —pregunté en tono de broma.

—No lo creo…

—¿De que otro sabor lo prefieres?

—No, el de mora es mió.

Le di una media sonrisa y pedí otro chicle de canela, le pagué al niño y se fue. María me miraba con una cara como diciendo «¿y bien?», esto me parecía divertido.

—La verdad es que yo odio el de canela —dije.

—Pues no los hubieras pedido, había otros sabores.

Puso los ojos en blanco y resopló, me miró desafiante, cielos… solo eran unos chicles.

—Vamos a ser justos… ¿‘Yan ken po’? —dije.

Ella soltó una pequeña carcajada y luego puso su puño delante de mí, hice lo mismo «Yan ken po» dijimos al mismo tiempo, ella sacó piedra y yo también, usé mi lógica y pensé que ella podría pensar que iba a sacar piedra otra vez así que sacaría papel, pero ambos volvimos a sacar lo mismo, dejé la lógica, no pensé y solo saqué tijera… ella había sacado papel… gané. Alcé el chicle triunfante como si fuera un trofeo, ella desvió la mirada y tenía un puchero.

—Ten… esto fue divertido —dije dándole el chicle de mora.

No dijo nada, solo lo cogió y abrió el paquete, parecía una niña, otra vez tan tierna. Al final nos repartimos el contenido del paquete, el chicle de canela se quedó abandonado en el bolsillo de mi pantalón. Caminamos para buscar un taxi, rayos, tenía muchas ganas de pasar mi brazo por encima de su hombro, caminar así… cerca de ella. No podía hacer eso, aunque no estaba seguro de porque no.

En el taxi hablamos durante todo el viaje, le conté sobre mi día, me contó sobre el suyo, algunas otras cosas más… el camino se hizo corto. Llegamos, me bajé del taxi para acompañarla a la puerta.

—Me divertí contigo, tal vez podríamos volver a salir alguna otra vez si es posible —Le dije, y en serio lo deseaba.

—Yo también me divertí —Fue lo único que dijo, no pude descifrar con que clase de sentimiento lo decía, tal vez solo estaba siendo educada.

Le di un beso en la mejilla para despedirme de ella, «Chau, descansa» le dije, sentí su aroma, se sentía más fuerte. Me fui, aunque hubiera querido quedarme, sé que vive sola, hacer más larga la despedida la hubiera hecho pensar mal…o tal vez, demasiado bien.

Llegué a mi casa súper relajado, listo para dormir… aunque antes de llegar al estado REM ya había tomado una importante decisión. Era obvio que María me gustaba y tengo fuertes esperanzas en que es algo mutuo, quiero que ella sea mi enamorada y tengo que hacer algo al respecto y tiene que ser pronto. Daniel también está interesado, lo sé… y si no hago algo, esto podría terminar muy mal.

El otro lado de las ilusiones #ilu1.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora