Injusticia

1K 76 4
                                    

Narra Hallen

Caminaba de regreso a mi salón de clases. Entre los estudiantes que se encontraban el los pasillos se encontraba Allen, quien conversaba con algunas chicas. Lamentablemente mí clase se encontraba justo pasando por donde se encontraba mi hermano. Traté de ser lo menos llamativo posible. Era algo fácil de hacer, la mayoría del tiempo todos me ignoraban o simplemente pasaba desapercibido para los demás. Pasé por al lado de ellos con muchos nervios, teniendo a que este me reconociera y hiciera algo para humillarme en público, como era frecuente. Logré pasar por su lado sin que este se diera cuenta, sintiéndome aliviado. Regresé a mi salón de clases donde tomé asiento solo en el gran salón. Después de unos minutos, el resto del alumnado ingresó al salón. En los turnos de la tarde tenía química, física y biología; asignaturas muy interesantes que al menos me hacían olvidar mi realidad. Casi al final de la clase de física, nuestro profesor oriento un trabajo en equipo. Este empezó a mencionar los nombres de cada equipo y mi nombre terminó en el 4to equipo de 5 que se habían conformado. Al ver a los integrantes de mi equipo vi que hacían una mueca de disgusto al verme, yo por mi parte hice un ademán con la mano en forma de saludo, pero todos los de mi equipo lo rechazaron a lo que deje de mirarlos y me enfoque más en resolver los últimos ejercicios puestos por el profesor.

–Esto es una desgracia. ¿Por que ese rarito tiene que estar en nuestro grupo?– habló una pelinegra

–Sino quieren que este en vuestro grupo para el trabajo podría cambiarme de grupo si lo desean– mencioné a lo que los cinco integrantes de mi grupo miraron sorprendido, no por lo que dije, sino por haber estado detrás de ellos todo este tiempo

–Y a ti quien te pidió opinión – esta vez dijo uno de los chicos miembro del equipo

–No quise molestarlos, solo que escuché que no me querían en su equipo y pensé que un cambio seria lo mejor– dije esta vez disminuyendo el volumen se mi voz

–Eso seria buena idea, pero estamos seguros de que nadie te quiere en sus equipos–

–Vamos no sean malos con él. Hallen no tiene culpa de esto. Fue mala suerte de nuestra parte– dijo una chica de cabello castaño piel pálida y ojos verde

–Layla no lo defiendas – habló otro de los chicos, pero este era rubio

–No defiendo a nadie, solo trato de ser justa–

–Como sea. ¿Dónde nos vamos a reunir?– preguntó la pelinegra

–En mi casa– dijo Layla– Mañana en mi casa–

–Bien ya escucharon. Mañana en casa de Layla– dijo la pelinegra tomando sus cosas y marchándose como todos

–Chicos hay un problema, no se donde vive Layla– mencioné tratando de frenar a todos

–Arreglatelas– dijo la pelinegra

Todos salimos del instituto y cada uno tomó rumbo a sus hogares mientras que yo caminaba de camino a mi trabajo. Desde que a mis padres vieron que alimentarme eran muchos gastos para ellos me obligaron a buscar un empleo. Mi trabajo no es gran cosa solo es limpiar algunas mesas o tomar los pedidos de los clientes en una de cafetería.

–Ya llegaste Hallen– dijo mi jefe al verme que la imagen me hacia recordar a mi padre, con la única diferencia que mi padre no está tan gordo. Aun así las otras características de ser repugnante a simple vista, la falta de cabello y ser un alcohólico se mantenían

–Sí señor Raúl – dije sin ánimos

–Tu padre me dijo que le compraras una botella de alcohol de regreso a casa–

Mi chico SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora