16. Pensamientos

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Iba pegada a la ventanilla del auto de papá, ya estábamos camino a casa de la tía, llevaba puestos los auriculares, la música se había convertido en la más fiel consejera, Adele era quien se reproducía en mis oídos haciendo que caiga en depresión amorosa sin saber qué era eso. Sentía que las canciones que me eran recomendadas aparecían mágicamente para mezclarse con lo que me sucedía. Con los sentimientos. Las emociones.

Los pensamientos que daban vueltas en la mente de un adolescente era que ropa usaría, como les irá el próximo año en la escuela, en amigos, fiestas posiblemente y en un montón de cosas más que uno puede llegar a cargar con sólo diecisiete años, suele ser mucho estrés, por eso debería de preocuparme pero en cambio los míos debían de tener nombre y apellido, una sonrisa increíble, los ojos más hermosos que había visto en la vida. Una persona misteriosa para alguien que le gusta la curiosidad, pero no quería estar detrás de él, no así, bueno sí así como en el parque con la tía. Como en la charla de la noche, de los encuentros. De sus sonrisas, no quería perderme ni sus enfados y la extraña manera que tiene de preocuparse, explotando, como en el parque cuando me caí.

Hoy me había dado cuenta de que puedo llegar a sentir algo por alguien, rápido. Me llegaba a sentir algo tonta por cómo sentía que las emociones me invadían y cuando estaba llena no tenían por donde salir y terminaban quedándose dentro haciendo que sufra por un buen tiempo. Posiblemente no sabía, no tenía ni idea, de que era estar enamorada pero las mariposas empezaban a revolotear muy rápido. Sabía que las mariposas con sus alitas podían causar una tormenta más tarde, sí, eso era miedo.

¿Por qué le temía a un futuro incierto? No sabía que sucedería más tarde, mañana. Las cosas terrenales son muy difíciles de dejar pero estamos rodeadas de ellas, y a veces nos podemos encariñar un poco, mucho.

Ya que el camino era algo largo tenía tiempo para pensar si observaba el camino. La carretera limpia. Los autos pasando rápidamente. La brisa. Sonrisas se formaban en mi rostro pero al mismo tiempo me sentía agobiada. Suspiro cansada y me acomodo en el asiento, no podía dormir, por alguna extraña razón sentía que amaba viajar e ir despierta. Querer guardar cosas en la mente no debe de ser la mejor de las ideas.

Tomo algunas fotos a mamá que iba de copiloto y ya estaba dormida. No era muy buena compañía de viaje para mi parecer quien debería de estar al frente era yo, pero perdí en piedra, papel y tijera. Fue un juego limpio en donde pediría la revancha algún otro día.

Alzo un poco las ventanas y cerré por un momento los ojos. Quería sentirme en paz, estar relajada debía de ser una de las alternativas del viaje o tal vez lo era y era yo misma quien lo quería impedir.

-Amelia despierta cariño que ya estamos entrando a la gran casa Wayne- escucho que decía mi madre aunque se oía como si estuviese a metros de mi.

Abrí lentamente los ojos y ya era de noche, o la madrugada. El cielo se veía hermoso esta noche, al menos esta noche me había fijado en algo que no fuera Andrew.

-¿Por qué estamos en casa de los abuelos?- pregunté aún somnolienta.

-Creo que si durmió todo el viaje- dice mi madre como si ya hubiesen estado hablando de eso.

-Un resumen entonces- anunció papá y escucho atenta en lo que entrábamos por el gran portón- la fiesta no puede ser donde la tía Gissel por un problema que contará más tarde en la fiesta y tus abuelos dijeron que recibirán a la familia en casa.

Miro a mamá y está se giró levemente, aun estábamos dentro del auto, nos observamos mientras papá guardaba el auto en el garaje.

Ambas sonreímos discretas para que papá no se fijara en que siempre que dice "recibir a la familia" nos causa gracia ya que a mamá es a quien menos quieren ver.

La Tragedia De Lo Que Siento Por Ti. © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora