Cinco.

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-Disculpe si cree que soy muy entrometido- hablo, cortando el incómodo silencio que ha habido entre nosotros durante diez minutos- Pero, no debería llorar por un hombre así.

Siento su mirada en mí.
Pero a pesar de ello no quito mi mirada de la autopista.

-Todo fue tan raro...- me dice, puedo darme cuenta por su tono de voz que ya está más tranquila- Estuvimos en una relación por casi dos años, realmente no pensé que sería capaz de hacerme eso.

Frunzo los hombros.

-Es una lástima que no haya sabido apreciarla... estoy seguro que merece algo mucho mejor.

A pesar que no la estoy viendo.
Siento su sonrisa en mí.
Y eso alegra mi corazón a mil.

-Gracias- murmura- Nuevamente disculpa por lo que viste, fue tan... poco profesional.

Trato de aguantarme la risa.
No es tan mayor que yo, pero el hecho de que hable como si me llevara unos 20 años más, me resulta gracioso.

-Descuide- respondo, con las manos en el volante.

-Me dolió bastante- su cuerpo se recuesta en el asiento de mi auto. Su voz vuelve a entrecortarse- Pensé que era un buen hombre.

-No llore...

-Lo siento tanto- se disculpa otra vez‐ Ni siquiera debería hablarte de mis problemas personales- tira la cabeza hacia atrás- Me siento tan mal...

Suspiro.
Aumentando la velocidad, es mejor que lleguemos a su casa rápido. Seguro allí hay alguien que podría ayudarla.

A pesar de que quiero conocerla de otra forma.
Sé muy bien que ella jamás me vería como algo más que uno de sus alumnos. ¿Para qué intentarlo?

-Ya estamos cerca, tranquila, ¿sí?

Ella asiente.
Despego mi mirada de la autopista hacia ella, puedo darme cuenta que esta mirando la botella de vino que tengo a medias en frente de ella.

-¿Puedo...

Asiento.
Antes de que termine la oración.
Tomando sentirá menos el dolor por lo menos por unos minutos, los suficientes hasta que lleguemos a su casa.

Riesgo | Ross Lynch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora