CAPÍTULO 32: AMIGOS EN LAS BUENAS Y EN LAS MALAS

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Disfrútenlo muchas gracias!!.

Lincoln había ingresado en su departamento luego de haber tenido ese encuentro con Sid, en dónde ella le había demostrado lo que sentía por el (en esos momentos) con una fuerte cachetada en su mejilla, cachetada que dejó a todos sorprendidos.

Lincoln no pudo hacer nada más, no pudo hablar con ella, no le pudo decir nada y mucho menos darle una explicación, Sid estaba realmente dolida con su corazón y con su alma destrozada, se sentía muy mal.

Por su parte Lincoln, al no saber que más hacer, no tuvo otra opción que llamar a su amigo Dylan, para que él pueda acompañarlo por lo menos.

—Dylan... ¿puedes venir un momento? –preguntó Lincoln.

—Viejo que pasó ¿te escucho fatal te pasó algo malo? –Dylan notó el tono de voz de su amigo.

—Sid... –respondió Lincoln.

—¿Sid?... –Dylan no entendió lo que su amigo le había respondido.

—Sid, eso pasó... ven por favor, ven lo más rápido posible Dylan, de verdad necesito que estés aquí, te necesito amigo, ven.

—Está bien Lincoln, quédate ahí, iré lo más rápido posible no te muevas de ahí –Dylan cerró la llamada que Lincoln le había hecho.

—Ven... por favor.

Dylan al cerrar la llamada de Lincoln, no dudó ni por un segundo en ir a ayudar a su amigo, por lo que salió lo más rápido posible de su casa y se dirigió al edificio de la familia Casagrande. Una vez habiendo llegado, subió al departamento de Lincoln.

Cuando Dylan llegó al piso dónde vivía Lincoln, tocó su puerta y este último le abrió lentamente, y al ver cómo Lincoln se encontraba, Dylan se preocupó por su amigo.

Ahí, adentro del departamento, Dylan se enteró de la verdad, puesto que Lincoln le contó lo que había pasado, y también le había enseñado la conversación que "tuvo" con Sid, y reaccionó de una forma muy calmada.

—¡No vergas, pinches, putas, mames! ¡¿cómo mierda se te puedo haber ocurrido hacerle esto a Sid, Lincoln?! –Dylan observó los mensajes que supuestamente Lincoln le había enviado–. ¿Acaso no la amabas, amigo?.

—¡Claro que sí, aún la amo Dylan! –respondió Lincoln–. ¡La amo con todo mi corazón y con toda mi alma!.

Lincoln, estaba sentado en un rincón oscuro de su departamento, abrazando sus piernas, mientras soltaba varias lágrimas, se sentía muy mal por lo que había pasado.

—¿Y entonces qué significan estas fotos Lincoln? –preguntó Dylan–. No sabía que tenías algo con esa... perra de Scarlett.

—No tengo nada con ella Dylan, no tengo nada con esa estúpida –respondió Lincoln agachando su cabeza.

—¿Y entonces? ¿qué pasó Lincoln?.

—No lo sé, yo... no recuerdo nada, estábamos haciendo el trabajo, ella me dió algo de beber y... después desperté en el mueble –Lincoln se sostuvo su cabeza, tratando de recordar lo que pasó–. Yo no tuve nada con ella, estoy cien por ciento seguro que no hicimos nada, y esas fotos son una grandísima mentira.

—Esa perra de seguro te puso algo en el vaso, o tal vez te hizo algo sin que tú te hayas dado cuenta, y luego terminaron así –dijo Dylan–. Y no solo le bastó con haberte hecho eso, sino que también te tomó fotos y se las envío a Sid, fingiendo ser tú, que perra más astuta resultó ser.

—Esa perra, es una maldita... nunca debí de haber hecho el trabajo con ella, nunca debí de haber confiado en esa desgraciada, y ahora por su culpa.... ¡Por su culpa Sid me odia! –Lincoln no aguantó más y rompió en llanto.

LLEGASTE A MÍ VIDA [SIDCOLN] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora