Todos los hombres del salón donde pertenecía nuestro protagonista, se encontraban en los vestidores de aquella gran escuela. Recientemente habían hecho la clase de deportes, y sin duda todos acabaron bastante cansando y agitados a la clase dura de hoy.
Mientras que algunos ya se estaban cambiando de vestimenta, otros apenas habían llegado por cosa de tiempo. Entre ese grupo que aún no se habían cambiado, estaba el de Chile, quienes tuvieron que ayudar al profesor a guardar unos objetos que se usaron durante la clase.
Al apenas entrar, México agarró del brazo al chileno para detenerlo. Cosa que obviamente logró.
— Chile, se me quedó mi teléfono, ¿me acompañas a buscarlo? —preguntó de forma serena.
— Por su pollo —aceptó sin problema alguno—, al tiro volvemos, chiquillos —lo último se lo dijo a sus otros tres amigos que estaban junto a ellos.
— No tarden, quizás cierren los vestidores pronto —advirtió el peruano un tanto preocupado.
— Ya —le sonrió levemente para luego junto a México salir de aquel lugar.
Ambos miraron hacia los lados observando y analizando en la cancha solitaria que estaban caminando. Parecía que México no lo llevaba para ninguna parte y sólo se daban vueltas. Mas, lo único que hizo Chile fue reírse y tomar de su mano suavemente para que se detuvieran.
— No se te quedó tu celular acá, ¿cierto?
— ¿Acaso crees que soy pendejo? —le cuestionó mientras con una divertida sonrisa lo miraba.
— Tal vez —respondió entre risitas.
— Oh, con que en esas estamos —tomó al más bajo de la cintura y, un poco agachado, se acercó a los labios de su contrario para depositar un pequeño beso.
Chile no alcanzó a reaccionar a ese corto beso, pero aprovechando que al separar sus labios del otro quedaron en la misma posición, del mexicano agachado y agarrando de su cintura, el sudamericano alzó sus brazos para así poder rodear por detrás el cuello del más alto. Y ante esto, volvieron a sonreír para nuevamente empezar con los besuqueos.
Unos que otros besos eran más largos que otros, pero todos consistían en ser únicamente tacto de labios. Ninguno de los dos se atrevía hacer algo más subido de tono, el momento era tan lindo y tierno que no deseaban arruinarlo.
No hasta que Chile, empezará a reír mientras México lo besaba.
— ¿De qué te ríes? —preguntó el norteamericano confundido.
— Es que, incluso con sólo este tipo de besos, puedo sentir que tu boca sabe a menta, ¡y yo que creía que tendría sabor a semen!
El de escudo de águila lo quedó mirando con el ceño fruncido por unos segundos, no entendía porque decía eso. Hasta que claro, recordó como hace unos días le había hecho una mamada, ¿cómo se le pudo olvidar por unos minutos de eso? Gracias a esa mamada era porque estaban así en ese momento, por fin junto a Chile.
— Sí, Chile. Después de lamer un pito me suelo lavar la boca y compro gomas de mascar para el aliento, ¡wow! —decía de una forma obvia, para dejar como tonto al chileno.
— ¿Y tienes chicle ahora?
— Tengo uno de fresa, todavía no lo uso ya que sigo con el de sabor de menta.
— ¿Me das?
— Uy.. —puso un rostro de disgusto— Te podría dar, pero es que quiero sentir el sabor de fresa en mi boca, ¿qué hacemos?
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𝐎𝐓𝐑𝐎 𝐃𝐈́𝐀 𝐌𝐀́𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐄𝐒𝐂𝐔𝐄𝐋𝐀 (CANCELADO) ── chile.
Humor❍ Es la historia que trata sobre la vida adolescente que viven estos paises latinoamericanos, pero en quien se va a centrar esta historia es de un país sudamericano; Chile. Chismes por aquí, por allá, pareciera que nadie se calla, pero este país ten...