Dos días. Dos días no había salido de mi casa ¿por qué? ¿Necesitaba un "por qué" acaso? Si bueno tal vez lo necesitaba ahora que debía de ir a ayudar con unas compras a mi madre, si encontraba a alguno de los chicos estaba muy segura que me harán preguntas, me miraran extraño, o ¿serían capaces de ignorarme? No puedo decir que éramos amigos, no había tenido amigos antes pero estoy segura que ocultarme está mal.
No había respondido ni mensajes ni llamadas, nada. Nada, de nada de redes sociales, sólo leía un par de libros, revisaba mi celular cada 5 minutos, tomé algunas fotografías, no de mí exactamente pero quería distraerme.
-Amelia ¿te quedarás en la ducha toda la mañana?- mi madre.
Tocó varias veces la puerta del baño luego de decir eso, estaba pensando, necesitaba dejar de darle tantas vueltas a ese asunto, sólo eran dos días de ignorarlos, de no ir ni a la tienda, de no permitir que entren a mi casa, de no reunirme con ellos en el parque, no era tan malo, ¿cierto?
Salí envuelta en una toalla y casi pego un grito cuando vi a mi mamá sentada sobre mi cama. Mi alma que segundos antes había salido expulsada de mi cuerpo, regresó y respire tranquila.
-Cariño, mañana es el cumpleaños de la tía Gissel, hoy debes de escoger algo bonito para ella- dijo mi mamá y mantenía una sonrisa en su rostro, fingida por supuesto.
La tía Gissel, por parte de papá, era una mujer alta, muy guapa, tenía tres hijos y aún se mantenía regía como ella decía y se veía claro. Toda la familia por parte de papá eran nacidos y forjados por el mundo materializado de una ciudad, sin imperfecciones, con defectos inventados para verse bien, por eso no aceptaban mucho a mamá pero me querían porque decían que era muy bonita cuando me duchaba y vestía ropa limpia. A mi madre aunque era aún más divina que yo, no la podían agregar a la linda familia feliz, ellos tenían en mente que la gente del campo era sedentarios.
"Envejecen en su graja con sus animales y tantos moscos" había dicho la abuela Celeste, ella era muy extraña y sólo hablaban de granjas, animales, cosas del campo cuando mi madre estaba presente.
-Podemos decirle a papá que enfermé y te quedarás a cuidarme- le ofrecí con la esperanza de que aceptará.
Cerró un poco los ojos y luego como si no lo pudiera creer meneo la cabeza en signo de negación.
-Podría ser una gran idea pero...
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, mi padre estaba en el umbral de la habitación.
-Hola papá- dije rápidamente, nerviosa, sin duda alguna no era la chica más discreta que pueda haber.
-Pero estoy aquí afuera escuchando todo- habla mi padre ignorando mi saludo para terminar lo que mamá iba a decir.
Solté una risita falsa.
-Ya sabes que igual mamá no iba a aceptar- digo.
-Me aseguro que no traten de engañarme- espeta él.
-Nos vamos para que puedas vestirte- dijo mi mamá caminando hacia la puerta para llevarse a papá con ella.
Él me hizo un gesto con lo que advertía que me vigilaba.
Reí y luego me encaminé para cerrar la puerta y poder vestirme a gusto.
Aún pensaba en Andrew, pensar en él se basaba mi vida desde que lo conocí ¿por qué las personas dan tantas vueltas en la cabeza de uno? ¿No podías simplemente ignorar y evitar cualquier sentimiento de afecto?
Lo que había dicho hace dos días en el parque, como me había hablado ¿estaba muy molesto por qué me caí? ¿Se dio cuenta de que lo miraba y por eso no me fije en el juego?
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La Tragedia De Lo Que Siento Por Ti. © [✅]
Подростковая литератураPorque los sentimientos a los diecisiete son confusos. No te das cuenta que has caído hasta que sólo esperas a ese alguien para ponerte de pie. Ella es alguien que debe enfrentarse a un nuevo mundo; enamorarse. ¿Podrá alguien quedar enamorada de un...