8. Coincidencias.

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Había dormido profundamente, al menos sentía que tenía todas mis energías recargadas, estaba lista para un nuevo día.

Me levanté y observé mi habitación, sí que me gustaba. Solté un bostezo pero este era porque quería quedarme recostada en la cama sin hacer nada.

Menee la cabeza en signo de negación, para luego levantarme completamente de la cama y arreglar un poco a la misma, dejándola así lista para poder venir en la noche y meterme. Era tentador verla ordenada, quería tirarme sobre ella.

Alejando todo pensamiento de pereza me estire un poco, era temprano para las tentaciones.

Observo por la ventana, algo quiso que Andrew pasará corriendo por la acera de la carretera, pero por más que mire no aparecía.

¿Podría el amor cambiar tu vida?

Érase otro día que anhelaba verte.

Rara sensación que no me deja respirar bien.

Distancia, esa palabra no me gustaba si de ti se trataba.

Iría a dónde estuvieras.

¿Daría hasta la vida?

¿Amaría sin guardar nada?

Montones de preguntas revoloteaban en mi cabeza, quería tomar una raqueta y hacer que cayeran, o para lanzarlos lejos, lo que sea, solo quería evitarlos.

Me dirigí al baño, debía de asearme antes de bajar a desayunar.

Una vez lista me dispuse a buscar algo lindo, iríamos con mamá a comprar y no quería verme mal. No ahora que quería ser la más bonita para ciertos ojos.

Dejo el vestido elegido sobre la cama, primero tendría que ver que mamá estuviera lista y eso sería después del desayuno. Bajé las escaleras, estaba raramente feliz.

-Amelia ¿por qué despiertas tan temprano?- preguntó mi madre y tenía el ceño fruncido.

-No lo sé, así me levantaba en el pueblo a jugar con los animales- dije restándole importancia.

-Bueno eso es cierto pero debes de dormir un poco más, siempre estas ayudando de un lado a otro y aun así tienes fuerzas para levantarte y seguir saltando por ahí- dijo mientras se ponía el delantal.

Me recosté sobre un mueble que había en la sala, se sentía cómodo, será bautizado como "el más cómodo mueble de Amelia". Sonreí por las cosas que podía llegar a pensar.

-Debo de contratar a alguien que se ocupe de la cocina, ya no se cuanto pueda- dice mamá.

Era cierto, ella no cocinaba, por eso frecuentaba a la tía Rebeca, le ayudaba y ella nos brindaba comida o papá compraba todo y lo llevaba a su casa. Era nuestra chef en realidad.

Mamá no tenía ni buena ni mala relación con su hermana, sólo que a mi madre no le parecía que su hermana pase contando las historias de sus distintos amores, decía que me harían perder en mi mente, que era muy joven, y por eso ella no iba donde la tía.

Odalis y Rebeca Cooper, muy parecidas físicamente pero de emociones completamente distintas. Mantenían el orden de las cosas, al menos eso pensaba. Mamá había conocido a mi padre cuando era joven, vivieron una linda y única historia de amor, me encantaba sí pero también me gustaba saber que pasaba si no encuentras así tan rápido a quien encaje contigo.

Es decir no todos podemos encontrar un "click" así de fuerte, hay tantos chicos y chicas que aún no saben, sabemos, lo que buscamos, nos llegamos a confundir y a veces nos olvidamos de vivir si nos quedamos a pensar en "¿Qué es mejor para nosotros?"

La Tragedia De Lo Que Siento Por Ti. © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora