Doce.

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Me despierto al sentir un fuerte sacudón a mi lado. Abro los ojos, pero los cierro de inmediato cuando toda la luz del sol que cae por la ventana de aquella pequeña habitación me da en el rostro.

-Ross.

Su voz me hace volver a abrirlos.
Maldición.
No fue un jodido sueño...
Esto pasó realmente.

La observo.
Y no puedo evitar sonreír, se ve preciosa.

Esta usando una camisa blanca media abierta, unos bonitos pantalones celestes y un collar de perlas. Claro y unos tacos para complementar su outfit.

-Tengo que ir a dar clases- me dice.

Recordándome que es viernes.
Y también recordándome que ayer me quedé despierto hasta la madrugada pensando en cómo invitarla a salir el fin de semana.

-¿Quieres quedarte aquí?

Me pregunta, mirándose al espejo, con un notorio desinterés en mi persona.

-¿O irás a la escuela?- vuelve a preguntar. Ahora ruborizándose un poco.

-Iré más tarde.

Ella asiente.
Se voltea, y mira el pequeño reloj que hay encima de una pila de ropa que está en un rincón de la habitación.

-¿Quieres quedarte aquí?- me pregunta. Sentándose a mi lado.

Una de sus manos toca mi rodilla, haciendome recordar de inmediato todo lo que hicimos ayer por la noche. Trago saliva.

-Sino te molesta...

Tendría el tiempo de sobra para decorar todo su departamento y pedirle una cita de la forma en la que se lo merece.

-No, claro que no.

Me da las llaves de su departamento, sonrío.

-Si quieres salir, úsalas y en clases me las devuelves, ¿de acuerdo?

Asiento.
Aún sin saber que decir pero también sin dejar de mirarla.

Siento que esta chica ha sido esculpida por los mismísimos Dioses del Olimpo.

-Ross...- vuelve a susurrar. Apretando más mi rodilla- ¿Quieres hablar de lo que pasó ayer?

Suspiro.
Claro que sí.

Quiero pedirte una jodida cita y que me dejes protegerte por un largo plazo en el que te aseguro que solo serás feliz.
Pienso.

Claro, como si fuese tan fácil decirlo.

-Quisiera que esto quede entre nosotros.

Me dice.
Mirándome con sus preciosos ojos suplicantes.

-Si alguien lo llega a saber podría verme perjudicada.

Asiento de inmediato.
No quisiera perjudicarla en algo, nunca.
Ella antes que todo.
Ella antes que nada.

-No diré nada, te lo aseguro.

Ella sonríe en forma de agradecimiento y se levanta de la cama, se da la vuelta y comienza a caminar hacia la puerta de su habitación.

-____________...

La llamo, por solo tener la necesidad de mencionar su nombre.

-¿Si?

Sonrío.

-Te ves muy bien.

Vuelve a sonreírme, y sus pasos cambian de dirección hacia mi. Me levanto, como si supiera lo que sea que va a hacer.

Y doy las gracias a mi conciencia por ello, ya que acaba de besarme.

Le correspondo el beso de la misma forma, con intensidad. Sus labios saben a durazno, y su lengua sabe a la mismísima gloria.

Muerdo el labio inferior de _____________ haciéndola gemir. Gracias a esto, me pongo duro, y ella parece notarlo.

Sus manos tocan mi miembro por encima del pantalón que estoy usando desde ayer. Y lo presiona con fuerza, robándome un jadeo.

Jodida mierda...

Poco a poco, _____________ se aleja de mí y se retira por la puerta de su habitación, para luego irse de su departamento. Dejándome anonadado y con más ganas de ella.

Oh Dios mío...
Tengo que hacer que acepte salir conmigo.

Riesgo | Ross Lynch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora