Hagámozlo

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Juliana y Valentina terminaron su dia de aprendizaje en el laboratorio y se regresaron a la casa a descansar, comer algo, darse una ducha y relajarse un poco.

Juliana tardo en entrar ya que estaba hablando unas cosas con Jacobo, así que Valentina dandole un beso en la mejilla entró primero y se fue directa a la habitación. Al entrar abrió la maleta y sacó las pijamas y ropa interior para las dos y se dirigió al baño para tener todo listo para cuando Juliana entrara. Se sentía tan triste e impotente después de ver a su mama así, eso le causaba demasiada desesperación. De alguna manera se sentía culpable de todo lo que había pasado en general, en su mente, ella era la única responsable tanto del secuestro de su mama, el brazo de Lauren, la dureza de su madre Evangelina. El simple hecho de ser concebida fue lo que detonó toda esta cadena de malos eventos. Comenzó a pensar que si ella no hubiera nacido su madre no habría tenido que fingir su muerte, su mama no habría tenido que renunciar a ser madre y darla a Lupe, también pensaba que si Lupe no hubiera tenido que llevársela lejos para esconderla, los papas de Juliana aun seguirían con vida, así que en ese momento se le vino a la cabeza la absurda idea de que hubiera sido mejor era que no naciera. 

Estaba tan sumida en sus pensamientos que no se percato que Juliana la veía desde el marco de la puerta de la habitación. Se quitó la camisa negando sus propios pensamientos y la aventó con enojo y los ojos enrojecidos, sin darse cuenta y sintiendo que quería explotar, Valentina se deslizo poco a poco por la pared del baño y comenzó a llorar.

Juliana, al verla tan vulnerable, dudó si ir hacia ella y calmarle con caricias y abrazos su dolor, o ponerle fin de una buena vez al sufrimiento de su novia. Sin pensarlo más, salió de ahí enfurecida, dándose  la media vuelta caminando a zancadas hacia el despacho de Evangelina irrumpiendo sin avisar y de manera poco educada. 

- Pero que demo... Dijo Evangelina

- Voy a entrar ... hoy mismo ... - Dijo Juliana. - a la Mansión, voy a entrar ahorita mismo. No puedo esperar mas, esto debo hacerlo hoy, y le estoy avisando para que sepa, pero si me ayuda, seria mas fácil sacar a la mama de mi novia de ahí a como de lugar.

- Pero, ¿y a ti quien te dio permiso siquiera de respirar niña? - Grito Evangelina mirándola fijamente a los ojos. - En primer lugar aquí se toca antes de entrar, en segundo lugar aquí la que manda soy yo, y en tercer lugar no vas a hacer lo que se te de la gana me entendiste? o te lo explico con cafecitos?

- Mire señora Evangelina, yo solo le vine a avisar pensando en que a lo mejor me quería ayudar a sacar a su mujer de ahí, pero, yo puedo hacerlo sola. No la necesito ni necesito de toda su tecnología barata, si hay algo que me ha ensenado la vida es que cuando te propones algo lo logras, así que con su permiso.

- Detente ahí en este preciso momento escuincla! - Escupió Evangelina - Ya te dije que no vas a ir a ningún lado, si quiero en este momento te amarro y te trepo a un avión lejos de aquí donde no te encuentre ni Dios.

- ¿Pero que demonios pasa aquí? ¿que son esos gritos? - Entro diciendo Lauren.

- Ah mira que bien, otra que entra sin tocar, bueno que a ustedes no les dieron educación o ¿que demonios? .. pero bueno ... respuesta corta a tu pregunta, aquí la mujer maravilla quiere entrar ahorita mismo a la mansión a rescatar a Lucía, y lo va a ser, "según ella" ¿verdad? - Dijo haciendo comillas con los dedos en el aire - con o sin permiso, o ayuda y demás. - Dijo Evangelina sentándose encabronada en su escritorio. - Como ves que quiere mandar el recate al carajo con sus impulsos

- Oye Juliana, necesitas tranquilizarte, Evangelina tiene razón, no puedes entrar así nada mas porque si a la Mansión, ¿que te pasa? - Le dijo Lauren con semblante muy serio.

Mi niña Café |  Juliantina I TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora