Quince.

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Final.

Miro la ventana de su departamento por última vez con una inseguridad terrible en todo mi cuerpo. Extrañamente, cada vez que me siento nervioso, las cosas que espero con aquel nerviosismo suelen adelantarse...

Y es allí donde la veo a ella.

Quien camina al parecer tranquilamente hasta llegar a la puerta del edificio, la cual abre con una llave que saca directamente del pequeño bolso que trae, con cuidado de no dejar caer alguna de las cosas que trae en las manos.

Al parecer trae consigo muchas hojas y un montón de cosas de escritorio.

Restriego con fuerza mis manos sobre los pantalones algo ajustados que estoy usando. Madre mía, el calor comienza a propagarse en el pequeño departamento, de seguro solo es producto de mis nervios pero... vaya, sí que hace un tremendo calor.

Sacudo mi cabeza, una y otra vez, hasta que oigo el sonido de la llave dentro de la cerradura de la puerta principal de su casa.

Trago saliva.
A punto de colapsar en un mar rodeado de mis nervios.

Suspiro, y miro por última vez las cosas que preparé para ella, claro, para pedirle oficialmente que acepte a salir conmigo... con unas ligeras intensiones de llegar quizá a una relación en un futuro.

Realmente no me importa ello.
Bueno sí.
Pero me conformaré con tan solo una salida, para luego escuchar como mi corazón se rompe con el típico: "Soy muy mayor para ti" que siempre imaginé en mis sueños al soñar con aquella preciosa mujer.

Cuando la puerta se abre, puedo sentir tan solo como mis nervios aumentan más. Su rostro está muy pálido, y está manchado casi completamente del rímel que cae de sus pestañas.

Lo primero que viene a mi mente es el nombre de mi mejor amigo y la confesión que le hice hace unas buenas horas.

Trago saliva.
No pudo ser capaz de divulgarlo...
No podría...

-¿Qué es todo esto?

Me pregunta en un tono algo rencoroso.
Un puñal directo en mi corazón.

Tranquilo Ross.
Aún no sabes que demonios sucedió.
Su mirada se recorre las cajas llenas de rosas rojas que compré en una tienda en el centro comercial, para luego terminar en la mesita de cristal, que tiene más rosas, un pequeño collar de plata, dos copas de vino y un rico champagne, elegí el favorito de mis padres, rogando internamente para que fuese de su agrado.

-¿Te encuentras bien?

Le pregunto esperando no parecer un completo entrometido pero sin poder aguantarme más las ganas de saber por qué está llorando.

Otra idea viene a mi mente...
¿sería por su ex?

-Dímelo tú.

Responde, tirando todo lo que tiene en sus brazos en el piso. Sus ojos se ponen vidriosos y me miran con una furia tremenda.

Bajo la mirada sin pensarlo dos veces.
Lewis...

-Yo... no sé de qué estás hablando.

-Pensé que todo quedaría entre nosotros- su cuerpo se arrodilla en el piso, haciendo que la bonita falda que tiene puesta se suba un poco más de lo normal, sus manos se dirigen al montón de papeles que ha tirado al piso, y deja de buscar entre ellos cuando encuentra el indicado.

Lo toma entre sus manos.
Viene hacia mí y me lo tira contra el pecho, fuertemente.

Aprieto mis labios con fuerza.
Tomo el papel entre mis manos y lo observo, sintiendo aquel calor insoportable aún en mi cuerpo, y concentrado en mis mejillas.

"Despido definitivo"
"Carta para proceder con investigaciones fiscales"

No me hace falta leer más.
La he cagado.
Subo la mirada con miedo.
Encontrándome su dulce rostro atrapado en un mar de melancolía y rencor.

-Lo siento mucho- es lo primero que sale de mis labios- Soy mayor de edad, tengo dieciocho, no te pasará nada...

Me acerco a ella para intentar tocarla, para de alguna forma manifestarle lo tanto que realmente siento haber causado esto, pero ella me empuja sin mirarme.

-Acabo de perder mi trabajo- grita- No podré volver a trabajar en una escuela jamás Ross.

Su voz se rompe.
Creando un dolor inmenso en mi corazón.

Trago saliva.

-Hablaré con el director- afirmo- Te prometo que todo quedará como un mal entendido... por favor, ya no llores.

Trato de volver a tocarla.
Pero vuelvo a ser golpeado ligeramente por su mano.
Suspiro.
Sin saber que hacer.

-Vete- me dice.

-_____________... yo...

-Vete de una maldita vez.

Sus ojos me miran.
Y estos reflejan decepción, junto con desesperación, me hacen entender de que no es un momento adecuado en lo absoluto para ponerme a insistirle o a rogarle por su perdón.

Debe de estar sola.
Suspiro.
Y bajo la cabeza.

Camino hasta llegar a la puerta, la cual abro, y volteo para verla por última vez en el día.
La vería mañana en la escuela, y de eso me encargaría sea como sea.

_____________ saca su teléfono celular del bolso que tiene aún colgado en el hombro y se lo pone en la oreja. Comienza a caminar hacia el pasillo, sin voltear.

Haciéndome saber de que seria todo por esta noche... dándome paso a irme.


-
Mañana subiré el epílogo.

Riesgo | Ross Lynch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora