Riesgo | Ross Lynch.

Dos.

Al entrar al salón de clases puedo darme cuenta de que no falta ni un solo alumno a excepción de nosotros en sentarse. Los hombres hablan entre sí mientras las mujeres hacen lo mismo, y esto llama mi atención, ya que los estudiantes de mi salón suelen ser muy relajados.

–Definitivamente nadie se perderá sus clases.

Me dice Lewis.
Sonriente.
Nos sentamos en el lugar de siempre.
Saco mi teléfono al darme cuenta que acaba de vibrar.
Es Jane.

"Acabo de ver a la profesora que te enseñará"
"No tiene nada de especial"
"Es una chiquivieja"

Río.
Y no dudo en mostrarle el mensaje a Lewis.

–Es una envidiosa- responde al leer los mensajes– Ya la verás Lynch, y cuando lo hagas, tu mandíbula caerá al piso.

Guardo mi teléfono.
Sin ganas de responderle a Jane.
Me ha tenido muy agobiado con el tema de que en algún momento tendría que pedirle para estar en una relación formal.

–¿Le pedirás para estar?

Me pregunta él. Como si acabara de leer mi mente.
Hago una mueca.

–No quiero estar en una relacion- confieso– Jane es linda y es fantástica en la cama pero, no es mi tipo.

Lewis ríe.
Mirando hacia la puerta como un maldito maniático, vuelve a girar cuando se da cuenta de que aún no hay nadie allí.

–Creo que ya debes de cortar el vínculo que tienes con ella, es muy tóxica.

También lo he pensado.
Y muy seriamente.
Conozco a Jane desde hace mucho, y desde que comenzamos a acostarnos suele hacerme escándalos en fiestas cuando me ve cerca de otras chicas, sabiendo perfectamente que los dos no somos novios, y estamos a punto de verlo.

Y es una de las cosas que realmente me jode, y no he podido decírselo directamente, ya que cuando estoy a punto de hacerlo, se baja las malditas truzas, provocándome de una forma incontrolable.

–Supongo que eso es lo que haré- digo por fin– Sino acabaré suicidándome de tanta presión y disgustos.

Lewis está por responderme.
Pero no lo hace al escuchar las siguientes palabras.

–Buenos días alumnos- volteamos, es el director de la institución, puedo darme cuenta que hay alguien detrás de él– Es un gusto para mí presentarles a su nueva maestra de arte.

Y es allí cuando tal y como dijo Lewis, mi mandíbula se desprende hacia el suelo, el cual se encuentra ardiendo en llamas por la presencia de semejante mujer.

La maestra entra nerviosa, acomoda sus lentes mientras mira los cuadernos que tiene en sus brazos. Y el salón entra en un silencio que me pone los pelos de punta.

Tiene una cintura perfecta y unas piernas gruesas que se pueden ver perfectamente a través de la falda negra que está usando, que por cierto, se adapta demasiado bien a su cuerpo.
Sus pechos están bien colocados y no respiran gracias a la blusa blanca que esta usando. El primer botón de esta esta abierto, proporcionando una ligera vista de estos.

Alzo mi mirada hacia su rostro.
Deslumbrandome aún más.

Tiene los ojos color avellana.
Su nariz es pequeña y acompañada de pequeñas y casi innotorias pecas.
Sus labios son gruesos, apetitosos, para ser honesto, su cabello es color castaño muy claro y sus cejas marrones.

Y por si fuera poco, los enormes lentes que usa que no dejan apreciar mucho sus bonitos ojos la hacen ver jodidamente sexy.

–Buenos días- saluda ella, nerviosa, y creo saber perfectamente a que se debe. Todos los hombres le están mirando el cuerpo– Soy su nueva maestra de arte... espero que podamos entablar una bonita relación de respeto y comunicación en estas horas- se acomoda los lentes, volviendo a bajar la mirada– Tengo 23 años, estoy aquí como practicante para poder graduarme de la Universidad, les prometo que daré lo mejor de mí y haré que nos llevemos muy bien.

El director aplaude.
Haciendo que nosotros también lo hagamos.
Trato de no volver a pasar mi mirada por su cuerpo, ya que tengo bien en cuenta de que si lo hago, tendría una erección.

–Bueno alumnos- prosigue el director– Comportense bien y respeten a su maestra...

La observa.
Pidiéndole que lo ayude con su nombre con la mirada.

–____________ Sanford.

Completa ella.