Diez.

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Vuelvo a presionar mi miembro contra su segundo agujero. Haciéndola gemir más fuerte aún. Suspiro, tomo su rostro con mi mano izquierda y la beso.

Intentando transmitirle confianza.

-Te gustará mucho, te lo aseguro.

-Duele demasiado.

Se queja.
Pero no me detiene.
Y eso me gusta.
Quiere hacerlo.

Introduzco la punta de mi miembro en este, robándole un fuerte grito. Muerdo mi labio inferior.

Tapo su boca con mi mano izquierda.

-Muerdeme hasta que deje de doler.

Le indico.
Y ella me hace caso.
Haciéndome sentir jodidamente afortunado.

Con ella no tengo que rogarle como lo haría con una chica de mi mismo grado que me asegura que quiere tener sexo, pero en pleno acto, se retracta.

Por supuesto respeto la desición que toman y no las vuelvo a presionar. Pero aún así... quedarse con aquella sensación de ganas es tan frustrante que dan ganas de golpear a alguien.

Muevo un poco más mis caderas hacia adelante, metiendo todo mi miembro dentro del apretado agujero de mi maestra. Sus dientes torturán mi mano, la muerden tanto que estoy seguro de que me quedaría un moretón.

Pero al diablo con eso ahora.

Me quedo en el mismo lugar para que ella pueda acostumbrarse. Y ella entiende lo que hago sin decir nada.

-Muevete, vamos, hagamos esto rápido, así dejará de doler.

Sonrío.
Comienzo a hacerle caso a sus órdenes, recibiendo de su parte gemidos de dolor que con cada embestida que doy, se convierten en gemidos de placer.

Al cabo de unos minutos ____________ quita mi mano de sus labios y comienza a menear su trasero contra mi pelvis, haciéndome saber claramente de que quiere que continúe, ya que esta comenzando a disfrutar.

-Sigue por favor.

Susurra.
Aún un poco adolorida, al parecer.

Mis manos van a su culo nuevamente, aprieto sus nalgas como si fueran de mi propiedad sin dejar de embestirla.

-Se siente muy bien- gime- No te detengas, cogeme.

Sonrío.

-Te dije que te gustaría...

Su sala principal se convierte en un lugar lleno de gemidos y jadeos que estoy seguro de que se pueden escuchar en el primer piso, y a pesar de que somos concientes de ello, no nos detenemos.

Jodida mierda.
La deseo.
Y me alegra que ella haya podido verme como algo más que su estudiante por lo menos una noche.

Le doy la última embestida teniendo en cuenta de que se ha venido como tres veces. Retiro mi miembro de su trasero y me corro sobre sus nalgas para luego caer sentado en el piso, aún con la visión de todo su culo frente a mí rostro.

-Oh Dios.

Jadeo.
Buscando el aire.

Ella toca su espalda, y ríe al darse cuenta que me vine sobre su piel. Pero a pesar de eso, parece no estar molesta.

Se voltea con algo de dificultad, seguro por el último acto que hicimos, quedando cara a cara conmigo.
Sus manos acunan mi rostro y me besa tiernamente.

Causando precisamente lo que estaba evitando sentir en mi interior.

Aquel beso está lleno de tanta ternura imaginaria que me mueve el piso. Se lo sigo, comenzando a sentir algo de temor en mi cuerpo.

¿Nos convertiremos en una especie de amantes luego de esta noche?
¿O nuestra relación será la misma que teníamos antes de este día?

Ella separa nuestros labios.
Y me mira directamente a los ojos, hipnotizándome con aquella mirada.

-¿Te importaría quedarte conmigo esta noche?

Riesgo | Ross Lynch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora