La noche había llegado. Mi habitación estaba lista y había quedado muy bonita, con mamá dejamos a un lado la ropa que ya no necesitaría, iba a donarlo a algún orfanato, por supuesto la ropa que estaba decente.
Papá llegó y los alimentos ya estaban preparados, todos hablamos de lo que pasó el día de hoy. Evité a toda costa que mamá comente algo de Andrew, a veces ella trataba de evitar mis miradas pero me dejaba claro que no era importante, era un chico, adolescente, y no lo quería en mi vida.
Pero ¿a quién engaño más que a mí misma? Lo que quiero es sacarlo, se ha metido en mi cabeza y lo puedo ver sonriendo.
Declara su sonrisa una tentación, un pecado pero pecado sería no apreciarla y quedar idiotizada por ella. ¿Se la habría dado de regalo Dios o el mismo Santanas?
Sacudí la cabeza para alejar las imágenes de él que se habían quedado guardadas en mi memoria.
-Amelia, tú mamá ha dicho que estás de acuerdo en lo de hacer el ventanal- cometa mi padre llamando mi atención.
-Sí, me gustaría que pudiéramos apreciar el pasto, y las plantas que quiero que sembremos, el sol, en sí, tener un buen paisaje a la hora de la comida- digo mirando a la pared pálida, imaginaba ya el ventanal puesto.
-Mañana tendremos que iniciar con el arreglo del patio- agrega mamá para luego darle un sorbo a su bebida.
Todos tres asentimos, poniéndonos de acuerdo para algo, papá no estaría pero no lo podíamos culpar, tenía que trabajar.
-De paso que vamos a comprar semillas te daré indicaciones para que cuando quieras salir lo hagas sin perderte- dijo mamá dándole fin a la conversación en la mesa.
Pasearme por allí iba a ser lo que más disfrute. Empezaría algo nuevo, aprendería, debía de crecer con lo que la vida me dé, debía enfrentar las cosas y puedo decir, o al menos creía, que estaba lista.
Esta vez papá se ofreció a lavar los platos así que me despedí de ellos. Subí a mi habitación y me tiré sobre la cama rebotando un poco por el impulso. Aún no habían pedido la televisión así que tenía que sólo subir y quedarme aquí observando a la nada.
Eso no era buena idea.
Me encamine hasta una pequeña repisa que dejó mamá para que me quede algunos libros, así no los guardaría todos en la oficina de papá.
Paso la mirada por ellos durante un largo tiempo. No quería leer por ahora, mi cabeza estaba hecha un fiasco, por dentro los hipopótamos bailaban sin darse cuenta que me hacían daño. Que terrible era estar ¿enamorada?
-Hija- mi mamá llamó mi atención haciendo que dejase de mirar los libros- tu padre ha traído un regalo para ti.
Este se asomó por la puerta y tenía sus manos detrás de su espalda.
-Ya estamos en la ciudad, ¿ahora me traes ropa de campo?- pregunté graciosa.
Ambos rieron para luego negar con la cabeza.
-Tenemos que estar comunicados y ya estás en la ciudad- fruncí el ceño- es un celular.
Levanté mis cejas en signo de sorpresa, no tan verdadera pero sorpresa. Tomo la caja en mi manos, me senté en filo de la cama para poder abrirlo, se veía muy caro y bonito.
-No creo que sea necesario- dije- estaré con mamá y no me iré sola a ningún lugar.
Aún observaba el celular.
-Te lo vas a quedar, lo necesitarás- dijo mamá sonriendo.
Levanté la mirada y les sonreí a ambos, deje el celular con todo y caja sobre la cama para poder darles un gran abrazo.
-Muchas gracias- solté cuando ya los tenía a los dos envueltos en mis brazos.
-Hay esta todo para que registres tu número de celular- informó papá- nos retiramos a nuestra habitación, no te acuestes tarde- ambos se despidieron dejando un beso sobre mi frente.
Me despedí y cerré la puerta de mi habitación.
Fijé mi vista en el celular, sabía lo de registrar mis datos, tuve que ayudarle a mamá cuando papá le regaló uno por su cumpleaños, hasta ahora no lo había necesitado, había estado bien. Necesitaba capturar imágenes que me ayuden a expresar, que demuestren vida.
¿Andrew dejaría que le saque una foto alguna vez?
Deje a un lado la caja del celular y sólo me quedé con este reposando sobre mi pecho.
Recordaba que me había dicho Cenicienta, era un tipo gracioso, aunque trataba de mostrarle que me desagrada no podía porque me sacaba una sonrisa. Con él me reía de forma diferente a todas las otras risas.
Solo recordar los momentos en los que nos habíamos encontrado me sacaba una sonrisa, era felicidad pura en ese momento, se suponía que odiaba lo cursi pero los sentimientos en realidad sacan lo peor de ti. Solté un suspiro pegando más a mi pecho el celular.
No sabía de arte pero estoy segura que cada línea que se formaba en su rostro cuando formaba una sonrisa debería ser grabada sobre lienzo. Al menos yo tendría esa imagen por el pasillo de las más bellas artes que había en mi mente.
¿Qué debería de hacer para no sentir esto?
Evitar hablarle sería muy bueno. Si lo pensaba no tenemos temas en común pero siempre termino sintiéndome bien al hablar con él. Me hace sentir tan cómoda en un par de minutos, quería que durara una vida entera.
Esperaba que mañana no fuese a casa de su primo el tal Sebastián, no quería que haya algún lugar donde pueda verme por la madera.
El amor debería ser materia o al menos deberíamos tener algún manual, había tanto que aprender.
Tenía más que claro que no era sólo gusto, era atracción a su persona, a su manera de sonreír, a ese cabello.
Sentía que el amor llegaba a hacerte caer en pensamientos de terror más bajos de los que causa el miedo.
El amor era un tema nuevo en mi vida con respecto a sentirlo por alguien que me atrae ¿terminaría? Claro que lo haría pero ¿qué tan malo sería el final?
Me gustaban los libros con finales abiertos porque te puedes imaginar una segunda parte, y en realidad en los libros, que he leído, no encuentro finales malos, todos tienen que terminar por algo, lo que si terminas es llorando, enojado, asustado, confundido, contento, y cada final era una nueva esperanza.
¿En realidad el final te daba esperanza y no toda la historia entera?
Alce un poco el celular, lo suficiente para poder observar. Cree una cuenta social, me permitía subir fotos, seguir a algunas celebridades, seguir y que me sigan amigos, si tuviera claro.
Al querer colocar mi nombre temí un momento, después de todo debe de ser bueno temer un poco a lo nuevo. De nombre pondría "Cenicienta", añadí una frase para poder sentir algo de paz al momento de verme en una red social.
La historia sin final.
No, ya sé que no es una gran frase pero me gusta, y no hay final por mi corta edad. Probé algunos efectos, pero preferí sacarme una foto para llenar el perfil. Sin filtro, después de todo no se vería en grande.
Deje el celular a un lado, mis padres ya estaban registrados en mis contactos así que era suficiente por esta noche.
Me encamine en busca de una pijama, me detuve frente al espejo de mi peinador, me observé, me analicé ¿era bonita?
Mis padres decían que era la niña más hermosa pero es porque son mis padres, los chicos del pueblo también me solían molestar con que era muy guapa pero entre sus risas no sabía si en verdad me veían. La tía Rebeca también decía que era muy bonita pero eran mi familia, debían de mentir para que me sienta bien.
Pero ¿por qué preocuparme por eso ahora?
Si se trataba de ese sentimiento entonces no era tan bueno, de lo que estaba segura era de que mantendría mi postura y mis ánimos, lo que pienso de mí no debía de cambiarlo.
Ig: nf.alamar
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La Tragedia De Lo Que Siento Por Ti. © [✅]
Novela JuvenilPorque los sentimientos a los diecisiete son confusos. No te das cuenta que has caído hasta que sólo esperas a ese alguien para ponerte de pie. Ella es alguien que debe enfrentarse a un nuevo mundo; enamorarse. ¿Podrá alguien quedar enamorada de un...