17. ¿Qué es el amor en realidad?

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A la mañana siguiente escuchaba como golpeaban la puerta de la habitación. Le habíamos puesto el seguro porque no queríamos que nos escucharán platicar y ahora ninguna quería levantarse a abrir la puerta.

-Ve tu Ammi- escucho decir a Llerena en un jadeo.

Me quejo soltando un gemido de cansancio. Nadie nos mandaba a hablar hasta casi las 4 de la madrugada para luego solo dormir un par de horas más. Aún luego de tanta charla sentíamos que faltaban cosas pero el sueño nos había ganado y nos quería volver a vencer.

Decidí ignorar los golpes suaves, pero insistentes, en la puerta para seguir descansando.

De pronto los golpes se fueron profundizados al punto de que parecía que iban a tumbar la puerta. Molesta me levanté de la cama, Llerena se incorporó quedando recostada sobre el respaldar de la cama.

-¿Qué les sucede?- pregunté molesta pero recordé que no debía de actuar así con las personas de servicio.

-No regañes a Clarice, sólo le enseñaba cómo se hace para que dos dormilonas se dignen en abrir la puerta- finalizó expresando su enojo pero disimulando un poco.

Eric. Primo hermano de Llerena, tenía mi edad pero era más insoportable que cualquier persona. Cabe recalcar que no me llevo casi con nadie de mi edad en mi familia. Mucho menos con él.

-No fue mi intención ser grosera contigo Clarice- dije sonriendo amablemente a la muchacha que trabajaba aquí en casa de los abuelos.

-Disculpe usted por permitir que su primo fuera tan grosero- se disculpó ella amable. Luego siguió- Tengo que avisarles que ya las esperan a ambas para el desayuno. Sus abuelos están listos y los adultos no tardan en bajar. Tienen tiempo de ducharse y vestirse. ¿Puedo ayudarles con algo?

Ella era muy amable y ya la había topado algunas otras veces. Me agradaba su forma de ser tan complaciente y respetuosa. Era su trabajo después de todo pero era más profesional en las cosas de obediencia que algún bien estudiado. Como Eric que seguía de pie a un lado escuchando todo y viendo al interior de la habitación.

-Puede retirarse- contesté a su pregunta- estaremos bien. Muchas gracias.

Ella se retiró haciendo una reverencia. La vi alejarse por el pasillo y cuando regreso a mirar mi primo aún está a de pie como si de otra columna de la casa se tratara.

-¿Y yo si puedo ayudarlas primas?- pregunta pervertido.

-Te puedes ir a comprarte una vida y quedarte con ella, lejos- contestó Llerena quien me jalo de la muñeca haciendo que entre de nuevo a la habitación y luego cerró la puerta en la cara de Eric.

Ella me soltó y se encaminó de nuevo a su cama. Se envolvió con la sábana y cerró los párpados soltando un quejido.

-Es tan insoportable- dijo de pronto- debes alejarte de chicos como nuestro primo eh- soltó y un bostezo salió de su boca mostrando el claro cansancio que sentía.

Sonreí por su manera de dar consejos. Parecía estar balbuceando ya que estaba casi dormida.

-Entraré a ducharme para darte tiempo de despertar- avisé- y más te vale ya estar con ropa en mano porque si no te meto a la fuerza en ese baño.

-Me quedo dormida sentada en la taza- dijo somnolienta.

Ignoro su comentario para poder dirigirme al baño. Tomo una ducha rápida y como ya llevaba todo lo que usaría en cada parte del día fue fácil para mi vestirme.

-¿Cómo logras verte así de bien luego de no dormir las horas que necesitan los humanos?- preguntó ella una vez que salió del baño ya lista.

Gracias a que el cuarto de baño era cómodo y grande dentro de este teníamos la secadora, plancha para ropa y cabello. Sentía que los abuelos habían construido esta casa y ya sabían hasta cuantos bisnietos tendrían para llenarla.

La Tragedia De Lo Que Siento Por Ti. © [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora