ᴅᴏs

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☼ ʜᴜʀʀɪᴄᴀɴᴇ ☼

☼ ʜᴜʀʀɪᴄᴀɴᴇ ☼

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John B corría tirando de la mano de Violeta y con Pope siguiéndolos. Todos llevaban sus tablas de surf e iban directo al agua, sin importarles la gran tormenta que venía junto al huracán.

–Lo duplica por encima, hermano. —Pope habló.

–¿Lo duplica?

Violeta paró en seco y los chicos se detuvieron con ella. El cartel decía que la playa estaba cerrada debido al huracán.

–No son olas para surfear. —El moreno miró a sus amigos.

–¿Quién lo dice?

John B fue el primero en correr directamente hacia las grandes olas. Pope miró a la rubia, quien tenía una sonrisa en su rostro.

–No, Violeta... Es peligroso.

–Sólo tenemos esta vida, Pope. —Ella sonrió ansiosa antes de correr tras su pecoso amigo.

John B sonrió cuando vio a Violeta remando con sus brazos sobre su tabla a un lado de él. Ambos rieron mientras trataban ponerse de pie para agarrar la gran ola. El pecoso cayó sin alcanzar a ponerse de pie, y la rubia solamente se afirmó fuertemente a su tabla.

Violeta gritó eufórica cuando logró ponerse de pie y atrapar la ola. Los chicos la miraron asombrados y le celebraban. Pero no duró mucho tiempo, la rubia cayó debido a la gran corriente de aire. La chica se subió a su tabla y remó hasta John B, quien miraba algo en particular. Ella frunció el ceño al ver lo que el chico miraba.

–¿Qué demonios?

–¿Un barco? —Violeta cuestionó entrecerrando los ojos debido a la fuerte lluvia.

–Salgamos de aquí.

Nadaron hasta Pope y los tres se acercaron rápidamente hacia la orilla, donde comenzaron a correr hacia el chateau. Dejaron sus tablas apoyadas fuera de la casa y entraron rápidamente. Pope habia decidido irse a su propio hogar, así que solo eran ellos dos. Y JJ, quien dormía plácidamente sobre el sofá. John B golpeó la pierna del rubio, pero este solo se quejó y no despertó.

–Puedes dormir en mi habitación.

El castaño caminaba hacia la habitación de su padre, pero la chica se quedó de pie estática en su lugar.

–John B... —Él se volteó al escuchar la voz temblorosa de su amiga.

–Oh, mierda. —JB la miró avergonzado— Vale, ven.

Agarró su mano y la abrazó. Violeta era muy valiente, arriesgada e incluso algo imprudente. Pero todos sabían que el mayor miedo de la chica eran los truenos y relámpagos, y con el huracán a la vuelta de la esquina, estos se volvían más estruendosos. John B la encamino hasta su habitación y ambos se acostaron sobre la cama, el chico pasó una frazada sobre el cuerpo de la chica y la atrajo hacia él, pasó su brazo por debajo del cuello de Violeta y ella apoyó su cabeza sobre el hombro del pecoso.

𝐕𝐈𝐎𝐋𝐄𝐓𝐀 | ᴊᴊ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora